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Oct 2024 - Edición 287

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La mentalidad de crecimiento impacta los aprendizajes

Es un hecho que todos podemos aprender. Tal como coinciden los expertos, para que ello ocurra, es clave favorecer aquellos ambientes de aprendizaje donde la mentalidad de crecimiento esté presente.

Por: Marcela Paz Muñoz I.
La mentalidad de crecimiento impacta los aprendizajes

Hoy más que nunca, resulta urgente que los profesores puedan revisar las expectativas que tienen de sus estudiantes sobre las capacidades de aprender de cada uno. “¿Qué quiere decir eso? Que los docentes debiesen dejar de lado la creencia de que las mujeres aprenden mejor o no algunas asignaturas, o que algunos grupos económicos están en mejores condiciones para aprender que otros”, señala el psicólogo Jorge Varela, miembro del Laboratorio de Convivencia de la UDD.

En su opinión, esos prejuicios o nociones previas terminan por afectar las prácticas de enseñanza de los profesores.

De hecho, explica Florencia Mingo, directora ejecutiva de Fundación Impulso Docente, que “hoy sabemos con certeza, a partir de diferentes evaluaciones (SIMCE, PISA), que aquellos ambientes de aprendizaje donde la mentalidad de crecimiento (MDC) está presente permiten que nuestros alumnos aprendan más y de mejor manera”. 

Señala Mingo que la MDC se trata de una oportunidad, tanto para docentes como directivos. “Los primeros, incorporándola a sus rutinas de pensamiento, o a sus estrategias para generar ambientes de aprendizaje. Y los segundos están llamados a generar los recursos y adaptar su liderazgo para modelarla de manera cotidiana”.

“Resulta urgente que los profesores puedan revisar las expectativas que tienen de sus estudiantes sobre las capacidades de aprender de cada uno. ¿Qué quiere decir eso? Que los docentes debiesen dejar de lado la creencia de que las mujeres aprenden mejor o no algunas asignaturas, o que algunos grupos económicos están en mejores condiciones para aprender que otros”.  Jorge Varela, Psicólogo y miembro del Laboratorio de Convivencia de la UDD.

En la práctica, cuenta la directora del Liceo Bicentenario Minero S.S. Juan Pablo II en Alto Hospicio, Goighet Andrade: “cuando la comunidad educativa desarrolla una mentalidad de aprendizaje, y tiene como foco la creencia de que todas las personas pueden desarrollar habilidades acordes a sus potenciales y aprender a superar desafíos, los estudiantes verán que el resultado de los logros académicos y el aprendizaje significativo no vienen predeterminados, sino que pueden modificarse conforme lo haga la mentalidad del estudiante”.

Dice Goighet que, por esa razón, “las escuelas deben dar prioridad al aprendizaje por descubrimiento, considerando que la educación cambió; los profesores ya no somos quienes entregamos la información, esta viene dada en la era digital. Los docentes, sin embargo, debemos enseñar qué hacer con esta información y procurar que nuestras prácticas se renueven constantemente para alcanzar los objetivos de aprendizajes de los alumnos”.

De esta manera, para la directora del establecimiento que es parte de la RED Irarrázaval, esa mentalidad permite a los estudiantes desarrollar habilidades ligadas a la flexibilidad y a la búsqueda constante de mejora, lo que se traduciría en una disposición constante al descubrimiento de nuevas formas, que implica reaprender y explorar como una constante en su desarrollo vital.

“Hoy sabemos con certeza, a partir de diferentes evaluaciones (SIMCE, PISA), que aquellos ambientes de aprendizaje donde la mentalidad de crecimiento (MDC) está presente, permiten que nuestros alumnos aprendan más y de mejor manera”. Florencia Mingo, Directora ejecutiva de Fundación Impulso Docente

Lo anterior es lo que se denomina mentalidad de crecimiento, concepto acuñado por la doctora Carol Dweck. La autora plantea que existen dos tipos de mentalidad que definen el pensamiento: la fija y la de crecimiento. “La primera corresponde a una idea cristalizada de lo que uno es y de las potencialidades que es capaz de desarrollar. La segunda hace referencia al enfoque por el que es posible el desarrollo continuo y el cambio”.

Como dice Dweck, “muchas veces, creemos cosas sin darnos cuenta y estas creencias afectan la forma en que nos comportamos. En el caso de la mentalidad de crecimiento, se refiere a las creencias que tenemos sobre la naturaleza de la inteligencia. Tienes mentalidad de crecimiento si estás convencido de que la inteligencia puede cambiar, que es moldeable, en vez de fija, y por ende puedes ser más inteligente cada vez. Esta pequeña diferencia lleva a reaccionar de maneras muy distintas ante el fracaso”.

