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Regístrate y accede a la revistaLas empresas tienen mucho que decir respecto de la formación técnico profesional de estudiantes de enseñanza media. Así lo afirman Pablo Kusnir, gerente de Educación de la Sofofa, y Álvaro Cruzat, gerente general de Maltexco. ¿Son los Consejos Asesores Empresariales (CAE) el espacio para ello? ¿Cómo funcionan? ¿Qué rol debiera tener la empresa en la enseñanza media técnico profesional? He aquí sus miradas.
Son principalmente tres las variables que ayudan a mantener actualizadas las mallas de las especialidades técnico profesionales en los cinco colegios TP de la Sofofa, declara Pablo Kusnir, gerente de Educación del gremio, quién cuenta que, en primer lugar, tienen conformados los CAE, Consejos Asesores Empresariales, con los cuales han realizado un trabajo para que funcionen realmente como debieran: “Tenemos una visión bastante amplia de lo que sucede a nivel general y es que los CAE más bien son protocolares, son un desayuno donde no hay una tabla de objetivos definidos y, por lo tanto, tampoco hay una petición formal a los empresarios que los componen. Por lo tanto, no obtienen ningún resultado esperado. Nosotros, dentro de nuestra visión, los cambiamos hace algunos años atrás y tenemos objetivos, indicadores, una visión; nos proponemos todos los años que los CAE sean un aporte real para los establecimientos”, afirma el gerente.
Pablo agrega que estos objetivos son replicables y así lo han hecho. Desde la Sofofa asesoran a más de 300 colegios TP en Chile, y un tema ha sido el darles el real funcionamiento a los CAE, otorgarles una pauta.
Un ejemplo que emanó de los consejos asesores, cuenta Kusnir, fue la necesidad de conseguir personas que supieran desabollar y pintar para la especialidad de mecánica, por lo que se introdujo un módulo.
Una segunda variable que utiliza la Sofofa para ver si efectivamente las especialidades están siendo pertinentes es el sistema dual: “Esto permite estar más cerca de la industrial real y, a través de los maestros guías, tener un contacto directo para poder ir viendo cuáles son los cambios que se dan en los distintos tipos de industrias en las cuales nosotros tenemos jóvenes”.
Un ejemplo concreto de esto, cuenta Pablo, fue que hace alrededor de cuatro años atrás, luego de una experiencia dual con Telefónica, se dieron cuenta de que las mallas estaban totalmente desactualizadas: “Es la gran realidad en Chile. El ministerio las saca, y al poco andar ya están desactualizadas”, complementa y agrega: “Hicimos un equipo con los técnicos de Telefónica y con los docentes de nuestros establecimientos, y creamos una malla completamente nueva, basada en la fibra óptica, en la fusión de enlaces, etc. Y esa malla queda a disposición de cualquier establecimiento que la quiera ocupar a lo largo de Chile”.
Y una tercera variable, según señala el gerente de Educación de la Sofofa, es la metodología de alternancia con instituciones de educación superior y con empresas: “Si bien son mucho más cortas que una experiencia dual, también uno puede ir viendo y conociendo nuevas experiencias de cómo se está trabajando en la industria”.
Desde otra mirada, Álvaro Cruzat, gerente general de Maltexco, empresa donde cada año se reciben alumnos de enseñanza media técnico profesional para que realicen sus prácticas, cuenta que si bien no tienen convenios formales con establecimientos, sí tiene un rol en el Consejo Asesor Empresarial del Complejo Educacional Ernesto Müller López, en Talagante, parte de la Red SNA Educa y también perteneciente a la RED Irarrázaval. Aún así, considera que las empresas debieran estar más involucradas. “Debíesemos estar mucho más cerca de las escuelas técnicas, para ir dando orientación a los establecimientos sobre las especialidades y competencias que se les deben enseñar a los alumnos”, afirma.
