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Regístrate y accede a la revistaUn liceo TP y expertos reflexionan sobre la importancia de realizar un diagnóstico a tiempo, que permita revisar las proyecciones de las especialidades que se ofrecen y evaluar si existe oportunidad para abrir nuevas o dejar de ofrecer algunas.
“En el año 2019, cuando se crea la nueva Región de Ñuble, detectamos la oportunidad de generar una nueva especialidad en nuestra escuela. Previamente se había realizado un diagnóstico mediante una encuesta a los alumnos de séptimo y octavo de los colegios básicos de la región, la que arrojó como resultado que el 33% tiene preferencia por la especialidad de Mecánica Automotriz”, nos cuenta el director del Liceo Agrícola de Chillán, Claudio Asenjo.
En palabras del profesional, identificaron solo una institución que dictaba esta especialidad en la comuna de Chillán, “por lo que la potencial demanda no se encontraba cubierta. Debido a esto se presentó a la Secretaría Ministerial de Educación de Ñuble la solicitud para la creación de la nueva especialidad en nuestro establecimiento, la que fue aprobada en el año 2022, otorgándonos el Reconocimiento Oficial y la autorización para comenzar con un primero medio en el año 2023”.
Es importante destacar que en la Región de Ñuble el sector agrícola representa el 14% del Producto Interno Bruto, motivo por el cual la nueva especialidad tendrá un enfoque en esta área, señala el propio director. “Es evidente la necesidad que existe hoy de contar con mecánicos automotrices que ofrezcan servicios a este sector de la economía regional, principalmente, mantención y reparación de maquinaria agrícola y forestal. Además, como una manera de integrar ambas especialidades, agropecuaria y mecánica automotriz, a futuro queremos generar en nuestro establecimiento un centro especializado en maquinaria agrícola, con técnicos agropecuarios expertos en la operación y gestión de la maquinaria y los mecánicos automotrices para la reparación y mantención de estos equipos”.
Lo que sucede en el Liceo Agrícola de Chillán debiese ser, a juicio de Manuel Farías, director de Educación Técnica y Trayectorias Formativo-Laborales de Fundación Chile, “una práctica instalada en una política de calidad del liceo y que debe ser promovida por el sostenedor. Cada cierto tiempo, y esto debe estar establecido en el Proyecto Educacional, deben revisarse las tendencias y proyecciones de las especialidades que se ofrecen y evaluar si existe oportunidad para abrir nuevas o dejar de ofrecer algunas”.
Ello debido a que, según Arsenio Fernández, consejero de Grupo Educar, asesor de SNA Educa y presidente de WorldSkills Chile, “los permanentes cambios en los intereses de los estudiantes y en las necesidades del mundo laboral obligan a realizar este análisis todos los años. Para ello, es imprescindible contar con un sistema de seguimiento de egresados que permita conocer, al menos por tres años consecutivos, en qué está cada uno de ellos, tanto desde el punto de vista laboral como de prosecución de estudios. También es importante estar atentos a las innovaciones introducidas al mundo de los servicios y producción”.
Asimismo, resulta clave revisar las demandas de desarrollo del territorio y no necesariamente de los intereses particulares de las personas. “Por cierto que hay diferentes factores que considerar: contextos sociales, educacionales y económico-productivos, los cuales darán la información que permitirá el cruce de variables a considerar”, indica Manuel Farías.
El diagnóstico
Según Arsenio Fernández, todos los liceos que tienen como misión el desarrollo integral de sus estudiantes deben estar permanentemente preguntándose cómo orientar de la forma más idónea la especialidad ofrecida. “Hay muchas maneras de hacer el diagnóstico, no obstante, el paso más complejo resulta ser la ejecución de los cambios que se cree necesario implementar”.
Y en ese caso se requiere, dice Fernández, de un gran liderazgo directivo en orden a comunicar de forma efectiva a la comunidad sobre la necesidad de abordar los cambios en favor del futuro de los estudiantes, “teniendo conciencia de que ello afectará a estamentos a los que se les sacará de su zona de confort, en la que han vivido por algún tiempo, haciendo esfuerzos por cumplir su rol en ese ámbito”.
