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Regístrate y accede a la revistaLa invitación a trabajar es transversal a todos los actores que aportan al mundo TP, de modo de preparar técnicos mejor capacitados en cada una de sus áreas de especialización.
“Todos los expertos en prevención de riesgos coinciden en que, lo más eficiente para evitar accidentes es generar una cultura de seguridad y que cuanto antes se forme esa cultura, y se eduque o se entrene, más fácil y duradero será”, cuenta el director del Liceo Chileno Alemán de Ñuñoa, Vladimir Sánchez.
En el caso de los jóvenes de educación media, explica el director, “son alumnos mucho más flexibles, porque están aprendiendo a hacer las cosas y si aprenden a trabajar con conductas seguras, entonces tienen una menor probabilidad de tener accidentes laborales”.
Asimismo, explica Vladimir que a las empresas les interesa primero la integridad de sus trabajadores, pero también su productividad. Un trabajador seguro es más productivo, porque no genera detenciones de plantas por accidentes. “Cualquier peso invertido en prevención en la educación media será largamente rentable en el largo plazo”, agregó.
Precisamente, este liceo es dependiente de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Chile ASIMET, quienes hacen este llamado en conjunto a velar por la seguridad. Un claro ejemplo es el módulo de soldadura, presente en varias especialidades del área industrial.
En esta línea, se trata de un gran desafío para todos los estamentos que componen la formación técnico profesional. Un ejemplo de aquello es el caso del Liceo Bicentenario Industrial Guillermo Richards Cuevas de San Felipe, perteneciente a la RED Irarrázaval, el cual dicta las especialidades de: Electricidad, Construcciones Metálicas, Mecánica Automotriz, Mecánica Industrial e Instalaciones Sanitarias.
Para Agustín Muriel, coordinador de Especialidades Técnicas del establecimiento, existen una serie de estrategias responsables de la obtención de buenos indicadores en materia de prevención. “Por ejemplo, realizar campañas permanentes para remarcar el uso de los Elementos de Protección Personal (EPP), ya que, si se utilizan debidamente, permitirán a profesores y estudiantes estar preparados y adaptarse a cualquier área de trabajo en la que deseen desempeñarse en un futuro”.
También ha sido fundamental que el taller de Electricidad cuente con certificación del Consejo de Competencias Mineras (CCM), por lo que existe un rigor alto en la aplicación de condiciones de seguridad en este ambiente de formación. “Además, gracias al apoyo de diversas entidades, ha sido posible que alumnos de la especialidad tengan certificación de la Superintendencia de Electricidad y Combustible, al igual que todos los docentes que forman parte de la especialidad”, cuenta Agustín Muriel.
A lo anterior, en el colegio de San Felipe, se agregan otros elementos que pueden marcar la diferencia, como la implementación de charlas de seguridad de cinco minutos antes de empezar actividades de formación, realizar prácticas de conexionado de tableros, montaje de paneles fotovoltaicos, además de entregar a los alumnos para su revisión y firma un documento de análisis de riesgos del trabajo o análisis de somnolencia, designación de un alumno por clase para que sirva de apoyo en temas de seguridad y contar con un Plan Integral de Seguridad Escolar (PISE).
El porta electrodo, la varilla, cables de tierra o neutro, y el regulador de amperaje son algunos de los elementos que los estudiantes deben manipular diariamente en el módulo de soldadura. A eso se suman la interacción con estructuras metálicas que pueden representar un riesgo si no se analizan sus dimensiones y peso. Por lo anterior, este módulo es uno de los más desafiantes a la hora de prevenir riesgos.
Paulo Silva estudió en el Liceo Chileno Alemán de Ñuñoa y participó en las olimpiadas WorldSkills a nivel nacional e internacional. Actualmente es profesor de soldadura en el establecimiento y forma a las nuevas generaciones de soldadores. Para él es fundamental que los establecimientos cuenten con los implementos necesarios para resguardar la integridad física de los jóvenes, como chaquetas reforzadas y de material antiinflamable, gorros para soldar y máscaras fotosensibles, entre otros.
“Afortunadamente, en nuestro país se ha profesionalizado el rubro de la soldadura, por tanto, los estándares de calidad en materia de seguridad son transversales en nuestra industria y se asemeja bastante a lo que ocurre en otros países de la región”, asegura Paulo Silva y agrega que el gran desafío es que los establecimientos educacionales puedan acceder a elementos de protección de buena calidad, cuyos precios son bastante más altos que el equipamiento estándar: “Es fundamental que el Estado, las empresas y las instituciones de formación profesional trabajen coordinadamente para ir acortando las brechas de acceso a productos que permitan garantizar una protección de primer nivel internacional”.
Vladimir Sánchez afirma que “los establecimientos de Educación Media Técnico Profesional también deben apuntar a cero accidentes, tal como lo hacen las empresas”, y explica que deberían llevar un conteo y realizar una comunicación abierta y transparente en las comunidades de los incidentes o accidentes ocurridos, para que se aprenda y en el futuro exista conocimiento de cómo tratar emergencias o cómo realizar cambios que permitan evitar su ocurrencia.
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