Lo que sucede en TP

Dice Goighet que trabajar una MDC permite a los estudiantes TP desarrollar su autoestima, confiar en sus capacidades y en las posibilidades del entorno de otorgar apoyos. “El instalar una cultura del error, que no signifique fracaso sino que sea visto como un impulso, fortalece su disposición a enfrentar con normalidad los cambios y los ajustes que necesariamente se requieren para avanzar en la vida, junto con mirar los desafíos siempre como una oportunidad”.

Explica la directora del Liceo Bicentenario Minero S.S. Juan Pablo II que, de esta manera, pueden aplicar y ejecutar lo aprendido durante su formación. “Es clave que conozcan esos conceptos, de manera de ir avanzando por medio de la práctica y la vinculación con la empresa, entendiendo que para formarse como técnicos deben conocer e involucrarse con la industria y sus exigencias y requerimientos. Por medio de la mentalidad de crecimiento, los estudiantes experimentarán la vida laboral desde una actitud receptiva y dispuesta a equivocarse, a manifestar sus interrogantes y a confiar en sus capacidades con humildad y ambición”.

En el caso del Liceo Bicentenario, y considerando las alianzas estratégicas que mantienen con CMDIC y ENAEX, “es fundamental que nuestros estudiantes TP adopten una mentalidad de constante crecimiento y desarrollen la capacidad de adaptarse a los diversos escenarios que exige hoy en día el mundo de la minería”.

“Los profesores basados en este conocimiento (MDC) utilizan la equivocación como una instancia de aprendizaje, para que el alumno no sienta vergüenza o frustración en este aspecto. La socialización de la equivocación es un tema que se debe conversar y evitar que genere sentimientos de fracaso y desmotivación”. Goighet Andrade, Directora del Liceo Bicentenario Minero S.S. Juan Pablo II en Alto Hospicio

Y para lograrlo, explica Goighet que los socios estratégicos del establecimiento han puesto a disposición del liceo a dos instructores mina, quienes imparten clases semanalmente. “Estos instructores no solo enseñan conocimientos técnicos, sino que también potencian habilidades blandas que son altamente demandadas en el sector productivo actual, tales como la resiliencia, la capacidad de trabajo en equipo y la adaptabilidad”.

“Además, complementamos estas acciones con nuestro programa de desarrollo personal, el cual tiene como objetivo fortalecer estas habilidades blandas. De esta manera, buscamos que nuestros egresados estén lo mejor preparados para afrontar los desafíos y exigencias de la minería actual”, agrega. 

Explica la directora que ese desarrollo personal es crucial para que los estudiantes puedan manejar el estrés, comunicarse eficazmente y adaptarse a los cambios constantes del entorno laboral. “Una mentalidad de crecimiento, promovida tanto por nuestras alianzas estratégicas como por nuestros programas internos, garantiza que los alumnos no solo sean competentes técnicamente, sino también resilientes y adaptables, cualidades indispensables para el éxito en el mundo laboral”, advierte Andrade.

La cultura del error y los cambios esperados 

Explica Goighet que los estudiantes pueden originar errores en diferentes ámbitos, por ejes: en el conocimiento se pueden generar errores en la comprensión y, también, cuando la naturaleza del aprendizaje se relaciona con falsas creencias, experiencias o conocimientos previos y los llevan a establecer relaciones equivocadas.

“Los profesores basados en este conocimiento (MDC) utilizan la equivocación como una instancia de aprendizaje, para que el alumno no sienta vergüenza o frustración en este aspecto. La socialización de la equivocación es un tema que se debe conversar y evitar que genere sentimientos de fracaso y desmotivación”, señala la directora. 

En la misma línea, Florencia Mingo recomienda desarrollar “la cultura del error, es decir, se trata de promover, permitir y abrazar el error como una oportunidad de mejora y aprendizaje, lo que se logra de muchas formas. Hay que partir enseñando que nuestros educadores planifiquen el error, lo piensen y lo esperen como parte natural del aprendizaje de sus estudiantes. Si está planificado, entonces hay un momento para destacarlo y hacerlo parte natural de la clase”. 

Lo anterior, señala Mingo, también se logra premiando el error como recurso de aprendizaje frente a todos los estudiantes: “Muestro el error de manera explícita; por ejemplo, al resolver un ejercicio de matemáticas, puedo destacar el error usual y explico por qué pasa y cómo evitarlo”.

Explica Florencia que “pondría foco cuando los alumnos creen que sus talentos y atributos, como la inteligencia o el carácter, están predeterminados y no cambian. Por ejemplo, cuando dicen ‘es que yo soy malo para la matemática’, ‘no me pida hacer eso, profe, si no puedo’, o ‘en mi casa saben que este es mi promedio y que no va a cambiar’”. 