“Si bien es cierto, un número significativo de estudiantes continúa su trayectoria en el mercado del trabajo, muchos de ellos no necesariamente lo hacen en ámbitos de la especialidad que los formó y hay otro grupo que busca una trayectoria en la educación superior, sea esta la técnico profesional o la universitaria. En todo caso, no siempre continúan estudios en las mismas áreas de especialidad iniciales. La educación técnica, por tanto, ya no es educación terminal”, indica Farías.
A partir de lo anterior, para definir una especialidad es clave conocer las tendencias del mercado del trabajo en el territorio y el diálogo con los sectores productivos, a fin de establecer la coherencia y la validación de los estándares formativos. “Apoyarse en experiencias que articulan a los dos sectores será de mucha ayuda, tales como las iniciativas ‘Futuro Técnico’, la red de ‘CCM-Eleva’ o el programa ‘Conexiones para el desarrollo’, por ejemplo”, cuenta Manuel Farías.
En todo caso, para Arsenio Fernández, hay que tener en claro que son muchas las posibilidades para analizar cuán pertinente es la especialidad ofrecida. “Una primera alternativa está dada por la opinión de los integrantes del Consejo Asesor Empresarial, quienes conocen muy bien la especialidad en la actualidad, pero también tienen su mirada en el futuro”.
De hecho, Arsenio es un convencido de que la responsabilidad del liceo/sostenedor no culmina con el egreso de los estudiantes. “Creo fundamental el seguimiento de los egresados y una encuesta a los empleadores acerca de las virtudes y debilidades de los exalumnos contratados por ellos. También es cada vez más relevante el seguimiento de los exalumnos que han incursionado en estudios superiores”.
El proceso
Para el director del liceo de Chillán, “entre las dificultades que se nos presentaron al solicitar la aprobación de esta nueva especialidad, se puede mencionar la de cumplir con los requisitos de reconocimiento oficial del Mineduc; en primer lugar, para poder dar continuidad a los nuevos cursos que se van a crear, fue necesario realizar cambios en la infraestructura, previa solicitud de los respectivos permisos municipales del departamento de obras”.
Explica Claudio que debieron presentar la totalidad de la documentación requerida: “Planes de estudio, un PEI Innovador, pero lo más complejo fue readecuar los espacios existentes para lograr disponer de las salas necesarias para albergar a los nuevos estudiantes, además de los servicios higiénicos y el mobiliario necesario, y así garantizar los espacios propicios para la proyección y el pleno desarrollo de la nueva especialidad en el transcurso de los próximos cuatro años”.
“Algo que nos favoreció fue contar con planes de estudio propios y tener especial singularidad, lo que nos permitirá comenzar con la especialidad desde el primer año de enseñanza media”, señala Claudio Asenjo.
En todo caso, advierte Asenjo, se trata de un proceso que recién comienza, “ya que partiremos el 2023 con la primera promoción, un primero medio cuyos estudiantes egresarán el 2026, año en el que tendremos implementados los cuatro niveles, de primero a cuarto medio”.
“Otra de nuestras fortalezas es que en nuestra red de colegios administrados por SNA Educa se trabaja de manera integrada. Actualmente tenemos cuatro colegios con la especialidad de Mecánica Automotriz, incluido el nuestro, que recién comienza. Existe una amplia experiencia y una red de contactos con el mundo privado, que aprovecharemos para el desarrollo de la especialidad y que tributará al directo beneficio de nuestros alumnos”, indica el director del Liceo Agrícola de Chillán.
“Además, nuestro proyecto incluye la integración de las dos especialidades que tendremos en nuestro liceo, a través de prácticas dirigidas, donde tanto los técnicos agropecuarios como los mecánicos automotrices podrán especializarse en la operación, mantención y reparación de la maquinaria agrícola”, señala Claudio Asenjo.
La actualización de los planes de formación
Con la implementación del nuevo currículum de Educación Media Técnico-Profesional, a partir de 2016, se avanza hacia una mayor pertinencia respecto de las necesidades del mundo laboral y la educación superior.
