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Regístrate y accede a la revista“No puedo enseñar nada a nadie, solo les puedo hacer pensar”, decía Sócrates, citado por Platón en sus Diálogos. Esta afirmación tan disruptiva viene muy bien para que los docentes reflexionen acerca de aquello que siempre deben tener presente cuando están frente a sus estudiantes –un “primero lo primero”, diría Peter Drucker–, y es enseñarles a que aprendan a pensar, que todo lo demás viene por añadidura. Más que llenar cabezas de ideas, deben generar el clima adecuado para que estas despierten, salgan a la luz y florezcan.
El encuentro más importante en la vida de los estudiantes no es con sus docentes sino con ellos mismos: más que parecerse a sus profesores deben parecerse a ellos mismos. Por eso, es clave ayudarlos a que crean en sí mismos para que lideren los cambios y transformaciones personales que les harán alcanzar lo que es bueno y necesario. Un docente con maestría hace florecer vidas y entiende que, más que dar debe generar, despertar, ilusionar y apasionar a sus alumnos.
Una educación integral implica un fuerte trabajo en equipo entre el colegio y las familias: más que puertas adentro o puertas afuera, se trata de tener las puertas abiertas. Muchas veces los padres están desorientados a la hora de educar a los hijos, les faltan fuerzas y herramientas, o no saben cómo, además de que muchos están cansados, enojados o desanimados. Educar hoy en valores es una tarea titánica que requiere de mucha motivación, formación y acompañamiento.
No existe una escuela donde un papá o una mamá asisten unos años, hacen unos ramos, rinden exámenes, ponen en práctica la teoría y salen hijos maravillosos. Algunos colegios tienen una escuela para padres cuya finalidad es brindarles herramientas –charlas, cursos, conferencias, talleres, bibliografía, dirección espiritual, tutorías– más o menos pautadas para acompañarlos en la educación de sus hijos. Es una excelente iniciativa para implementar y sostener en el tiempo con personas entrenadas y capacitadas para hacerlo profesionalmente.
A todos aquellos docentes que están educando padres o desean comenzar a hacerlo, les brindo unos tips que pueden trabajar desde la escuela de padres, tutorías, reuniones u otros medios que el colegio tenga previsto:
En el caso de la familia y de los padres y/o apoderados, las acciones buenas merecen los elogios, pero jamás premiarles y, menos, darle dinero, ya que así se destruye la moral de los hijos y terminarán pensando que todo el mundo les debe premios por hacerse la cama, o lavar el auto, o ir al colegio y aprobar las materias, ser puntuales, respetuosos, agradecidos, que son sus obligaciones básicas y lo poco que se les pide.
Recuerdo una vez a un estudiante que le decía a su profesor: “Profesor, si usted no me aprueba, me quita el premio”. Los logros que tengan los alumnos, a consecuencia de sus buenas acciones, los llevarán en sus mentes y corazones, pero no en sus billeteras.
Por lo tanto, ¿por qué solo enseñar a pensar a los estudiantes cuando la afirmación de Sócrates no distingue roles? En consecuencia, los docentes, además de educar alumnos, tienen también el inmenso desafío de educar integralmente a los padres. En ellos hay recursos que extraer, talentos que potenciar, posibilidades que generar, fuerzas que motivar, deseos que concretar, esperanzas que despertar, virtudes que enseñar y trabajar, felicidad que encontrar. Si de trabajo en equipo se trata, los colegios deben incluir a quienes por naturaleza son la célula básica de la sociedad. Es con ellos hoy más que nunca.
Si quieren profundizar más sobre este tema, les entregamos esta bibliografía que hemos seleccionado especialmente para ustedes.
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