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Regístrate y accede a la revistaLuz María Budge, presidenta del Consejo Nacional de Educación (CNE), profesora de literatura, quien también fue directora del Colegio San Joaquín de Renca, y decana de dos instituciones de educación superior, cuenta que durante su etapa escolar, era esforzada, perseverante y muy participativa. Sobre su infancia, vocación, recorrido y su mirada de la educación hoy, reflexiona en este Lado B.
-¿Cómo fue su infancia?
-Muy feliz, viví con mis abuelos y padres en una casa antigua llena de misterios, rodeada de adultos de quienes aprendía cosas tan distintas como cocinar, cuidar un loro, pegar estampillas y oír cuentos. Entré al colegio en tercero básico, aprendí a leer y escribir en inglés con Miss Gladys Barnes, una inglesa que iba a mi casa en las tardes. Entrar al colegio fue traumático, pero muy rápidamente me incorporé y fui muy feliz.
Nunca fui una alumna estrella, fui esforzada y perseverante. No recuerdo haberme destacado mucho, pero lograba buenas notas y era muy participativa.
-¿Algún profesor que recuerde?
-La verdad es que creo que me quedé con lo mejor de cada una de mis profesoras, algunas por sus gestos cariñosos, otras por los desafíos que planteaban, otras por los conocimientos que entregaban.
Me acuerdo de las clases de Biología, con profesoras divertidas, agudas, con mucho análisis de casos, y me encantaba el orden del pensamiento científico.
-¿Alguna anécdota de ese tiempo?
-Más que anécdota, recuerdo las clases con tocadiscos en que aprendíamos inglés oyendo Jesus Christ Superstar el mismo año que se estrenó en Broadway, y cantábamos y bailábamos en la sala haciendo coreografías. Aprendimos Shakespeare con discos también.
-¿Cuándo surge la vocación docente?
-Creo que la vocación nació cuando me vi enfrentada a 30 alumnas solo cinco años menores que yo, y que esperaban que yo les enseñara tragedia griega en inglés y les explicara usando inglés nativo como al que estaban acostumbradas.
-¿Y cómo fue esa experiencia como profesora?
-Trabajé 18 años como profesora de literatura inglesa y me llenaba de alegría el desafío que significaba incorporar los clásicos, y motivar a los alumnos a la buena lectura y a entender al ser humano desde el análisis de los personajes.
-Después asume como directora, ¿cómo da ese salto?
-De repente apareció la oportunidad de hacer un cambio radical y lo tomé de inmediato, sin sospechar lo mucho que tendría que estudiar y aprender. Cada día en la dirección del Colegio San Joaquín de Renca de la Fundación Astoreca fue como hacer un triple doctorado.
-¿Cómo debieran ser los profesores hoy?
-Siento que los profesores de hoy enfrentan el enorme desafío de comprender que sus alumnos tienen todo el conocimiento que necesitan a través de sus celulares o computadores, entonces se necesita que los guíen a buscar, a leer, a distinguir, a comparar, a jerarquizar. Actualmente, importa mucho más el que los profesores hagan preguntas que detonen curiosidad y ansias de saber. Hoy no se dicta contenido, se enseña a buscarlo.
-¿Hacia dónde va la educación en Chile?
-Me preocupa ver que estamos quedándonos atrás. La comprensión lectora no puede mejorar si los niños no leen más que textos de dos párrafos y se les hacen preguntas de localización; en países más desarrollados se orienta a la lectura desde kínder y se lee con vocabulario más amplio, lo mismo las matemáticas, en que las cuatro operaciones se enseñan con mucha fuerza los primeros tres años de enseñanza básica. Me preocupa sentir que el inglés y la tecnología aún no son una prioridad.
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