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Dic 2024 - Edición 289

Familia y colegio unidos en el aprendizaje

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Estrategias para involucrar a los apoderados en el proyecto escolar

La educación de excelencia se logra con apoderados involucrados activamente en el proyecto educativo, ya que esto no solo mejora los resultados académicos de los estudiantes, sino que también genera en ellos bienestar socioemocional y sentido de pertenencia. Aquí, algunas estrategias concretas.

Por: Luis Tesolat, Director del colegio Familia de Dios, de la ciudad de Rosario, Santa Fe, en Argentina.
Estrategias para involucrar a los apoderados en el proyecto escolar

Decía San Agustín que “nadie ama lo desconocido”. Por eso, si queremos que los apoderados quieran el colegio de sus hijos hay que hacerlos parte del mismo, vincularlos, encantarles con la misión, visión y valores institucionales, es decir, con el proyecto institucional. 

Para ello, es necesario trabajar los tres grados de pertenencia. El primero se da naturalmente por el solo hecho de que sus hijos sean parte del colegio. El segundo tiene que ver con lo informativo, esto es, con actividades pautadas para el año que incluyen avisos, informes, entregas de boletines, charlas, actos, etc. Estos dos grados, si bien son necesarios, no dejan de ser superficiales porque no los involucran directamente, ya que solo van al colegio por sus hijos. El tercero es profundo, llega al corazón, pues los incluye personalmente –es para ellos–, genera compromiso y participación, y hace que se sientan valorados y reconocidos. 

De acuerdo con Shearson Lehman: “Compromiso es lo que transforma una promesa en realidad”. Por eso, el compromiso muestra que las personas se involucran cuando son parte activa y motora de la construcción de un proyecto compartido, más que de una promesa, ya que nadie puede querer aquello de lo que no se siente parte. Trabajando en unidad, comenzamos a fomentar en ellos el amor al colegio, que redundará en apoderados comprometidos y mejores estudiantes. 

Comunicación asertiva

La comunicación asertiva construye relaciones de confianza y colaboración. En el ámbito escolar, una comunicación auténtica y empática logra que los apoderados se sientan escuchados y tenidos en cuenta, componentes esenciales para hacerlos partícipes del proceso educativo integral. El diálogo fluido entre padres y docentes construye puentes de confianza y de inclusión que favorecen los aprendizajes y el desarrollo integral de toda la comunidad educativa. No solo educan los docentes, también lo hacen los padres. Por eso, es también con ellos.

Los docentes y directivos deben tener en cuenta que muchas veces los padres acuden al colegio solamente para ser escuchados. Y esto es cada vez más frecuente, porque la escuela es el único ámbito cercano a ellos donde se los comprende y ayuda de verdad. Si les prestamos atención, veremos que muchos de ellos buscan afecto, el cariño que el mundo no les puede dar y herramientas para educar mejor a sus hijos. 

Pero no alcanza solo con escucharlos, aconsejarlos o citarlos de vez en cuando porque esto es periférico; se hace necesario llevarlos al núcleo, esto es, sumarlos a la esencia educativa institucional, llegar al tercer grado de pertenencia. La comunicación asertiva implica una empatía de ida y vuelta, es decir, que uno se ponga en el lugar del otro y que el otro se coloque en el lugar de uno. El colegio tiene que ser un hogar de estudiantes y de apoderados. Si queremos alumnos mejores, trabajemos por padres mejores.  

Escucha y diálogo activo

La escucha activa favorece el conocimiento y la apertura de los apoderados y ayuda en la gestión emocional, el desarrollo de la empatía, el aumento de la confianza y la disposición de participar en la comunidad escolar. La condición de todo diálogo fructífero es una comunidad educativa en la que todos se sientan queridos, valorados y comprometidos.

