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Dic 2024 - Edición 289

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Para alumnos TP y HC: Los cambios en evaluación que se vienen

Ad portas de una nueva prueba de ingreso a la educación superior, conversamos con expertos sobre la importancia de evaluar a los alumnos y de las posibilidades que entrega la nueva medición.

Por: Marcela Paz Muñoz I.
Para alumnos TP y HC: Los cambios en evaluación que se vienen

A punto de realizarse el cambio en la prueba que permite el ingreso de los jóvenes a la educación universitaria, la subsecretaria de Educación Superior, Verónica Figueroa, nos contó que entre las razones está el hecho de que “las Pruebas de Acceso a la Educación Superior (PAES) están diseñadas para evaluar competencias, es decir, las habilidades fundamentales que les permiten a las personas integrar y utilizar los conocimientos en diversos contextos. Al mismo tiempo, buscan ser más cercanas a las distintas experiencias de los postulantes, utilizando un lenguaje más cotidiano y pertinente a sus diversas realidades”.

Señala la subsecretaria que, además, las pruebas obligatorias PAES se construyen utilizando los contenidos de 7º básico a 2º medio, periodo en el cual las modalidades Técnico Profesional y Humanista Científica tienen la misma estructura curricular. “Sumado a esto, la batería PAES contempla la construcción de una prueba obligatoria de matemáticas (M1) adaptada a la población de postulantes del sistema centralizado, permitiendo a quienes rindan M1 mostrar sus habilidades con mejor precisión, y con esto, se sigue avanzando en la objetividad y justicia de asignación de puntajes”.

En palabras de Figueroa, “el proceso de admisión a la educación superior 2023 trae consigo importantes cambios, con el propósito de transitar hacia un sistema de acceso más equitativo y justo, que pone al centro a los postulantes y que, además, reconoce la diversidad de sus talentos y sus contextos. A raíz de esto, pretendemos llegar a una educación donde no existan ni ganadores ni perdedores, sino que avancemos a un sistema educacional donde todos tengan las mismas oportunidades y exista mayor justicia educativa”.

“Las pruebas obligatorias PAES se construyen utilizando los contenidos de 7º básico a 2º medio, periodo en el cual las modalidades Técnico Profesional y Humanista Científica tienen la misma estructura curricular”.

Asimismo, reitera la subsecretaria que “las adecuaciones curriculares y de dificultad de las pruebas obligatorias representan un avance significativo para mejorar las oportunidades que tienen las personas de distintas trayectorias educativas de mostrar sus competencias para ingresar a la educación superior”. 

En esa misma línea, Dángelo Luna, profesor e investigador del Programa de Formación Pedagógica de la Universidad del Desarrollo, afirma que los cambios son el resultado de “abordar el aprendizaje desde una mirada integral, que obedece a varios beneficios y necesidades, todas engarzadas con los desafíos de enfrentar el sistema educativo y específicamente el acceso a la educación superior desde una mirada de equidad, reconociendo la diversidad nacional y lo que las universidades esperan como buenos candidatos para la formación para el trabajo en el siglo XXI”. 

Evaluación de competencias 

Por ello, dice Dángelo que, desde esa mirada, “el aprendizaje desde las competencias responde a todo lo anterior y, por lo tanto, la PAES significa una actualización necesaria de lo que nuestros estudiantes requieren desarrollar en su formación escolar”.

Agrega Verónica Figueroa que en este escenario, “y para el proceso de admisión centralizada a las universidades adscritas al Sistema de Acceso, se aplicarán las nuevas Pruebas de Acceso a la Educación Superior (PAES), las cuales tienen por objetivo evaluar competencias, es decir, tanto ‘el saber’ como ‘el saber hacer’, integrando habilidades y conocimientos necesarios para el éxito en la formación universitaria”.

Lo anterior, dice la subsecretaria, se realizó porque la sociedad actual necesita de personas capaces de utilizar conocimientos de distintas disciplinas de manera integrada. “Esto requiere, en un primer paso, tener las competencias que permitan utilizar el conocimiento para, por ejemplo, analizar y resolver problemas. En este sentido, movilizar al estudiantado que prepara estas pruebas en esta dirección es una alternativa para dar los primeros pasos hacia un desempeño social pleno”.

En ese sentido, con este cambio se está entregando un claro mensaje a los colegios respecto de los conocimientos relevantes de transmitir y manejar, “y es allí donde las habilidades se tornan claves de enseñar y aprender, ya que con ellas se logrará producir y transformar la realidad del país, y en eso el sistema escolar tiene más posibilidades de otorgar igualdad de oportunidades que en comparación al modelo que rigió hasta el término de la PSU, donde la cobertura del currículo prescrito era un sueño, más que una realidad, para muchos establecimientos escolares”, agrega Luna.

