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Dic 2024 - Edición 289

Familia y colegio unidos en el aprendizaje

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La evaluación como parte de la formación en EMTP

Desde SNA Educa revelan la importancia del primer instrumento de evaluación de los aprendizajes para EMTP, adaptado a las necesidades del sector productivo y que están implementando desde el año pasado. Por su parte, los liceos Sofofa y los colegios de Fundación Nocedal explican herramientas que trabajan en esa línea para mejorar los procesos de enseñanza.

Por: Marcela Muñoz I.
La evaluación como parte de la formación en EMTP

Hace cerca de cinco meses que está en ejecución un proceso piloto para el diseño de evaluaciones en competencias TP que puedan ser replicables en los establecimientos escolares, y los resultados hasta ahora son promisorios, nos cuenta Raimundo Larraín, director académico de SNA Educa. 

Sucede que las evaluaciones en la educación media y en la educación en general permiten revisar los aprendizajes de los alumnos y, en definitiva, mejorar la enseñanza. “Lo anterior apunta principalmente a que los docentes puedan tener información lo más frecuente y regular posible sobre cuánto están avanzando o no sus estudiantes, para que puedan hacer los ajustes necesarios”, dice Larraín.

Raimundo Larraín, Director académico de SNA Educa:
“Nuestro piloto comienza con tres especialidades: Mecánica Automotriz, Electricidad y Mecánica Industrial. El próximo paso es incorporar todas las especialidades que se imparten en SNA Educa”. 

Concuerda con aquello Manuel Danemann, coordinador del área TP en Fundación Educacional Nocedal, para quien “saber medir oportuna y sistemáticamente, con foco en la gestión, resulta clave en la formación de alumnos. Es muy ilustrativo ese dicho de que lo que no se mide no se gestiona y, por tanto, la medición debe estar al servicio de la mejora con datos actualizados, conectados con la apropiación curricular”. 

Lo anterior, advierte Manuel Danemann, exige estándares de calidad en los instrumentos, seriedad en la aplicación y tiempo para la gestión. “Añadiría que es clave también poder identificar el estado socioemocional de los alumnos, del que hemos tomado mayor conciencia en estos últimos años”.

Aquello es clave, porque si la evaluación es esencial en todas las modalidades de la educación para conocer y avanzar en los aprendizajes, en la educación técnico profesional es más importante aún, porque las competencias técnicas de los alumnos se van formando, toman tiempo y son graduales, nos cuenta Larraín. “Tú no aprendes a utilizar el torno si antes no conoces muy bien el uso de las herramientas de protección personal, y para eso debes tener un aprendizaje que es gradual. Por tanto, si la competencia previa no se logra, es muy difícil que se vayan logrando las siguientes”, señala.

Por esta razón, desde noviembre del año pasado, el programa piloto se empezó a implementar en los cursos de primer y segundo año medio en los 20 establecimientos que conforman la red SNA Educa, de los cuales 19 son técnico profesionales, en los que se dictan 18 especialidades y se educa a más de 13.000 estudiantes. 

Manuel Danemann, Coordinador del área TP en Fundación  Educacional Nocedal:
“Parte de los desafíos de la educación es saber medir, abandonar el miedo a la evidencia del impacto sobre lo que se hace o se deja de hacer. De otra forma, no hay progreso”.

“El proyecto surge porque un gran desafío que presenta la educación técnico profesional en Chile es la falta de estandarización de los procesos de evaluación de competencias en el mundo técnico profesional. De hecho, existe mucha más estandarización en la formación científico humanista, por ejemplo, en comprensión lectora, el dominio de las matemáticas, los conocimientos.  En la educación técnico profesional hay un grado de subjetividad importante, principalmente porque al momento de evaluar recae la responsabilidad principalmente en el profesor”, explica Raimundo. 

Cuenta el académico de SNA Educa que actualmente no existen herramientas de estandarización por competencias en el área técnico profesional que permitan mantener un estándar, independiente del colegio que está impartiendo la especialidad y del profesor que la está enseñando. “Ese es el gran desafío que buscamos “, señala.

En el caso de la Red de liceos Sofofa, explica Josefina Hughes, subgerente de Educación, “como Red de Liceos Sofofa, vivimos en un ciclo permanente de análisis, reflexión y acción en torno a la mejora continua, lo cual se inició al estandarizar nuestros liceos bajo la norma ISO 9001 e ISO 21001, esta última específica para organizaciones educativas”. 

Cuenta Josefina que el principal propósito de las normas es reconocer a las instituciones por la calidad del servicio educativo que entregan, “lo que ha permitido a nuestros estudiantes abrirse a nuevas oportunidades, con títulos reconocidos por la industria nacional e internacional. Gracias a ello, por ejemplo, hoy contamos con el programa interno ‘Un Nuevo Técnico para Chile’, donde jóvenes recién egresados de nuestros liceos van a trabajar por un año a empresas altamente competitivas en Alemania”.