Cruzat señala que, lamentablemente, eso no siempre se da en todos las colegios porque, por un lado, no existen los nexos formales entre las escuelas y los directivos de las empresas, “y también porque existe poca flexibilidad en los propios planes del Ministerio de Educación, para adaptar con rapidez las exigencias curriculares a lo que está demandando el propio mercado laboral”.
“Hay poca autocritica, diría yo, hay más bien una inercia a seguir haciendo lo que siempre se ha hecho y que es bastante nociva, a mi juicio”, afirma Kusnir, sobre si los liceos efectivamente están viendo si las mallas de sus especialidades requieren actualización y agrega: “Veo poca intención de cambiar las cosas, quizás por miedo o algo de desconocimiento por los procesos. En el fondo, con esto quiero decir que se puede, quizás hay muchos colegios a los que solo falta darles un empujoncito de cómo ir mejorando”.
El gerente de Educación de Sofofa cuenta que se puede partir por pequeñas modificaciones, en el perfil de egreso u objetivos de aprendizaje, no hay por qué comenzar haciendo un cambio total de la malla. “Los planes y programas propios tienen que obedecer a la realidad del territorio y de las empresas que tú tengas cerca. No sirve de nada tener planes y programas si finalmente lo que aprendió ese joven en específico no lo puede aplicar en compañías que estén relativamente cerca de donde estudió”, afirma.
Por otro lado, Pablo señala que las empresas tampoco saben cómo intervenir en un liceo, “por lo tanto, ambas partes prefieren el statu quo y seguir como están”, señala y añade: “Los gremios empresariales tenemos un rol importante de cómo apoyar, mostrar y visibilizar e incluso acompañar en una primera instancia para que los cambios y actualizaciones sucedan”.
Como Sofofa, Kusnir cuenta que desde hace más de cuatro años han tomado la batuta en esto: “No como el producto final de cambiar las mallas, sino de ir mostrando el camino. En ese aspecto hemos tenido grandes resultados. Por ejemplo, hemos logrado introducir en electricidad el ámbito de los medidores inteligentes, de las energías renovables no convencionales”, entre otros.
En Talcahuano, cuenta, crearon el sistema dual con los astilleros navales de esa ciudad, que están construyendo el primer rompe hielo de manufactura 100% chilena. “Este pequeño tipo de cosas las hemos implementado con gran éxito y ahí surge algo bien virtuoso. El colegio dice ‘vaya, se podía’ y la empresa también dice ‘vaya, se podía’. Nosotros ya los dejamos conectados, les hacemos seguimiento y ya las cosas empiezan a fluir”.
Como cuenta Pablo, también el municipio comienza a tomar estos ejemplos y a pensar globalmente: “Ahí se genera el ecosistema más rico, cuando la empresa se abre a conformarse como un centro de aprendizaje, eso es lo que nosotros como Sofofa estamos impulsando. Que cada vez más compañías tomen esta concepción de valor compartido y lo implementen de buena manera”.
En esta línea, de cómo romper la inercia, Álvaro Cruzat sugiere “que los colegios técnico profesionales tengan un consejo asesor empresarial que obligue al diálogo escuela-empresa. También que los colegios técnicos se abran a la comunidad de cada zona, para dar una señal de genuino interés por vincularse con la comunidad. Este solo hecho les permitiría contar con experiencias de los propios ejecutivos, que sin duda ayudarían al proceso formativo de los jóvenes. Hay que considerar, además, que las empresas están buscando realizar acciones de ayuda y compromiso con la comunidad y el apoyo a la educación es una tremenda oportunidad de poder concretarlo”.
El gerente general de Maltexco añade: “Además, sería interesante disponer de páginas web o medios digitales donde se concentre la oferta de practicantes y egresados del colegio, de tal forma de que dicha información sea de fácil acceso por el lado de las empresas. Por otra parte, no se puede dejar de considerar la importancia que tienen los propios egresados de dichos colegios como promotores de las nuevas generaciones.
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