Por su parte, Jocelyn Catalán, quien es asesora educativa y relatora de Grupo Educar, señala respecto a los cambios en PAES: “Destaco dos aspectos que considero que podrían contribuir a una mayor justicia en los procesos de ingreso a la universidad, que son la mayor relevancia que se les da a las competencias, lo cual está muy alineado a las miradas actuales en evaluación, como así también la posibilidad de rendir dos veces en el año la prueba, ya que la experiencia puede ayudar a mejorar los resultados, tomando en cuenta que el estrés que genera puede repercutir negativamente el día de la rendición y jugar una mala pasada a los estudiantes. Habrá que esperar algunos años más para determinar su impacto a través del análisis de los datos respectivos y los ajustes que se consideren necesarios para su mejora, o bien, evaluar otros procesos de ingreso a la universidad que ayuden en la línea de la equidad y justicia social”.

Lo anterior, puntualiza Verónica Figueroa, justamente por el hecho de que con este cambio se busca “asegurar que todas las personas que rindan las pruebas estén en igualdad de condiciones para mostrar sus competencias. Una medición con un lenguaje lejano tiene el riesgo de que quienes la rindan no entiendan correctamente las preguntas, y con esto, se obstruye la capacidad de la prueba para captar las competencias de las personas. Un lenguaje cercano y neutro respecto a la multiculturalidad presente a lo largo de todo Chile busca avanzar en la construcción continua de un proceso de admisión centralizado más equitativo”.

“El cambio de prueba surge como consecuencia de una serie de críticas al sistema anterior. La primera, que incluso ha sido reconocida por la institución que lidera el proceso de aplicación de la PAES, es que el modelo previo no contribuyó a disminuir las desigualdades educativas a lo largo del país, por lo que el acceso a la educación superior ha sido protagonizado por colegios de determinados niveles socioeconómicos en desmedro de otros, cosa que se agudizó con la pandemia”, reitera Dángelo. 

“El aprendizaje desde las competencias responde a todo lo anterior y, por lo tanto, la PAES significa una actualización necesaria de lo que nuestros estudiantes requieren desarrollar en su formación escolar”. 

La segunda razón, señala el académico de la UDD, tiene que ver con las acciones poco profesionales que han permeado al sistema escolar con el fin de lograr a toda costa aumentar el acceso de los estudiantes a las universidades. “Por ejemplo, profesores del sistema escolar han incurrido voluntaria y/o obligatoriamente en el ‘estrechamiento curricular’, que es cuando dejamos de impartir contenidos prescritos de asignaturas no medidas en la PSU, en favor de aquellas que sí, con el fin de mejorar la cobertura curricular y adiestrar a los estudiantes en cómo responder al instrumento de aplicación”. 

Además, señala Luna que “el sistema escolar ya está trabajando con Bases Curriculares basadas en competencias, y las instituciones de educación superior están progresivamente adoptando este paradigma a través de la reformulación de sus Perfiles de Egreso y así responder a las necesidades del mercado y la sociedad, pero la PSU, bisagra entre ambos momentos, aún exigía conocimientos exclusivamente”. 

“Por ello, idealmente el cambio entonces debía hacerse para que los establecimientos escolares se enfocaran en trabajar transversalmente las habilidades, respondiendo así a estas causas problemáticas en la medida que le devuelve relevancia al profesor y de paso a los intereses de los estudiantes, para que el aprendizaje se base en las experiencias didácticas que en aula se les pueda proveer, donde cada asignatura se vuelve relevante. Uno esperaría que el desempeño de los colegios más descendidos mejore con esto, ya que ahora se les está entregando un mensaje más factible de abordar, porque las buenas experiencias de aprendizaje requieren mejorar la gestión directiva y en aula, más que solo recursos o incurrir en estrechamiento curricular”, advierte Dángelo Luna. 

En el caso de los docentes, este cambio en la evaluación “inevitablemente nos llevará a asumir en nuestras planificaciones el concepto de ‘evaluación auténtica’, en donde debemos proveer de tareas evaluativas similares a lo que nuestros estudiantes deberán enfrentarse en su vida fuera de la escuela. Estas tareas deben centrarse en el saber hacer, por ende, en el desarrollo de habilidades, ya que no podemos esperar que en el futuro, nuestros alumnos responderán preguntas como lo hacen en las tradicionales pruebas o test”, indica Luna. 