El vínculo con el desempeño social y académico

La mentalidad de crecimiento, dice Mingo, tiene una relación directa y positiva con el desempeño social de los alumnos. “A mayor MDC, mayor aprendizaje académico, como nos ha mostrado PISA, por ejemplo, en la prueba de Matemática. A nivel de desempeño social, la MDC es una subhabilidad de Autoconciencia, por lo tanto, influye positivamente en la regulación emocional, que es la base de las habilidades sociales y emocionales. Hoy sabemos que estas son un importante predictor de muchos aspectos en el desempeño social: desarrollo o no de adicciones, satisfacción con la vida, entre otros”.

Asimismo, en el aprendizaje de adultos es clave el propósito, entender para qué y quiénes hacen el cambio. “En el trabajo con MDC hemos descubierto que muchas veces esa pregunta se responde primero desde el cambio que va a generar en mí como docente, como director, y luego sobre mis estudiantes. Después, si esa creencia ha sido movilizada, siempre es relevante contar con herramientas concretas para desarrollarla, algunas de las cuales son: aprender que el cerebro es maleable, halagar de manera precisa el proceso más que el resultado y generar una cultura del error”, concluye Mingo. 

El error como parte del aprendizaje 

Los alumnos pueden beneficiarse significativamente de un programa de desarrollo de mentalidad de crecimiento. “Lo aconsejable es que este enfoque medie todo el proceso de aprendizaje, en cada una de las asignaturas y en una cultura escolar que promueva el aprendizaje del error”, asegura Gilda Bilbao, directora del Programa de Formación Pedagógica-Facultad de Educación de la UDD.

En el contexto chileno, donde existen desafíos como las altas tasas de deserción escolar, la adopción de un enfoque que promueva la mentalidad de crecimiento puede ser una herramienta poderosa para mejorar los resultados educativos y preparar a los estudiantes para un futuro exitoso.

-¿Por qué los profesores deben velar para que sus alumnos vean en sus equivocaciones una ocasión de mejora? ¿Qué estrategias recomiendas que utilicen?

-Fomentar la visión de los errores como oportunidades de mejora es esencial para desarrollar una mentalidad de crecimiento, reducir el miedo al fracaso y mejorar la resiliencia, el pensamiento crítico y la autorreflexión en los estudiantes. Mediante la implementación de estrategias que apoyen esta perspectiva, los profesores podemos crear un ambiente de aprendizaje positivo y productivo que prepare a los estudiantes para el éxito a largo plazo. Sin embargo, en nuestra cultura nadie quiere cometer errores ni tampoco admitirlos, por lo que para valorar el error como parte del proceso de aprendizaje es necesario un cambio global de mentalidad. Los docentes tenemos que: 

  • Detectar tempranamente los errores en el aprendizaje para abordarlos antes de que se conviertan en problemas graves.
  • Identificar el tipo de error que se ha cometido: conceptual, procedimental o de comunicación.
  • Proporcionar apoyo adicional a los estudiantes que tengan dificultades en su aprendizaje y necesiten ayuda extra.
  • Entregar retroalimentación específica y enfocada en cómo mejorar, en lugar de simplemente señalar lo que está mal.
  • Compartir los propios errores y cómo aprendimos de ellos.
  • Organizar grupos de estudio donde los estudiantes puedan discutir sus errores y soluciones potenciales, fomentando un aprendizaje colaborativo.
  • Implementar evaluaciones formativas que ayuden a identificar errores durante el proceso de aprendizaje en lugar de esperar a las evaluaciones finales.

-¿Qué beneficios se observan?

-Al adoptar esta mentalidad, los alumnos ven los errores y las dificultades no como fracasos definitivos, sino como oportunidades para aprender y mejorar. Esto les permite enfrentar los desafíos con una actitud positiva, mantener la motivación incluso ante obstáculos y desarrollar estrategias efectivas para superar las dificultades, lo que fortalece su capacidad para recuperarse y seguir adelante en su aprendizaje.

Una mentalidad de crecimiento es especialmente beneficiosa para los alumnos de liceos técnicos que ingresan temprano al mundo laboral, ya que les permite adaptarse y prosperar ante los nuevos desafíos profesionales. Al considerar que sus habilidades y conocimientos pueden mejorar con el esfuerzo y la práctica, estos estudiantes están más dispuestos a aprender de sus errores y verlos como oportunidades de crecimiento en lugar de fracasos. Esto les ayuda a enfrentar el estrés y la incertidumbre del entorno laboral con una actitud positiva y proactiva, buscar activamente feedback y capacitación para mejorar su desempeño, y persistir en la resolución de problemas complejos, facilitando su integración y éxito en el ámbito profesional.

¿Qué estrategias pueden usar los docentes?

  1. Generar acciones donde el alumno tenga un rol activo, por ejemplo, brindándole la oportunidad para que analice su propio desempeño. Además, crear nuevas instancias que les permitan demostrar lo aprendido.
  2. Realizar preguntas y aclaraciones para que el alumno llegue a sus propias conclusiones.
  3. Es importante ofrecer retroalimentaciones a los alumnos sobre el avance de sus aprendizajes en el momento oportuno.

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