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Regístrate y accede a la revistaEn el marco de los profundos cambios sociales y culturales que atraviesa Chile, Carolina Dell’Oro, filósofa y asesora ética con extensa trayectoria, conversó en el pódcast Educar Conectados sobre los desafíos que enfrenta la educación en este contexto.
La conversación abordó temas fundamentales como el aumento en la tasa de divorcios, la caída en los matrimonios y el crecimiento de hogares monoparentales, según los datos de la Encuesta Bicentenario UC 2023. Estas modificaciones estructurales en la familia chilena plantean interrogantes sobre cómo las escuelas deben adaptarse para cubrir los vacíos que antes asumía el núcleo familiar en la formación de los niños y adolescentes.
Carolina explicó que, aunque el anhelo de un compromiso matrimonial perdura en la sociedad chilena, cada vez son menos las parejas que lo consideran un objetivo vital. Factores económicos, la creciente independencia laboral de ambos padres y cambios en las prioridades de vida influyen en una menor disposición al matrimonio. Al mismo tiempo, como apuntan estudios de este año de Fundación para la Convivencia Digital, el 67% de los chilenos sigue considerando la familia como un espacio crucial para el bienestar emocional, aunque la tecnología y las demandas laborales han reducido el tiempo efectivo de convivencia familiar.
Un aspecto crítico de esta nueva configuración familiar es la reducción del número de hijos, lo que conlleva a un entorno más individualista. La tecnología, que ha cambiado el tiempo y calidad de las interacciones familiares, se convierte muchas veces en el “acompañante” de estos hijos únicos o de familias con pocos niños. Para los profesores, esto representa un desafío: “El docente se enfrenta a niños que han crecido en un ambiente donde son el centro de atención y, en muchos casos, no han desarrollado habilidades como la generosidad, la paciencia o el trabajo en equipo”, destacó Carolina Dell’Oro.
En este contexto, el rol de los docentes se amplía para abordar no solo contenidos académicos, sino también el desarrollo de habilidades sociales y virtudes esenciales para la convivencia. Las escuelas están asumiendo cada vez más el trabajo de inculcar valores como el respeto, la colaboración y la capacidad de esfuerzo, lo cual antes era una tarea compartida en gran medida con la familia. “Estamos en un momento en que las aulas deben transformarse en espacios que fortalezcan las habilidades blandas, como el respeto y la capacidad de trabajar con otros”, enfatizó Carolina.
Además de los cambios en la estructura familiar, la tecnología ha intensificado el desafío de desarrollar habilidades socioemocionales en los estudiantes. Carolina subrayó que, si bien la tecnología es una herramienta invaluable, no puede reemplazar cualidades humanas esenciales como la capacidad relacional, la empatía y la habilidad crítica. Según ella, uno de los grandes desafíos del sistema educativo actual es definir qué aspectos de la educación pueden ser apoyados por la tecnología y cuáles deben enfocarse en lo humano. “El pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad de formular preguntas son competencias que la tecnología no puede suplir, y es responsabilidad del sistema educativo cultivarlas”, comentó.
La conversación también abarcó la importancia de asignaturas como la filosofía, la educación cívica y las artes, disciplinas que permiten a los estudiantes reflexionar sobre su identidad y su papel en la sociedad. La falta de estas materias en el currículo escolar ha contribuido a que los jóvenes carezcan de herramientas para enfrentar la vida con una perspectiva crítica y ética. Según explica, “la incorporación de estos temas es esencial para formar a ciudadanos más comprometidos y responsables, en un contexto donde la tecnología se convierte en un pilar de la vida cotidiana”.
Dado este contexto, la colaboración entre familia y escuela es más crucial que nunca. “Necesitamos una alianza activa entre escuela y familia para asegurar que los estudiantes desarrollen no solo conocimientos, sino también habilidades para enfrentar la vida”, subraya Dell’Oro.
En conclusión, la experta resaltó que la educación en Chile debe replantearse y adaptarse a una nueva realidad social. La tecnología y los cambios familiares exigen que la escuela asuma un papel aún más activo en la formación integral de los estudiantes. En palabras de la destacada filósofa: “Debemos redescubrir la esencia humana en la educación, enfocarnos en formar personas íntegras que puedan convivir y colaborar en un mundo complejo y en constante cambio”. Esta reflexión invita a las instituciones educativas, a los padres y a la sociedad en general a fortalecer su colaboración y a trabajar juntos para enfrentar los desafíos del futuro.
La Radiografía Digital 2023 de Fundación País Digital revela datos sobre cómo las tecnologías impactan la vida familiar en Chile, destacando avances en conectividad y preocupaciones sobre el uso de dispositivos en hogares.
Se señala que entre 2013 y 2022, los hogares conectados a Internet en Chile crecieron de un 46% a un 93%, lo que refleja un esfuerzo por reducir la brecha digital. Sin embargo, la desconexión sigue siendo significativa en hogares liderados por adultos mayores, donde casi el 70% carece de acceso a Internet, en gran parte debido a barreras de uso y costos percibidos como elevados.
Esta investigación también apunta que el rápido aumento en el uso de dispositivos digitales ha traído desafíos para la convivencia y el desarrollo emocional de los jóvenes, ya que los padres a menudo entregan dispositivos móviles a sus hijos antes de los 13 años. Solo el 8% de los padres se considera un buen modelo en el uso responsable de la tecnología, lo que plantea retos adicionales en el hogar y en la educación.
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