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Regístrate y accede a la revistaEn un engranaje clave para el aprendizaje se han transformado los líderes intermedios en EMTP. Además de orientar, acompañar y trabajar en la formación de las personas, contribuyen en el diseño e implementación de planes de mejoramiento de los establecimientos educacionales.
“Implementar las políticas educativas y asegurar que se cumplan los objetivos de las Bases Curriculares TP (2013) que finalmente llegan a nuestros estudiantes, como también contribuir al éxito de los programas educativos técnico-profesionales son parte de los roles de los líderes intermedios en EMTP”, nos cuenta el padre Humberto Loyola, quien es el presidente de la Fundación Piamarta, sostenedor de tres colegios que atienden en conjunto a cerca de 6.600 alumnos.
Sucede que el rol principal de un líder intermedio en la Educación Media Técnico-Profesional (EMTP) es actuar como un puente entre lo que el Ministerio de Educación y la Empresa 4.0 demandan y el equipo docente. Este líder tiene la responsabilidad, por ejemplo, “a través de la comunicación efectiva, de facilitar la comunicación entre los diferentes niveles de la institución, director, jefe de UTP, coordinadores y profesores TP, asegurando que todos estén alineados con la visión y los objetivos de las BBCCTP (Bienestar, Biodiversidad, Clima, Comunidades, Trabajo y Prosperidad), y lo que requiere el mundo laboral”, explica el padre Loyola.
“Fomentar una cultura de innovación y mejora continua para la EMTP es esencial para promover una educación de calidad, que avanza conforme a los tiempos y le brinda nuevas oportunidades de fortalecimiento a la enseñanza TP, como es la articulación con el medio local y con la enseñanza superior”.
Por tanto, tal como asegura Pilar Alonso, directora ejecutiva de Fundación Grupo Educar, “el espacio que genera la relación entre los líderes intermedios, directores y profesores es de un tremendo potencial de colaboración, que permite antes que nada, focalizar las acciones en función de los aprendizajes”.
Lo anterior, explica Ignacio González, director de Planificación y Operaciones de Fundación Educacional Comeduc, sucede porque el rol de los líderes intermedios se relaciona con el hecho de poder garantizar las mejores condiciones posibles para que exista un clima propicio para el aprendizaje, “asegurando los procesos de reclutamiento y selección, administrativos como pago de sueldo o a proveedores, operativos como la mantención de infraestructura, entre otros que permitan a los liceos concentrarse en su foco principal y más importante: el aprendizaje de los estudiantes y sus trayectorias formativas”.
En conjunto con asegurar las mejores condiciones para el servicio educativo –señala Ignacio– un líder intermedio TP tiene un rol en la orientación, acompañamiento y formación de las personas que trabajan dentro de los liceos. “Ahí es clave el trabajo constante y sistemático con los equipos directivos, para poder apoyarlos en el diseño e implementación de planes de mejoramiento que les permita ir creciendo día a día hacia sus objetivos”.
En el caso de Comeduc, por ejemplo, los líderes intermedios son muy relevantes en términos de articulación, alianzas y convenios con organizaciones o instituciones de educación superior que se relacionan con las especialidades que brindan los liceos o que son grandes oportunidades de desarrollo para los estudiantes.
Un líder intermedio en la EMTP es clave para crear un entorno educativo positivo y efectivo, lo que a su vez impacta directamente en la calidad de la formación técnica. “Los mayores desafíos que hemos enfrentado son, por ejemplo, la resistencia de algunos docentes a modificar sus prácticas pedagógicas; salir de lo seguro, para innovar y asumir nuevas estrategias metodológicas que sean más acordes a los tiempos y a las necesidades de los estudiantes. También la búsqueda de agentes colaboradores, como son las empresas idóneas, para que nuestros estudiantes desarrollen sus prácticas profesionales”, explican desde la Fundación Piamarta.
“El espacio que genera la relación entre los líderes intermedios, directores y profesores es de un tremendo potencial de colaboración, que permite antes que nada, focalizar las acciones en función de los aprendizajes”.
Asimismo –menciona el padre Loyola–, otro de los desafíos es trabajar en “la desgana de nuestros estudiantes, que dificulta la realización de prácticas profesionales, ya que muchos no quieren perder sus vacaciones o quieren ingresar a la universidad, descartando el proceso final de práctica y titulación que implica el área TP, por lo cual, se debe realizar un proceso de acompañamiento por parte de los profesores y coordinadores TP, para el convencimiento de los estudiantes y revertir su primera decisión”.
Coinciden los expertos que hay muchas habilidades y competencias que se requieren a nivel intermedio para poder realmente impactar en la mejora continua de los liceos TP. “Por lo mismo, pienso que esta responsabilidad no recae únicamente en una sola persona, sino que en un equipo diverso que se complementa y apoya mutuamente en busca de los objetivos en común”, señala Ignacio González.
En opinión de Comeduc, los integrantes de ese equipo debiesen tener gran capacidad de escucha para comprender y conocer bien lo que están viviendo los profesionales y estudiantes en los liceos, mucha aptitudes de análisis para diagnosticar el apoyo que requieren los equipos, pensamiento estratégico para ser capaz de ver más allá de la contingencia, buscando siempre que los liceos puedan desarrollar e implementar planes estratégicos de forma autónoma dentro de los sellos o marco en común que se tenga a nivel de red. Por último, también es necesario una alta capacidad de innovación y articulación para ir constantemente armando alianzas u oportunidades acordes al contexto TP.
