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Regístrate y accede a la revistaGilbert Chesterton decía que “la educación es simplemente el alma de una sociedad que se desplaza de una generación a otra”. Por tanto, es muy necesario que el colegio y las familias trabajen en equipo para que ese viaje sea fiel a las personas y a las circunstancias de cada tiempo.
El colegio ideal es aquel que, a partir de la misión, visión y valores que lo constituyen, involucra a los apoderados en la educación de sus hijos, forma y acompaña a sus docentes y logra que sus alumnos desplieguen todo su ser. Por tanto, cada establecimiento educacional debe saber que la educación integral incluye el trabajo con los apoderados ya que, con estos, siempre es más y mejor. Así lo demuestra el estudio “A new wave of evidence: the impact of school, family, and community connections on student achievement”, realizado por Anne Henderson y Karen L. Mapp en el 2002, el que concluye que, en la misión de educar estudiantes, la participación comprometida de los padres es decisiva, ya que mejora el rendimiento académico de sus hijos y promueve el aprendizaje activo y constante, a la vez que favorece la asistencia de estos a clases.
En consecuencia, el tiempo invertido en hacer o formar equipo con los apoderados es directamente proporcional al éxito escolar de los estudiantes, ya que permite reducir los índices de deserción escolar y de violencia, previene, orienta y encauza ciertos comportamientos, y colabora en la orientación personal y profesional de los mismos. Son los mismos apoderados quienes agradecen y valoran el recibir herramientas útiles para educar a sus hijos en el hogar; son ellos quienes siempre estarán para apoyar al colegio y darlo a conocer entre sus amigos y conocidos.
Una comunicación efectiva y afectiva constante entre docentes y apoderados sienta las bases para una colaboración fructífera y comprometida, ya que de esa forma se establecen canales abiertos y accesibles para compartir información relevante sobre los progresos académicos, los comportamientos y todo tipo de preocupaciones propias de todo proceso educativo.
Siguiendo a Henderson y Mapp (2002), es importante fomentar un ambiente de confianza donde las familias se sientan cómodas expresando sus inquietudes y contribuyendo activamente a la vida escolar de sus hijos. Sucede con frecuencia que el único espacio de escucha con que cuentan los apoderados para la educación de sus hijos -y muchas veces para resolver problemas matrimoniales- es el colegio.
Los docentes desempeñan un rol decisivo al proporcionar a los apoderados contenidos, orientaciones y recursos para apoyar el aprendizaje de sus hijos en casa. Así, por ejemplo, son importantes las sugerencias de actividades educativas y de recreación, las recomendaciones de juegos y de lecturas adaptadas a cada edad, el fomento de prácticas que regulen los hábitos de estudio, el establecimiento de horarios para tareas y la participación en proyectos familiares relacionados con el currículo escolar. Así, se favorece un ambiente de aprendizaje continuo y enriquecedor y empodera a los padres como colaboradores activos en la educación de sus hijos.
El colegio debe organizar actividades que involucren a los apoderados, ya que esto crea un fuerte sentido de pertenencia. Así, resultan excelentes experiencias las ferias de ciencias, Academias Literarias, talleres formativos, charlas y programas a cargo de profesionales especializados, eventos deportivos y culturales, actividades solidarias y de voluntariado. Estos medios proporcionan oportunidades de aprendizaje e interacción, fomentan el intercambio de experiencias y conocimientos, y crean un ambiente colaborativo entre docentes, apoderados y estudiantes.
Esta participación activa de los apoderados como socios en la educación de sus hijos fortalece la sana relación escuela-familia, mejora la comunicación y promueve una cultura de respeto y de confianza mutua. Es aconsejable que los docentes expresen su gratitud y reconocimiento a través de mensajes positivos en los boletines, invitaciones especiales a eventos escolares, o convocando a los mismos apoderados a presentaciones en clase, talleres temáticos, por ejemplo, porque esto genera ambiente de comunidad.
En este viaje de la educación de generación en generación, queda claro que la escuela y el hogar deben hacer equipo para que la educación sea integral. La afirmación de John Dewey, “La educación no es preparación para la vida; la educación es vida en sí misma”, viene a reafirmar que esta trasciende las aulas y los libros escolares para transformarse en una experiencia en constante evolución que abarca toda la vida del estudiante. Por ello, la colaboración entre docentes y apoderados enriquece el entorno educativo del alumno, forja su carácter y desarrollo personal y lo prepara para la vida. La educación es una experiencia vital en sí misma.
Tips para el trabajo en equipo de los docentes con los apoderados
Bibliografia
Por LUIS TESOLAT
Es coach educativo y ontológico, consultor, y conferencista en liderazgo, talento humano, gestión y transformación institucional. Actualmente es director del colegio Familia de Dios, perteneciente al Arzobispado de la ciudad de Rosario, Santa Fe, en Argentina.
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