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Regístrate y accede a la revistaReconocido el año 2022 con el Premio a las Artes Escénicas Nacionales Presidente de la República mención Ópera, Sebastián Errázuriz, compositor, productor y director de música, cuenta que su vocación comenzó en quinto básico, cuando conoce a su profesor de música, quien, como él mismo afirma, “lo vio”.
Conocido por su ópera Viento blanco sobre la tragedia de los rescatistas en Antuco, estrenada el año 2008 en el marco de los 150 años del Teatro Municipal de Santiago, Sebastián Errázuriz, compositor, productor y director de orquesta, ha realizado múltiples obras desde 1999.
En 2009, su obra La caravana fue estrenada en Estados Unidos por la Fort Worth Symphony. Además, estuvo a cargo de la Temporada de Conciertos de la Universidad San Sebastián. Entre sus presentaciones figura la ópera infantil Papelucho en el Municipal de Santiago, y la ópera Patagonia en los teatros del Lago, Biobío y Municipal de Las Condes. También se desempeñó como director titular de la Orquesta Sinfónica Regional Juvenil de Los Lagos. ¿Cómo fueron sus inicios en el mundo de la música? Aquí nos cuenta.
-¿Cómo fue tu etapa escolar?
-Estuve toda la vida en el mismo colegio, uno bien tradicional. Para mí fue muy marcador, en quinto básico tuve un profesor de música que fue fundamental: Claudio de la Melena. Incluso podría describir con detalle esa primera clase con él, lo que observaba, lo que decía, y yo te diría que él despertó y vio esta vocación. Y, además de las clases regulares de música, fue un gran apoyo cuando empecé a manifestar más inquietudes y quise estudiar guitarra. Me permitió entrar al taller que él lideraba para los alumnos de media, siendo que yo estaba en básica.
El nivelarme hacia arriba me pegó un tremendo empujón. Empecé a tocar con alumnos que eran más grandes que yo y que tenían un súper buen nivel, y eso me estimuló muchísimo.
”El mayor desafío en la educación tradicional chilena es ver esas individualidades que tenemos (los alumnos) dentro de una sala de clases”.
Además, este profe tuvo un acto muy generoso, un día él me dice, tipo segundo o tercero medio: “Sebastián, yo llego hasta aquí, te enseñé todo lo que te he podido enseñar en guitarra, entonces ahora, yo te voy a recomendar que sigas con clases particulares con este profesor”, que era uno de los principales guitarristas de Chile. Me pasa su tarjeta y me advierte, “este profesor en general no toma alumnos que estén en el colegio, les hace clases a personas que ya están en el camino profesional, pero le hablé de ti y dijo que te escuchará y luego tomará una decisión”.
Y así fue, lo llamé, me junté con él y ahí empecé un proceso súper marcador en la vida, que fue el tener clases con este profesor, Emilio García, que me preparó para la vida profesional.
-Dentro de lo tradicional del colegio, hubo un profesor que te captó…
-Claro, y era muy interesante la disonancia entre el estímulo de este profesor y lo que me decía el orientador del colegio, para quien la música era un hobby. Me acuerdo de que ese orientador me alentó mucho a estudiar psicología, pero no quedé en las universidades por las pruebas especiales, porque se evidenciaba que mi vocación estaba 100% en la música.
-¿Y qué hiciste en ese momento?
-Entré a estudiar Sociología en la Universidad de Chile, carrera fascinante, me gustó mucho, además me tocó un curso increíble.
Y terminé ese primer año muy bien, bastante convencido, siempre siguiendo mi carrera musical en paralelo. Pero ese verano me salió un trabajo como músico en Arica y después me fui de vacaciones con mochila a Perú y Bolivia, una experiencia inicial súper importante.
Al llegar a marzo, me entró la crisis total. “Por qué estoy aquí, si bien valoro la sociología, y no me parece una lata, sí tengo clarísimo qué quiero hacer con mi vida”. Un domingo, voy al ensayo con mis amigos con los que tenía una banda en el colegio, y que sí habían entrado a estudiar música, y ahí dije “qué estoy haciendo con mi vida, por qué no estoy con ellos y estoy estudiando una carrera que no es la que realmente quiero”.
Y ahí tomé la decisión y se vino una crisis familiar al dejar de ser un estudiante universitario para ser un estudiante de música popular en la Escuela Moderna. Logré que me aceptaran para entrar a mitad de semestre. Tuve la suerte de encontrarme con un director de escuela, Guillermo Rifo, que me creyó y dijo “vamos a hacer esta excepción”, bajo mi responsabilidad de ponerme al día.
-¿Y cómo fue esa etapa?
-Para mí fue un súper lugar. Tuve muy buenos profesores. Entré buscando conocer más, practicar más, conocer diferentes estilos y tipos de música, y sí, fue muy importante dentro de mi formación.
-Participaste en la inauguración de los Juegos Panamericanos 2023. ¿Cómo fue ser parte de este importante hito para el país?
-Es un regalo el poner el talento a disposición de equipos muy grandes y donde el trabajo va a tener una repercusión mucho más amplia. Eso me parece muy estimulante. Se me relaciona más con el mundo de la música clásica, si bien tengo una formación que atraviesa toda la música, pero la música clásica suele ser más de nicho, de espacios muy reducidos, acotados de audiencia. Entonces, verse involucrado en un proyecto como la inauguración de los Panamericanos, con el Estadio Nacional lleno y más encima transmitiendo en vivo a todo el continente, una ceremonia que vio mucha gente, esa dimensión masiva no la tenía en mente, y las veces que ha sucedido es muy potente.
-¿Por qué la música clásica sigue vigente hoy?
-Porque es un recurso, una manera de encarar el trabajo que va directamente a la emocionalidad de las personas. Los instrumentos que usamos tienen un componente expresivo que es muy consistente.
Y eso es súper evidente cada vez que ocurre. Lo extraño es que el medio, por mucho que lo evidencia, todavía no lo internaliza como algo natural, algo esperable que habría que buscar de manera más permanente.
-El año pasado recibiste el Premio a las Artes Escénicas Nacionales Presidente de la República mención Ópera, ¿cómo fue este reconocimiento?
-Fue increíble. Es un reconocimiento súper importante. Me pasa que vengo de la música popular, de ahí pasé a la música clásica, hago arte escénico, estoy metido con el mundo de la ópera, de la danza contemporánea, con el mundo del cine. Soy un bicho raro bastante único e inclasificable, que no se casa con un solo territorio, y eso a veces hace que las cosas sean un poco complicadas. Que exista este premio con mención en Ópera y haberme ganado la primera versión, fue un tremendo reconocimiento por parte de mis pares y del Estado. Es como un premio de la sociedad al trabajo.
Lo sentí como un respaldo muy potente, como si me dijeran “creemos que te mereces esto, te lo agradecemos, y te damos algo para que estés tranquilo y te sientas con la capacidad de seguir adelante”.
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