José María Ortiz, quien también fue galardonado con el Premio Extraordinario de Licenciatura y Doctorado por la Universidad de Navarra, señaló que la sociedad demanda a las universidades “trabajar en el aprendizaje integral de las personas, pues no solo formamos la cabeza, también el alma. Luego de la pandemia, se nos pide con más fuerza cambiar la mirada y el punto de vista, y buscar ese encuentro personal con los estudiantes”.

Asegura que hoy es clave trabajar en la formación integral de los alumnos, donde la familia tiene un rol fundamental. “La educación está centrada en la persona y en la vinculación con las familias, por lo que es trascendental generar ese vínculo. Lo que permanece es que los seres humanos necesitan de otras personas, sin importar si el concepto de familia haya cambiado a través del tiempo”, agregó Ortiz. 

En palabras sencillas, lo que señala el rector es justamente “que la formación esencial de los alumnos está enraizada en la antropología, en la formación de la persona, en el ser personal. En todos esos aspectos que nos diferencian de los animales. Nuestra propia esencia, es decir, el hecho de que somos personas”. 

 Como rector, cuenta que uno de sus retos es justamente “cambiar la perspectiva y la mirada, transformar el punto de vista de la educación actual. Yo a mis profesores les digo que deben mirar a cada uno y buscar la oportunidad de generar un encuentro personal con sus estudiantes. ¿Qué significa eso? Cambiar, cambiar la perspectiva de tu trabajo”.

-Entonces, ¿cómo definimos una verdadera educación?

-Sucede cuando te encuentras con el alumno y le ayudas a convertirse en una mejor persona. La verdadera educación es un encuentro de personas, un intercambio de dones que permite generar ese vínculo y esa conexión entre el docente y el alumno. En esta instancia, el profesor también crece y puede convertirse en un mejor ser humano.  

-En una entrevista señalaba la importancia de vincular a las familias en la formación de los alumnos…

-Soy consciente de que en todo el mundo ha cambiado la concepción de familia y lo que se entiende por ella. Puede haber mutado el significado de la palabra familia, pero lo que siempre permanece somos los seres humanos. Las personas necesitamos a otras, y aquello significa que nuestra vida se define por aquellas personas para quienes somos significativos. Es decir, cuando intentamos descubrir cuál es nuestro rol en el mundo, develar nuestro papel en la sociedad, descubrimos que siempre es con otras personas. Somos seres hechos para estar con otros. Toda persona es persona porque otro lo reconoce como tal y es en ese contexto donde se produce lo esencial.

Asegura José María que, en ese contacto con los otros, ya sea en la universidad o en los colegios, se podría entender la felicidad como “una búsqueda del sentido de trascendencia, y el hecho de no crearse necesidades. Es decir, se traduce en la experiencia de que cuando te das y entregas, eres mucho más feliz”. 

“Buscar la felicidad verdadera se parece mucho a lo que el famoso psicólogo Víctor Frankl decía sobre el sueño: si tú te quieres dormir, tienes que olvidarte de que te quieres dormir porque no te duermes. Tú eres tú, eres feliz cuando te olvidas de que quieres serlo”. 

-Entonces, ¿cómo cambiar esa mirada?

-Debemos mirar hacia la esencia, aquello que nos distingue, y fundar nuestro actuar en una antropología cristiana y católica. Si pensamos al ser humano de esa manera, entonces podemos descubrir lo que significa ser persona, ir construyendo nuestra identidad. En ese sentido, quizás si hiciéramos un vuelco en la educación hacia la persona, hacia la dignidad del ser humano, tendríamos muchos problemas resueltos. 

Sucede que van ocurriendo hechos muy positivos, explica el rector, porque “la educación se vuelve más dulce, al sacar lo mejor de cada uno a flote”. 

El académico cuenta que tal como en Chile, “en España tenemos los mismos problemas, como en todo el mundo. No sé si es un consuelo, pero bueno, es una realidad. Acá es verdad que les pudo acentuar un poquito el exceso de confinamiento, y aquello significó un incremento de las brechas de aprendizaje”. 

-Hace algunos años vienen formando directores y tienen experiencia en el tema, ¿cómo debe ser un director frente a sus profesores?

-Como director, cada uno tiene su propia identidad y, en esa misma línea, cada uno puede buscar que sus profesores sean felices. ¿Y eso cómo se logra? Pues mira, se logra si te interesan de verdad sus vidas. El directivo debe ocuparse de su gente y que sean felices. Cuando de verdad los quieres, tienes mucho ganado. Después tienes que entender que son distintos. Significa que tienen diferentes temperamentos, caracteres y motivaciones. Debe saber qué tipo de reconocimiento necesita cada uno.

Explica el rector de la Universidad Villanueva que el indicador principal para evaluar si el trabajo de los directivos está siendo efectivo “es si yo, como directivo, estoy creciendo personalmente, si mi trabajo no es burocrático, convirtiendo nuestra vida en un papeleo de ida y vuelta. Ese crecimiento significa ser mejor persona”.