En tanto, el padre Loyola señala que “para un líder intermedio en el contexto de la Fundación Piamarta y su impacto en los establecimientos de educación técnico profesional, hay varias habilidades y competencias esenciales que son clave para su éxito. Menciono las más relevantes, entre ellas, el liderazgo inspirador: la capacidad de motivar y guiar a los equipos hacia una visión compartida es fundamental”.
Además, se encarga de la gestión de proyectos, es decir, tiene la habilidad para planificar, ejecutar y evaluar proyectos educativos. “Esto implica establecer metas claras, asignar recursos y monitorear el progreso”, señala Loyola. La gestión de proyectos es vital para un buen líder, que busca la consolidación de los procesos educativos a través de múltiples vías de acceso, que permitan a los estudiantes emular el mundo de la empresa, para una exitosa práctica y finalmente su proyección al mundo del trabajo o a la enseñanza superior.
Dentro del rol de los líderes también está el hecho de fomentar una cultura de innovación y mejora continua para la EMTP para promover una educación de calidad, “que avanza conforme a los tiempos y le brinda nuevas oportunidades de fortalecimiento a la enseñanza TP, como es la articulación con el medio local y con la enseñanza superior”, señala Loyola.
Para ello, en la Fundación Piamarta han ejecutado estrategias como “la implementación del ERP de Manager y Rex+. Ambos programas fortalecen la especialidad de Administración, estableciendo una certificación que les permite acceder de forma más eficaz al mundo laboral (a través de la Red Futuro Técnico y Sofofa)”, dice el padre Loyola.
“El foco del líder intermedio debiese estar en lograr que los liceos puedan implementar planes estratégicos que busquen ir mejorando los aprendizajes de los estudiantes e impactando en sus trayectorias formativas”.
En el caso de Comeduc, hace unos años implementaron un nuevo modelo de gestión que sumó a los clásicos indicadores de gestión escolar (matrícula, asistencia, aprendizajes estandarizados, titulación) otros indicadores ligados al ámbito de innovación TP (formación por alternancia, certificación de competencias, proyectos de innovación de estudiantes). “A su vez, se definieron nuevos sellos que buscan identificar a los 19 liceos de la fundación y la innovación es uno de ellos. Esto trajo consigo un aumento significativo en la participación de nuestros estudiantes en diversos concursos y eventos externos, siendo ganadores y destacados participantes en encuentros como Solve for Tomorrow de Samsung, Technovation Girls, ¡Go! Innova de Inacap, entre otros”, dice Ignacio González.
Patricia Jara, rectora del Centro Educacional San Lorenzo (comuna Recoleta), establecimiento que forma parte de la RED Irarrázaval, cuenta que para ellos, fortalecer la colaboración entre la EMTP y el sector productivo es fundamental para garantizar que los programas educativos estén alineados con las necesidades del mercado laboral. “Para lograrlo, es clave reconocer y buscar activamente esta relación, ya que es esencial entender que formamos a nuestros estudiantes para ingresar al mundo del trabajo, y una buena colaboración no solo fortalecerá su formación, sino que también mejorará el currículum y ofrecerá más oportunidades a los alumnos”.
-¿De qué manera implementan alianzas con el sector productivo?
-Hemos desarrollado una estrategia estructurada desde la gestión interna. Además, construimos dos Consejos Asesores, cada uno con objetivos claramente definidos, invitando a empresas destacadas del sector productivo de nuestra especialidad, así como entidades de educación superior, con quienes establecimos un calendario de reuniones y temas a abordar. Estos consejos fomentan la reflexión sobre el currículo de los estudiantes y otras temáticas relevantes. Además, permiten la evaluación de la implementación de nuestras estrategias educativas, buscando en conjunto la excelencia en el proceso de formación técnica y formativa.
Las colaboraciones con las empresas a través de estos consejos asesores nos han abierto posibilidades significativas, incluyendo:
Este enfoque integral asegura que nuestras alianzas sean productivas y beneficiosas para todos los involucrados, especialmente para nuestros alumnos, quienes se favorecen de una formación técnica de alta calidad y relevancia en el mercado laboral.
En primer lugar, esta alianza permite a las empresas contribuir a la formación de buenos técnicos y, lo que es aún más importante, de buenas personas que sepan desempeñarse en el mundo del trabajo y puedan aportar, mediante su trabajo técnico y su calidad humana, al desarrollo del país.
En segundo lugar, las empresas tienen la oportunidad de darse a conocer entre los jóvenes que están a punto de ingresar al mercado laboral. Al ofrecer experiencias previas como prácticas profesionales, charlas y visitas, las compañías pueden generar motivación e interés entre los estudiantes. Cuando las empresas participan en la formación de estudiantes, se fortalece la relación y el compromiso entre ambos. La empresa recibe un estudiante “fidelizado”, que desea desarrollarse dentro de ella y está interesado en completar su práctica de la mejor manera posible, incluso considerando la posibilidad de quedarse como empleado.
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