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Regístrate y accede a la revistaDisciplina, ganas, algo de talento y astucia son los ingredientes para hacer del arte una carrera “full time”, según el artista reconocido a nivel internacional, autor de los icónicos retratos gigantes de la estación Baquedano en Santiago.
Si has viajado en el metro de nuestra capital, seguramente te has topado en la estación Baquedano con gigantescos rostros que, aunque parecen fotografías, fueron pintados a mano por el joven pintor chileno Guillermo Lorca en 2009, para el proyecto “Rostros del Bicentenario”. Destacado por su estilo hiperrealista y sus obras de grandes dimensiones, el artista ha realizado exposiciones en Chile, Inglaterra, México, Italia y España, donde vive actualmente.
-¿Qué recuerdos tienes del colegio? ¿Eras de los que disfrutaba más el recreo o las clases?
-Prefería el recreo, incluso cuando era muy chico y tenía algunos problemas de adaptación. Me iba a la biblioteca y ahí lo pasaba bien. Luego, ya bien integrado, jugar a lo que sea en el recreo me entretenía más, pero tampoco lo pasaba mal en clases.
-¿Tu asignatura favorita?
-Arte y matemáticas, pero ahora prefiero las ciencias y la historia.
-¿Algún docente en el colegio o universidad que te haya impulsado especialmente?
-Recuerdo a un profesor de arte en quinto o cuarto básico que estuvo unos meses de reemplazo y hacía clases en la universidad. Era muy exigente y se dio cuenta de mi entusiasmo y facilidad para el arte. Me exigió mucho, pero al mismo tiempo mantenía mi entusiasmo arriba como nunca. Me encantaría saber quién era. Desafortunadamente, no recuerdo el nombre.
-¿Cuándo comenzó tu interés por la pintura? ¿Cuál fue el primer cuadro o dibujo del que te sentiste orgulloso y a quién se lo mostraste?
-Desde que tengo recuerdos, siempre dibujé. El primer cuadro “grande” que hice lo pinté con óleo a los ocho años, motivado por mi madre que, en ese entonces, también pintaba en sus tiempos libres.
-¿Qué te aportó el colegio, de manera positiva, para convertirte en quien eres hoy?
-Digamos que el acto de ir a un colegio, más o menos bien estructurado, ya es suficiente para tener cierto orden mental y algunas disciplinas mínimas para desenvolverse en la vida. El compañerismo es algo que muchos sentimos al salir del colegio y que perdura hasta el día de hoy. Pienso que eso es lo más valioso que rescato de esa época.
-El arte en general y tu técnica en particular, ¿se aprende más en la práctica, o la academia y los estudios juegan un rol fundamental?
-Práctica, práctica y más práctica. Pero también ser muy curioso, buscar referentes, interesarse por las sutilezas y la belleza en los detalles, en las pequeñas diferencias que hacen que un artista trascienda o no. Disfrutar de esa búsqueda y del mismo trabajo. El talento ayuda como motivador más que nada, pero es bastante sustituible por la disciplina.
-¿Qué piensas del currículum de arte que te tocó cuando fuiste al colegio y qué cambios le harías?
-Dejaría el precedente claro de que el arte no puede ser una asignatura “comodín” para arreglar el promedio de notas. Debe tener el mismo nivel de exigencia, ya que motiva la creatividad, que a la larga servirá como una gran competencia para el mundo que los estudiantes enfrentarán de grandes. Hay que hacerla entretenida, motivante y exigente.
También incluiría nociones mínimas de historia del arte, pero tal vez como un ramo complementario a historia, más que en la asignatura de arte.
-¿Te costó mucho encontrar un taller donde hubiera espacio suficiente para tus creaciones?
-En Chile es algo más complejo, pero en otras ciudades es fácil, depende mucho de la historia arquitectónica de la ciudad. Para dedicarse 100% al arte, o a cualquier otra cosa que no tenga un camino muy estructurado, no hay recetas mágicas, se pueden encontrar varias formas. La verdad es que simplemente hay que dedicarle tiempo. Ahora, que te vaya bien es lo difícil y ahí hay que mezclar disciplina, ganas, algo de talento y astucia. Además de luchar por mantenerte motivado en los momentos bajos, ya que siempre te vas a topar con ellos.
-¿Qué consejo les darías a los jóvenes que están pensando dedicarse al arte?
-Darle mucha importancia a la disciplina, al entusiasmo y a la búsqueda constante de inspiración y referentes. Es un trabajo que se hace parte de ti en todo momento. Tienes mucha libertad, pero al mismo tiempo, cuesta tener momentos de desconexión. También es importante ver en dónde uno tiene más facilidades y concentrarse en eso, en vez de insistir en los eslabones más débiles. Si uno quisiera ser tenor y no tiene la capacidad vocal, el entrenamiento ayudará, pero no puede cambiar ciertas cosas que vienen de fábrica. Ahí está la parte dura, algunos no van a poder ser buenos artistas y tienen que tratar de autoevaluarse de la forma más objetiva posible.
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