Modificaciones en el decreto 67 

Señala Jocelyn que el decreto 67 (ver el recuadro) tiene varios cambios relevantes, centrándose en dos grandes focos: “Promueve un uso pedagógico de la evaluación, esto quiere decir que releva la conexión intrínseca que hay entre el proceso de enseñanza-aprendizaje y la evaluación, entendiendo que esta última busca como fin último el disponer información a estudiantes y docentes que les permita tomar decisiones para continuar progresando desde el desempeño alcanzado hasta la meta propuesta. Por lo tanto, requiere que el estudiante participe activamente de su proceso de evaluación y que reflexione sobre este. Para lograrlo, el docente debe intencionar y planificar que se produzca, comenzando con definir una evaluación coherente a nivel curricular y también transparentando y socializando el proceso evaluativo, tanto con estudiantes como apoderados, dentro de otras acciones”.

Por otro lado, señala Jocelyn que, como segundo foco, “el decreto 67 intenta reducir la repitencia, abordar la diversidad existente en el aula y generar un mayor acompañamiento. La normativa potencia una evaluación formativa, sistemática y continua que alerte tempranamente sobre los estudiantes que no están logrando los aprendizajes esperados para disponer los apoyos necesarios y subsanar estas situaciones. Esto se complementa con la eliminación de la repitencia automática, ya que en los casos de los estudiantes que no cumplan con los criterios de aprobación, deben pasar por un proceso deliberativo profundo, contemplando distintas variables y determinar la mejor decisión –de aprobación o repitencia– en función del bienestar integral del estudiante”.

Sobre el decreto 67

El decreto 67/2018 actualiza la normativa que regulaba la evaluación, calificación y promoción escolar (derogando los decretos 511/97, 112/99, 83/01) y responde a una necesidad relevada por distintos actores del sistema escolar, de facilitar las condiciones necesarias para que en cada establecimiento y en cada sala de clases se promuevan procesos de evaluación con un fuerte sentido pedagógico. 

El Decreto 67/2018, en conjunto con estas Orientaciones, busca promover una visión de la evaluación, en contextos pedagógicos, como un aspecto intrínseco a la enseñanza, cuyo sentido fundamental es propiciar y apoyar los aprendizajes de los estudiantes. Desde esta perspectiva, la evaluación cumple un rol crucial en el monitoreo y acompañamiento del aprendizaje de los estudiantes y en la reflexión docente para la toma de decisiones pertinentes y oportunas respecto a la enseñanza. En concordancia con lo anterior, se busca dar un lugar preponderante a la retroalimentación en los procesos pedagógicos.

A partir de las orientaciones y criterios propuestos en este documento, se procura fomentar prácticas evaluativas que propicien que los estudiantes pongan en acción sus aprendizajes, les encuentren sentido y relevancia, y se motiven por seguir aprendiendo, resguardando que las formas de evaluar y calificar estén alineadas con el Currículum Nacional. 

Fuente: bibliotecadigital.mineduc.cl

Sobre las modificaciones a la escala de resultados, ¿qué ventajas conlleva este nuevo sistema? ¿Qué les podrías señalar a los alumnos frente a estos cambios? 

Señala la subsecretaria de Educación Superior, Verónica Figueroa:

  • Debido a un cambio metodológico en la asignación de puntajes, la escala antigua, que iba de los 150 a los 850 puntos, a partir del proceso de admisión 2023 cambiará a una nueva, que irá de los 100 a los 1.000 puntos. 

  • La ventaja de la nueva metodología de asignación de puntajes es que permite que los resultados de las aplicaciones en distintos procesos de admisión sean comparables. Esto quiere decir que un mismo puntaje en distintos procesos de admisión indica que se expresó un mismo nivel de habilidad.  

  • Respecto a este cambio metodológico, es importante destacar que la interpretación de los puntajes ya no es la misma. Hoy, el puntaje obtenido es un mejor indicador del nivel de habilidad expresado durante la rendición de una prueba. Anteriormente, era un mejor indicador de la posición relativa respecto con quienes se rindió una prueba. 

  • Por esto, se deben evitar comparaciones erradas con puntajes de procesos anteriores. Por ejemplo, las tablas de conversión suministradas por la Subsecretaría de Educación Superior y DEMRE son válidas solo entre los procesos mencionados, y no deben utilizarse para comparar puntajes actuales con cualquier proceso de años anteriores.

 

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