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Regístrate y accede a la revistaEscucharlos para conocer las necesidades y la realidad de cada estudiante. “Ni somos todos iguales, ni todos necesitamos las mismas cosas”, dice la docente argentina Ana María Stelman, finalista en 2021 del Global Teacher Prize. En ese contexto, la autoevaluación es una herramienta que sirve para que los niños se conozcan mejor y, sobre todo, para que los profesores y padres conversen con ellos y busquen potenciarlos al máximo.
La docente argentina Ana María Stelman se hizo reconocida a nivel latinoamericano, cuando el 2021 fue seleccionada entre más de ocho mil profesores, de 121 países de todo el mundo, para competir por el Global Teacher Prize (denominado como el “Nobel de Educación”) de ese año, que otorga la Fundación Varkey en colaboración con la UNESCO. Fue finalista “Top 10”, un mérito que le valió una amplia cobertura en los más diversos medios de comunicación trasandinos.
A pesar de la vorágine que significó este reconocimiento, ella continúa trabajando como docente de la Escuela Primaria Nº 7 Fragata La Argentina de la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, donde buena parte de sus alumnos proviene de un contexto desfavorable. Al ser una escuela de jornada completa, acoge a niños de bajos recursos de la zona y de familias de otros lugares de la ciudad que necesitan dejar a sus hijos durante todo el día para ir a trabajar.
-¿Cuáles son los principales desafíos educacionales con sus alumnos?
-El desafío en esta escuela es que los chicos permanezcan. Aunque es complejo, porque quizás los jóvenes quieren venir, pero los padres no los traen. Pero si no vienen no se los puede retar, no se puede responsabilizar a los chicos por las falencias o las ausencias de sus familias.
Tengo jóvenes que vienen una vez al mes y los ves con muchísimas ganas de estar en la escuela, pero no los traen. Y está todo el equipo de orientación más el directivo trabajando para hacer que toda esa familia cumpla con lo que es la ley: la obligatoriedad de la educación. Sin embargo, lleva muchísimo trabajo el hacer que los padres, en este tipo de comunidades, lleven a los chicos a la escuela.
-¿Cuál es la importancia de la integración entre padres y escuela?
-La familia tiene que acompañar en el proceso educativo. Es fundamental para los jóvenes que los padres se involucren. Eso ellos lo sienten. Que estén en el acto o en una exposición de trabajos o que envíen los materiales cuando se les pide. Por menos que hagan los padres, la escucha que ellos realizan y el involucrarse con las actividades escolares suman un montón. Por eso, trato de que no resalte la ausencia de la familia y de buscar formas para que se involucren. La integración con las familias es un trabajo de insistir todos los días.
En el contexto de los sistemas innovadores de enseñanza que implementan la Escuela Primaria Nº 7 Fragata La Argentina y Ana María Stelman en el primer ciclo, el uso de la autoevaluación es una herramienta fundamental para medir el progreso de los estudiantes.
“La familia tiene que acompañar en el proceso educativo. Es relevante para los niños que los padres se involucren. Eso ellos lo sienten”.
“Cuando llega el momento de cerrar el trimestre, les doy un papelito donde hay objetivos propuestos que tienen que ver con la forma de trabajar, la participación, el orden, los deberes y la prolijidad. Los niños se califican con caritas –regular, bien, muy bien, sobresaliente– en cada uno de los ítems. Son súper exigentes y tienen súper claro cómo trabajaron en el aula. A partir de esto, les explico en una conversación individual qué es lo que tienen que mejorar”, explica Ana María.
-¿Qué elementos son claves a la hora de evaluar a un alumno?
-Es importante la mirada hacia el alumno de una manera integral, no solamente viendo sus capacidades y cómo se desempeña en cada una de las áreas de manera separada. He desarrollado proyectos en los que los chicos quizás no pueden escribir, pero sí pueden participar desde la oralidad. O prefieren expresarse a través del dibujo o del movimiento corporal. O sea, hay que ver a los chicos de una manera completa y hacer la evaluación de esa forma también.
-¿Cuál es la importancia de impulsar que los niños sean capaces de mirarse y tomar conciencia de si cumplieron o no sus objetivos?
-Creo que eso es la base. Me sentiría muy bien si veo que ellos, ya de adultos, son capaces de darse cuenta cuando están haciendo algo mal. En ese sentido es muy relevante la autoevaluación, para que busquen hacer las cosas con responsabilidad y no más o menos. Saber que lo que hacemos debe quedar de determinada manera y esforzarse para lograrlo.
-¿Qué valor le otorga al esfuerzo?
-Les hablo mucho del esfuerzo, que lo valoren y que traten de implementarlo en ellos mismos. Siempre les digo: lo que quieran hacer, traten de hacerlo lo mejor, de ser los mejores. Eso requiere mucho tiempo de diálogo, de preguntar y escuchar.
-¿Qué rol tiene el maestro en este proceso educativo?
-Lo importante es que el maestro trabaje con los ojos bien abiertos, dispuesto a ver qué le pasa a cada estudiante. Uno ve lo que sucede en cada familia y no puede solucionar eso, pero sí puede ayudar al alumno a que pueda resolver la situación de la mejor manera posible sin conformarse.
-¿Qué opinas del diálogo con los estudiantes?
-Es muy relevante que ellos entiendan por qué algo está mal antes de que uno los rete y no entiendan qué hicieron incorrectamente. Hay un momento en que uno tiene que parar y escuchar lo que te dicen para poder darles una respuesta que realmente sirva y que sea educativa.
Es fundamental que el maestro los escuche. A veces en la casa no tienen a alguien que les preste atención. Tengo alumnos que pertenecen a familias de 11 hijos o que son familias ensambladas y que no tienen la posibilidad de que se los escuche o que puedan darles ese momento de pensar en lo que está pasando. A veces, en esos contextos se resuelven las cosas de una manera muy agresiva. Entonces, la escuela debe ser ese espacio: tienen que sentir la seguridad, la contención, la escucha, la empatía.
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