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Regístrate y accede a la revistaUn grupo de destacados académicos e investigadores, bajo la edición de Patricia Imbarack, Sergio Salas y Paula de la Cerda, dieron vida a este texto que busca reflexionar sobre las disposiciones referentes a la educación. Ahora, luego de realizado el plebiscito de salida, es clave definir aquello que no debiese faltar en la nueva propuesta de Constitución.
Nuestro país se encuentra ante un desafío trascendental en materia pública, por lo cual un grupo de académicos generó una instancia de reflexión en torno a la libertad de enseñanza y la propuesta hecha en el borrador constitucional, recientemente rechazado en el plebiscito de salida. Así se dio vida al texto “Hipotecando la libertad de enseñanza”.
En ese contexto se invitó a una serie de destacados actores –incluidos dos exministros de Educación– quienes, desde diversas perspectivas, realizaron un análisis con el ánimo de democratizar el conocimiento y difundir ampliamente estas ideas.
En el capítulo “Aportes a la discusión constitucional: Libertad de enseñanza y derecho a la educación”, Andrés Bernasconi, Susana Claro, Pilar Cox, Miguel Ángel Fernández, Ignacio Irarrázaval, Guillermo Marini y Alberto Vergara reflexionan sobre “¿Cuáles serán las nuevas ‘elites’ que se beneficiarán con este impulso renovado a la educación pública, a la cual se pretende sentar sobre nuevas ‘bases modernizadoras’, en las cuales el Estado se arrogaría nuevas facultades en detrimento de las familias, que para la mayoría de la población tienen el rol preponderante en la educación de sus hijos?”.
En sus reflexiones, los académicos concuerdan en que “entregar una definición unívoca de la libertad de enseñanza y el derecho a la educación es imposible si no es refiriéndose al contenido del que los han dotado numerosos tratados e instrumentos de derecho internacional”.
La palabra educación resonaba en la propuesta, que ya se votó, en 56 ocasiones, en contrapeso a la actual Constitución que menciona de manera explícita la palabra solo en 17 momentos.
Por su parte, monseñor Juan Ignacio González, abogado y doctor en Derecho Canónico y obispo de San Bernardo, en su capítulo: “La otra vía frente a un Estado expansionista”, señala que se manifestaba, en la propuesta de nueva Constitución ya rechazada, “de manera muy clara un afán hegemónico del Estado y una minusvaloración o directamente un desconocimiento de la educación particular subvencionada. Hay un intento –en este como en otros ámbitos– de cambiar el paradigma”.
Advertía además, que se trataba de un texto en el cual la visión antropológica cristiana “no tiene un lugar y, por el contrario, se va derechamente contra ella; una convivencia justa y equilibrada parece difícil”, explicaba en el texto.
Uno de los temas más candentes y con mayor alcance que se discutieron en la propuesta de la nueva Constitución, explican Sergio Salas y Patricia Imbarack, “es la educación, particularmente lo que tiene que ver con la libertad de enseñanza. Esto no solo porque tiene un efecto inmediato después de entrar en vigencia, sino porque hipoteca asimismo el futuro de las próximas generaciones y, por lo tanto, de nuestro país”.
La palabra educación resonaba en la propuesta que ya se votó, explican Sergio y Patricia, “a lo largo del texto en 56 ocasiones, en contrapeso a la actual Constitución que menciona de manera explícita la palabra solo en 17 momentos. A pesar de la cantidad de veces nombrada, el borrador constitucional que se votó en el plebiscito de salida, omitió temas o plasmó de manera ambigua varios principios claves relativos a la educación. Con respecto al tema de libertad de enseñanza propiamente tal, tema central que nos ocupa, fue definido de manera tan acotada y ambigua que dejó más dudas que certezas sobre su funcionamiento y alcance (Art. 19), dejando en una suerte de indefensión y duda a colegios particulares subvencionados o las instituciones de educación superior no estatales”.
En tanto, la también exministra de Educación, Mariana Aylwin, señalaba en su capítulo que “ciertamente no es un buen signo despojar a los padres y a las familias de la responsabilidad y el derecho de educar a sus hijos, en un tiempo que requiere potenciar las responsabilidades parentales.
Asimismo, Aníbal Vial, doctor en Filosofía y gerente general de Fundación Irarrázaval, advierte que “endiosar al Estado, como el proveedor ineludible y primordial, choca con la más elemental experiencia en colegios y atenta contra nuestro sentido común; con ello se violenta la necesaria libertad que la inteligencia reclama como suya en una genuina tarea educativa”.
Señalaba también Aníbal Vial en su capítulo del libro, que “nuestra educación en Chile, sin duda con muchas falencias, pero efectivamente en lo esencial, ha procurado ser fiel a una rica tradición de educación y cultura como la que hemos sugerido; basta recordar ese Decálogo reconocido universalmente que nos legó nuestra gran maestra y Premio Nobel, ese que habla de amor, habla de lo que consiste enseñar, habla de hermosura y hermosura de madre, habla de cultivo, de simplificar, de servicio divino, de la tarea de crear el mundo del mañana. Mucho de esto es lo que se respira en la gran mayoría de los colegios de nuestro país, y ello es independiente de quién se ocupa de su provisión, y es este el espíritu que debemos perfeccionar y que debe prevalecer y seguir prevaleciendo entre nosotros”.
En síntesis, en la recopilación de capítulos se hacía hincapié a la visión meramente estatista –distinto que pública– del proyecto de nueva Constitución, “que postula la educación como deber primordial e ineludible del Estado, por encima de la persona misma, de la familia y la comunidad, lo que no solo es teóricamente artificiosa, sino que no es real, y consecuentemente, en su funcionalidad se ha mostrado y demostrado históricamente errónea. Eso es un hecho irrefutable”.
Conversamos con una de las editoras de Hipotecando la Libertad de Enseñanza, Patricia Imbarack, sobre los aspectos que no deben quedar fuera en la nueva discusión.
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