Josefina Hughes, Subgerente de Educación de la Red de Liceos Sofofa:
“El foco en la mejora continua nos hace constantemente analizar lo que hacemos y el cómo lo hacemos, teniendo la capacidad de integrar y documentar lo que funciona bien, y mejorar o desechar lo que no está teniendo un impacto positivo en nuestra comunidad educativa”.

En opinión de Josefina, es crucial contar con estándares que permitan reconocer aquello que “hacemos bien, y poder identificar las brechas existentes y focalizar la gestión. En educación, el lograr un estándar determinado certifica la calidad de los aprendizajes obtenidos, entregando información valiosa, ya sea para la continuidad de estudios o para la inserción en el mundo laboral, y ello permite una construcción de trayectorias formativas más efectivas y exitosas”. 

Explican desde los liceos Sofofa que, además, al evaluar, “le estás dando importancia a eso que estás evaluando, ayudando a identificar lo que es relevante y hacia dónde se debe focalizar la formación. Creo que, así como el Sistema de Gestión de Calidad contribuye a esta tarea, los Estándares Indicativos de Desempeño para la EMTP, junto con las visitas que realiza la Agencia de la Calidad, son herramientas valiosas para contar con una hoja de ruta clara. Invita a mirarnos permanentemente, a atrevernos a cambiar aquello que sabemos y tenemos evidencia de que se debe mejorar, y medir la efectividad de lo que hacemos”, señala Hughes. 

Evaluar de la mano del sector productivo

Hoy en día, el sector productivo tiene cambios mucho más rápidos de los que se observan en el ámbito escolar, por tanto, es clave estar al día y conocer cuáles son las necesidades de las empresas sobre la formación de los alumnos de EMTP.

Cuenta Raimundo Larraín que, en vista de lo anterior, “creamos planes y programas propios para hacer un match, y así poder elaborar evaluaciones por competencias que sean de un nivel que apunte a ese perfil que queremos y a lo que la empresa del sector productivo necesita”. 

Para ello, explica Larraín, realizan un diseño de atrás para adelante, “a partir de lo que el sector productivo está pidiendo, vale decir, que nuestros estudiantes tengan ciertas competencias. Hemos diseñado un plan piloto para primero y segundo medio que es progresivo respecto del nivel de dificultad y de complejidad, y que permite poner mucho foco en el proceso que los estudiantes tienen que llevar a cabo”. 

El modelo está inspirado en las evaluaciones que WorldSkills aplica en Chile y que son de gran nivel. “Combinamos lo que hoy día buscamos en nuestro perfil de egreso, lo que está establecido en los planes y programas, y lo que vemos que el sector productivo está solicitando de nuestros alumnos. Entonces, conjugamos variables para definir las competencias que queremos evaluar y estandarizar”.

Parte del trabajo incluye también una retroalimentación con los docentes, porque ellos son parte importante del proceso. “Es un ciclo súper virtuoso que permite detectar brechas, y en el caso de los profesores, pueden detectar aquello que hay que mejorar, dónde se debe capacitar y recibir una adecuada retroalimentación de todo el proceso”, señala Raimundo Larraín.

En todo caso, afirma Josefina que “el foco en la mejora continua nos hace constantemente analizar lo que hacemos y el cómo lo hacemos, teniendo la capacidad de integrar y documentar lo que funciona bien y mejorar o desechar lo que no está teniendo un impacto positivo en nuestra comunidad educativa”.

Explica Hughes que, cuando han estado en procesos de auditorías externos e internos, “y, por ejemplo, recorremos los liceos junto con los auditores observando si están limpias las canaletas, o entregamos la evidencia de las encuestas de satisfacción de nuestra comunidad educativa, entre muchas otras cosas, sabemos que es una oportunidad para levantar la mirada y alegrarnos por aquello que hacemos bien,  y mejorar lo necesario. El clima escolar, la dignidad en cada espacio, el contar con canales de comunicación fluidos, el foco en el proceso de enseñanza-aprendizaje, entre muchas otras cosas, contribuyen a la formación de cada estudiante e impacta en ellos y sus aprendizajes”. 

En el caso de los colegios de la Fundación Nocedal, cuenta Danemann, “estamos aplicando el test de Inacap que mide la apropiación curricular de los objetivos de aprendizaje TP en las especialidades. El reporte nos entregó luces interesantes. A partir de los resultados, estamos diseñando el plan para abordar las brechas. Estamos explorando también mediciones de habilidades para implementar más adelante. En lo socioemocional, igualmente aplicamos mediciones”.

Dice Danemann que es necesario elevar los estándares del sector TP, a través de evaluaciones que permitan dar información precisa acerca de la calidad de la formación TP. “La educación TP debe estar tanto o más posicionada que toda la trayectoria escolar, desde preescolar. Imposible que se consiga elevar nada sin datos. En ninguna de las áreas del desarrollo humano, profesional o técnico, se hacen las cosas a ciegas o por intuición cuando se quiere trabajar con seriedad. Parte de los desafíos de la educación es saber medir, abandonar el miedo a la evidencia del impacto sobre lo que se hace o se deja de hacer. De otra forma, no hay progreso”. 

