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Oct 2024 - Edición 287

Acciones para una sana convivencia escolar

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Testimonios de ayer y de hoy

Conversamos con Paulina Dittborn, quien fuera directora nacional de los Colegios Santo Tomás ligados a la Universidad Santo Tomás y miembro del comité editorial de Revista Educar, y Víctor Reyes, actual director del Liceo Bicentenario de Excelencia Polivalente San Nicolás. Aquí sus reflexiones acerca de cómo liderar con éxito un colegio y gestionar una comunidad educativa.

Por: Marcela Paz Muñoz I.
Testimonios de ayer y de hoy

Paulina Dittborn

Contar con un buen director a la cabeza es clave. De hecho, cuenta Paulina Dittborn que a ella le correspondió dirigir varios establecimientos: “Siempre me ocupé de tener directores que sintieran la importancia de su misión, de su trabajo. Que quisieran lo mejor para sus estudiantes y que ello se plasmara en tratar de conseguir los mejores profesores de la plaza para su colegio, y de generar el ambiente más apropiado para que los niños y jóvenes pudieran estudiar y desarrollar sus habilidades extraprogramáticas”. 

No era un trabajo fácil, explica Paulina. “Me di cuenta de que son personas escasas de encontrar. Requiere hacer del colegio un espacio en el cual los profesores se puedan desarrollar y encuentren respaldo, los apoderados sean bienvenidos y escuchados y los asistentes de la educación también reconozcan la importancia de su trabajo. Es una persona capaz de comprometer a muchos con la misión invaluable de dar verdadera educación a muchísimos niños y jóvenes”.

-¿Cómo debería ser un director? ¿Cómo compatibilizar las tareas administrativas con el trabajo de formar equipos y liderar un establecimiento?

-El verdadero líder es una persona generosa, que busca que sus colaboradores destaquen y que respalda las acciones de bien en la comunidad. Según mi experiencia, este tipo de personalidad se gana automáticamente el respeto de la mayoría de las personas con las cuales le toca trabajar. 

Con lo anterior, el director ya tiene la mitad del trabajo hecho. Además, se trata de una persona que sabe escuchar, que discierne de manera equitativa ante el conflicto, que no impone su criterio, sino que lo comparte y que, sin embargo, es capaz de tomar muchas decisiones. Tanto las agradables como las más difíciles y dolorosas. 

Es una persona que desde luego se puede equivocar y que en su actuar va a mostrar su personalidad, lo cual lo hace vulnerable. Si los demás observan que su actuar es coherente y que trata de ser correcto, lo van a respetar y van a seguir sus propuestas con entusiasmo. Todos queremos trabajar en un ambiente exitoso. 

-¿Cuáles son las principales dificultades que enfrentaste cuando fuiste directora?

-Las principales dificultades a las cuales uno se ve enfrentada cuando dirige una institución muy grande, o en mi caso muchos colegios, es el prejuicio. El “correo de las brujas” funciona muy activamente en las comunidades escolares. Y si las personas se hacen una idea incorrecta de ti antes de conocerte, tienes que invertir mucho tiempo y acciones en derribar los prejuicios. Hay muchas situaciones dolorosas que enfrentar cuando se está tratando de lograr que a una cantidad inmensa de niños les vaya bien en los estudios. Es doloroso entregar un finiquito y castigar a un joven por un delito dentro del establecimiento. 

Hay que comunicar todo el tiempo lo que se hace. Lo bueno y lo triste. No hay que dar espacio a que se interpreten tus acciones. Y lo más triste es ver que hay familias que no se hacen responsables de sus hijos y, a su vez, observar que existen jóvenes malagradecidos con sus padres. 

-Una de las críticas es que no existe una carrera para formar directores, ¿qué piensas de aquello?

-Yo no he pensado en cómo debería ser una carrera para formar directores. Lo que yo hacía era fijarme en quienes eran muy buenos profesores. Los que demostraban compromiso y cariño por sus estudiantes y estaban siempre ocupados con ellos y sus familias, y que además tenían ganas de crecer profesionalmente. Si formar directores se transforma en una carrera como ganar puntos por a, b, o c, que nada tiene que ver con los resultados académicos de sus estudiantes, sé que no es un buen camino. Y si luego de ganar el puesto de director a este no se le dan las facultades y el apoyo para organizar un equipo de trabajo, también estamos mal.

Víctor Reyes

Explica Víctor Manuel Reyes, director del Liceo Bicentenario de Excelencia Polivalente San Nicolás, que el director es un “acompañante de los procesos que se viven al interior de un establecimiento. En el ámbito pedagógico y desde el punto de vista del liderazgo directivo hacia el resto del equipo. Además, es un orientador de los procesos de los estudiantes y también un facilitador del rol que cumple hoy día el colegio. Esos son los ámbitos que, desde mi perspectiva, van dando forma al trabajo que realiza un director”.

Cuenta Víctor que dentro de este rol también se encuentra el liderar, gestionar y acompañar en distintos ámbitos a todos los integrantes de la comunidad educativa: alumnos, apoderados, asistentes y profesores. 

-¿Cómo debe ser un director? 

-Un director debe tener muy clara la prospectiva, es decir, qué es lo que va a suceder con su institución en los siguientes años y que sea visionario del proceso educativo de su establecimiento. 

La educación al interior de un colegio es un proceso continuo de desarrollo de todo lo que se vive. Nada va a ser monótono, sino que sucede un dinamismo constante, un renovar de energía permanente y va a mantener a la comunidad completa en un constante cambio, porque la rutina es la que apaga los sueños. Así debería ser un director. 

-¿Cómo compatibilizar las distintas funciones? 

-Para lograr el avance y liderazgo de un establecimiento, desde la experiencia que hemos tenido como institución, se debe  conformar una estructura más democrática y organizacional, donde haya encuentros entre las personas para planificar en conjunto, para así soñar, bajar los egos y permitir que fluyan las ideas. 

Y en este proceso, continúa el director, “el error también está permitido, para soñar en conjunto”. 

-¿Cuáles son las principales dificultades a las que se ha visto expuesto? 

-Una de las principales dificultades que enfrentamos los primeros años fue convencer a la comunidad escolar de los objetivos que queríamos lograr, por ejemplo: motivar a las personas para que se sumaran a este proyecto educativo. A nosotros nos tomó entre dos a tres años demostrar que todos los estudiantes podían aprender y que la riqueza estaba en las personas, más que en la infraestructura o los elementos externos que están dentro de un colegio.

-¿Cómo formar a los directores si no existe una carrera para ello?

-Sí, esa es una deuda que existe con todos los directores y también pienso que con los equipos directivos. A mi modo de ver, se debió haber partido por una carrera directiva y luego una carrera docente. Por lo tanto, hay una falencia grande en todo el sistema, y yo espero que los compromisos políticos se cumplan y que al término de este gobierno podamos tener una carrera directiva.

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