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Regístrate y accede a la revistaEl informe 2024 del Centro de Estudios del Ministerio de Educación revela que los estudiantes que cuentan con un apoyo constante de sus familias tienen tasas más altas de asistencia escolar y un menor riesgo de sufrir inasistencia grave. De todo esto y de los desafíos para el 2025 conversamos con Rebeca Molina, directora ejecutiva de Fundación Presente.
La investigación del Centro de Estudios del Mineduc ha puesto de manifiesto el impacto de las familias en la asistencia escolar. Pero, además, se trata de un apoyo que resulta más importante en contextos de vulnerabilidad, donde se revela como un factor protector fundamental que no solo fomenta la continuidad educativa de los estudiantes, sino que también tiene un impacto positivo en su bienestar socioemocional.
Rebeca Molina, directora ejecutiva de Fundación Presente, profundiza sobre cómo este acompañamiento familiar es clave para el éxito escolar y cómo se debe transformar la relación entre las familias y las escuelas para generar un impacto aún mayor. Según Molina, las familias deben ser vistas no como meros observadores del proceso educativo, sino como “copilotos” fundamentales en este viaje. “No tenemos que juzgar a las familias ni imponerles lo que deben hacer, sino fomentar relaciones de respeto y colaboración”, explica la profesional, haciendo énfasis en la importancia de reconocer su valor como aliados en la educación de los estudiantes.
A pesar de la importancia del involucramiento familiar, existen barreras significativas que dificultan la participación activa de las familias en la vida escolar de sus hijos. Una de las más comunes es la desconfianza y la tensión que se ha ido generando entre estas y las escuelas. Molina explica que, especialmente en contextos de vulnerabilidad, a menudo se percibe a la escuela como un espacio de reproche: “Cuando el colegio llama a los padres y apoderados, muchas veces sienten que es para criticarles algo o para decirles que no están haciendo bien su labor”, afirma Rebeca. Esta percepción genera un miedo a la confrontación, lo que aleja a las familias y dificulta su involucramiento en el proceso educativo.
“Cuando las familias y las escuelas trabajan juntas, pueden ofrecer a los estudiantes las mejores condiciones para que se desarrollen de manera integral, mejorando no solo su rendimiento académico, sino también su capacidad para enfrentar los desafíos de la vida con confianza y determinación”.
Por otro lado, la falta de confianza no es unilateral. Las escuelas, en muchos casos, también tienen temores sobre el involucramiento de las familias, ya que en ocasiones puede generar tensiones y convertirse en una fuente de crítica constante a las prácticas educativas. Este distanciamiento mutuo, marcado por la desconfianza, tiene un impacto directo en los estudiantes, quienes se encuentran en medio de esta contradicción entre lo que dicen los padres y lo que dicen los profesores. Esta falta de alineación afecta la actitud de los estudiantes hacia la escuela, sus hábitos de estudio y, finalmente, su asistencia regular a clases.
Molina hace un llamado a las escuelas para que involucren a las familias en la comprensión del impacto directo que tiene la asistencia escolar en el desarrollo de los estudiantes. Explica que la asistencia a clase no solo influye en el rendimiento académico, sino que también desarrolla habilidades socioemocionales fundamentales para la vida adulta. “Los jóvenes que asisten regularmente a la escuela aprenden a gestionar su tiempo, a ser responsables y a superar los retos que surgen en su vida diaria, habilidades que no solo les serán útiles en el ámbito académico, sino también en su desarrollo personal y social a largo plazo”, explica la profesional.
Por ello, apunta Molina, involucrar a las familias en este proceso, entendiendo que la asistencia escolar es un componente clave para el bienestar integral de los estudiantes, “es fundamental para garantizar que los jóvenes no solo asistan a clases, sino que realmente valoren y aprovechen cada oportunidad de aprendizaje. Cuando las familias y las escuelas trabajan juntas, pueden ofrecer a los estudiantes mejores condiciones para que se desarrollen de manera integral, mejorando no solo su rendimiento académico, sino también su capacidad para enfrentar los desafíos de la vida con determinación”.
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