En esa línea, nos cuenta Farías que el Mineduc ha declarado que es necesario hacer una actualización de los planes formativos de la educación media TP. “Creo que es una definición correcta, dado que el mundo productivo ha venido cambiando de manera importante y es necesario tener estándares que sintonicen con las nuevas tendencias. Sin embargo, se debiera pensar en un mecanismo más descentralizado y autónomo para revisar el alcance de las especialidades técnicas. Focalizarse más en cómo se fortalecen las capacidades para el desarrollo sostenible: competencias para el trabajo, habilidades del siglo XXI y la dimensión ética y ciudadana de la formación técnica”.
Lo anterior, dice Farías, supone mirar el sistema de actualización curricular y alinearlo además con el Marco de Cualificaciones, para así tener una mejor integración que favorezca las trayectorias formativas de los estudiantes.
Por ejemplo, en el caso del Liceo de Chillán se han propuesto llevar a cabo este proyecto en cuatro años, a partir de 2023 con la primera generación de estudiantes, encontrándonos con la grata sorpresa de que hubo una muy buena respuesta de los alumnos postulantes en el Sistema de Admisión Escolar, siendo esta una especialidad nueva, y que la comunidad no la relaciona con el Liceo Agrícola de Chillán, que durante 44 años solo ha impartido la especialidad agropecuaria.
Asimismo, recalca Manuel Farías que los liceos tienen, a partir de una definición de su sostenedor, la posibilidad de abrir nuevas especialidades o bien de ajustar las existentes. Si bien esa es una decisión propia, es el Mineduc quien aprueba en función de lo establecido en las Bases Curriculares de Formación Diferenciada Técnico-Profesional.
“Ahora bien, creo que, en el proceso de definición de una especialidad o ajuste, se requiere asesoría especializada, la cual no siempre es provisionada por el sostenedor, siendo los liceos los que deben trabajar en ello, no asegurando siempre que dicha propuesta sintonice con los requerimientos del mundo del trabajo. Por ello, es clave que los sostenedores destinen financiamientos para dichos acompañamientos y se fortalezca el diálogo con los sectores productivos donde se inserta dicha especialidad. Ello no solo facilita la pertinencia de la oferta, sino que también el involucramiento de las empresas en el desarrollo de la especialidad”, concluye Asenjo.
Señala Manuel Farías, director de Educación Técnica y Trayectorias Formativo-Laborales de Fundación Chile:
“Lo ideal es que dicha evaluación se haga de manera periódica, creo que cada tres años es pertinente y ello debiera quedar establecido en sus planes de desarrollo o en los PADEM (Plan Anual de Desarrollo de Educación Municipal). Sin embargo, el proceso debe ir precedido de la implementación de un sistema de seguimiento de los indicadores asociados a los procesos formativos de las especialidades vigentes y, por otra parte, una actualización permanente de las tendencias del mundo del trabajo”.
Señala Claudio Asenjo, director del Liceo Agrícola de Chillán:
“En este momento nos encontramos planificando la implementación de la primera etapa del taller de prácticas, el que estará dispuesto a recibir a nuestros primeros estudiantes en el mes de marzo de 2023 y que contará con los equipos y herramientas necesarios para abordar las prácticas del primer año. A medida que los alumnos vayan avanzando, se irán adquiriendo los equipos para las prácticas en los diferentes niveles”.
Señala Arsenio Fernández, consejero de Grupo Educar, asesor de SNA Educa y presidente de WorldSkills Chile:
“Cuando se revisan las estadísticas nacionales acerca de los estudiantes egresados de establecimientos EMTP, se aprecia que se ha incrementado muy fuertemente el porcentaje de los que ingresan a alguna institución de educación superior, principalmente institutos profesionales. La concepción de la EMTP como carrera terminal ya no tiene cabida en la actualidad. No obstante ello, aún hoy un 45 o 50% de los egresados entran al mundo del trabajo, de manera tal que el currículo actual debe estar intencionadamente orientado hacia ambas posibilidades, es decir, formar a estudiantes que puedan incursionar exitosamente en estudios superiores o en el mundo del trabajo. Importante desafío”.
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