El caso del Liceo Bicentenario Técnico Las Nieves

Carmen Campos, directora del establecimiento, explica la importancia de evaluar, aunque señala que “no podemos ser los mismos colegios quienes seamos juez y parte de certificar la calidad del proceso educativo”.

La evaluación para el aprendizaje es clave en nuestro marco curricular y legal para asegurar calidad, equidad y eficiencia en nuestros establecimientos escolares; en orden a ello, sin duda es relevante contar con evaluaciones estandarizadas en el área TP; pues estas permitirán establecer la ruta a seguir en el desarrollo de aprendizajes: competencias y capacidades.  

La calidad y excelencia que esperamos desarrollar en nuestras aulas debe procurarnos datos fidedignos desde este tipo de evaluaciones, pues la calidad queda asociada a los logros de aprendizaje que se derivan del currículum nacional y de la evaluación según estándares de igual naturaleza.  

Con respecto a los aprendizajes específicos de cada especialidad, si bien son diferentes, se pueden estandarizar en relación con la estrategia de evaluación y los tipos de instrumentos, esperando avanzar hacia una planificación a la inversa y estudio del instrumento.

Cuenta Carmen que en su establecimiento, que es parte de la RED Irarrázaval, están convencidos de la importancia de elevar los estándares del sector TP, “mediante evaluaciones para el aprendizaje, pues contar con evaluaciones estandarizadas se convierte en un factor de equidad y acorde con las necesidades del país y del mercado laboral. Creemos que mesas interdisciplinarias son fundamentales y nuestro paso siguiente es profundizar en estrategias evaluativas diversas, pero que nos aporten datos estandarizados”.

Metodologías de evaluaciones basadas en el estudiante

El Instituto Superior de Comercio en Coquimbo, ahora convertido en un Liceo Bicentenario de Excelencia, “busca formar personas autodisciplinadas, reflexivas y creativas, que respondan a los desafíos que nos plantea la nueva Educación Pública”, nos cuenta Mélida Fibla, jefa técnica del establecimiento.

Mélida Fibla, quien lleva más de diez años como jefa técnica, y que también ha ejercido como orientadora y evaluadora, es una convencida de que más que revisar el tema de las evaluaciones respecto de la mejora de los aprendizajes técnico profesionales, “lo más importante es trabajar en función de los perfiles de egreso, los que debieran ser actualizados constantemente, en un trabajo colaborativo con los Consejos Asesores Empresariales (CAE)”.

Mélida, galardonada con el premio de excelencia académica y parte de la Red de Maestros de Maestros, revela que su establecimiento está cerca de cumplir 119 años al servicio de la educación técnico profesional, y cuentan con 800 alumnos, distribuidos en 24 cursos y tres especialidades: Programación, Contabilidad y Administración mención Logística.

-Dentro del aprendizaje TP, las evaluaciones permiten avanzar, ¿de qué manera realizan el diseño en competencias TP?

-Aún no llegamos al nivel de evaluación por competencias a un nivel sistematizado. De hecho, en este momento, estamos enfocados en el desarrollo de competencias blandas y/o habilidades sociales, las que serán evaluadas en la asignatura de Atención al Cliente y en las pasantías a las empresas, que este año iniciarán nuestros estudiantes de 3° medio. 

Para 4° medio, tenemos planificado realizar pasantías de una semana, las que serán evaluadas por los tutores de las empresas, en coherencia con la pauta de cotejo, basada en el perfil de egreso. En todo caso, es necesario señalar que se trata en ambos casos de evaluaciones formativas.

-¿Cuál es la metodología que implementan al momento de evaluar?

-Realizamos evaluaciones según las especialidades, por ejemplo, en la especialidad de Programación, se miden los trabajos realizados por los estudiantes, en cuanto a administrar programas de fácil ejecución, desarmar y configurar equipos, administrar bases de datos, etc. Estos trabajos se evalúan con la misma rúbrica que pone el Mineduc a disposición de los docentes y que están incorporados en los programas de estudios.

En la especialidad de Contabilidad, se evalúan confección de trabajos prácticos de ejercicios de contabilización de operaciones comerciales, cálculo y registro de remuneraciones, inventarios, elaboración de informes contables, acompañados de una rúbrica de evaluación, basada en los criterios de evaluación entregados por el Ministerio.

En Administración, la evaluación es similar a la de Contabilidad, destacando la elaboración de productos, servicios o proyectos de mediana complejidad, por ejemplo, análisis de estudio de casos, juegos de roles, demostraciones, resoluciones de problemas, etc., todo acompañado de una rúbrica, de acuerdo con las sugerencias del Ministerio.

Las metodologías son todas activo-participativas centradas en el estudiante y en el trabajo colaborativo, tradicionales, de papel y lápiz, de selección múltiple, ensayos, bitácoras, trabajos prácticos, juegos de roles, mesas redondas, de acuerdo con la asignatura y/o módulo. 

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