Si hay un bien escaso en las instituciones educativas es el tiempo del que disponen los docentes y directivos para dedicar a los apoderados. Pero esto, en realidad, muestra defectos de la gestión, ya que está indicando que los apoderados no son parte de lo importante, sino de lo urgente o de lo periférico. Y debe ser justamente al revés. ¿Cómo lograrlo? Con una buena organización de tiempo, estableciendo prioridades para no dejarse ganar por esa gestión insensible que llena los tiempos de actividades, hace olvidar a las personas y vacía los corazones. La prioridad son los alumnos y los apoderados. Y esto es algo por lo que todo equipo directivo debe velar y trabajar.  

Apoderados activos 

Los apoderados que se sienten parte del proyecto educativo, lo comprenden y lo apoyan se convierten en aliados efectivos y afectivos en el proceso de aprendizaje en el hogar, fortalecen la conexión escuela-familia, y son los mejores defensores e impulsores del colegio en sus ámbitos de trabajo y de relaciones sociales. Una educación sin padres involucrados en el colegio jamás llegará a ser integral.

El equipo directivo debe pensar actividades formativas destinadas a los apoderados, sobre todo a aquellos más involucrados y con la “camiseta puesta” del colegio para que estos, luego, sean capaces luego de influir positivamente en sus pares. Nada mejor que padres formando a otros padres. Lleva tiempo, esfuerzo, cabeza, constancia, pero vale la pena. Siempre en el horizonte del equipo directivo debe estar la escuela para padres como uno de los objetivos prioritarios de la gestión. La educación logra ser efectiva y eficiente cuando conecta el hogar y la escuela en un mismo proyecto compartido de aprendizajes, valores y deseos. Es juntos, no separados.

Motivación continua

Los valores llevados a la acción enamoran a las personas. Por eso, la motivación como proceso de mejora y de apasionamiento constante es esencial para mantener encendido el compromiso y la participación de los apoderados en el proyecto escolar de educación integral. Esta sensación de estar acompañados siempre fomenta su involucramiento constante.

Este acompañamiento necesita de motivación y ambas acciones son procesos, es decir, acciones constantes, programadas, pensadas, reflexionadas y meditadas que se llevan a cabo de manera secuencial, con el fin de lograr determinados objetivos que fueron determinados por el equipo directivo y los docentes. Lo anterior requiere de tres factores decisivos: orden, cabeza y constancia.

Herramientas para trabajar el vínculo

Para lograr un trabajo colaborativo con los apoderados:

  • Equipos de trabajo: se apalancan proyectos específicos que van desde mejoras en la infraestructura edilicia hasta la participación en actividades académicas.
  • Talleres de aprendizaje: se trabajan temas de actualidad para el aprendizaje de padres e hijos.
  • Voluntariado: hacerlos participar activamente en eventos escolares y extracurriculares.
  • Enseñarles a enseñar: organizar encuentros para explicarles métodos de estudio y organización del tiempo para que los puedan aplicar en casa y apoyar a sus hijos.
  • Red de padres mentores: formarlos con herramientas de mentoría para que colaboren en la promoción de una cultura de aprendizaje compartido.
  • Escuela para padres.


Para lograr una buena comunicación asertiva:

  • Reuniones individualizadas.
  • Encuentros informales: espacios donde docentes y padres compartan logros y áreas de mejora de forma distendida.
  • Canales de retroalimentación: espacios en línea (formularios, encuestas) donde los apoderados pueden expresar inquietudes y sugerencias. 
  • Foros educativos: se abordan temas relevantes para las familias.
  • Encuestas de clima escolar.
  • Reconocimientos especiales: menciones especiales a todas aquellas familias que participan proactivamente en las actividades escolares.

Bibliografía:

  1. Padres brillantes, maestros fascinantes, Augusto Cury.
  2. Docentes que dejan huellas: estrategias para optimizar el crecimiento, Gustavo Martínez.
  3. Neuroeducación: lo que nos enseña el cerebro, Francisco Mora.
  4. Educar sin GPS, Ares González.
  5.  Criar con salud mental. Lo que tus hijos necesitan y solo tú puedes dar, María Velasco.
  6. La educación de las virtudes humanas, David Isaacs. 

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