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Regístrate y accede a la revistaControlar, supervisar y acompañar son las tres palabras claves que Pilar Velasco, psicóloga y terapeuta familiar de la Universidad de Belgrano, destaca al momento de hablar sobre cómo los padres pueden orientar a sus hijos en el consumo de alcohol durante su adolescencia.
“El consumo de alcohol en adolescentes siempre es riesgoso”, afirma la psicóloga Pilar Velasco. El problema principal, apunta, radica en que su percepción del riesgo es baja. La tentación de probar y experimentar cosas nuevas, sin estar psicológica ni físicamente maduros, puede ser problemático en el caso de la ingesta de bebidas alcohólicas.
Por una parte, antes de los 18 años el alcohol no se metaboliza en el cuerpo como en la edad adulta, lo que podría tener un mayor impacto posterior en la aparición de enfermedades como hígado graso, cirrosis o hepatitis alcohólica. Y, además, puede tener un efecto neuronal, ya que en la adolescencia el cerebro sigue en desarrollo.
“Si a esto le sumamos la dificultad de regulación de las conductas, propia de la edad, claramente es muy importante estar atentos. Bajo el efecto del alcohol o de otras sustancias, aparece la predisposición a progresar en la adicción y, además, la pérdida del control que puede llevar a conductas como vandalismo, mantener relaciones sexuales sin protección y fuera del absoluto estado de conciencia. Se aumenta el riesgo de accidentes o de tener problemas legales”, comenta Pilar Velasco.
¿Cómo prevenir el alcoholismo o el consumo excesivo en los hijos? Estando alertas, “especialmente a los extremos”. “La falta de comunicación es grave”, resalta la especialista. El saber en qué andan sus hijos, con quiénes se juntan y qué hacen es fundamental para evitar los excesos. Es importante la compañía, pero a una “distancia prudente”, no invasiva.
“El ejemplo de los padres es fundamental. Ellos son modelos a seguir. Los chicos copian lo bueno y lo malo, lo adaptado y lo disfuncional. Cuando los padres tienen vicios o conductas desadaptadas o peligrosas, por un lado, están habilitando y, por otro, están perdiendo la autoridad al momento de educar, de guiar o de acompañar”, dice Pilar Velasco, psicóloga clínica de la Universidad de Belgrano (UB) de Buenos Aires.
“Una vez que aparece el ‘síntoma’, quiere decir que la situación ya se está yendo de las manos, lo que no es fácil”, sostiene la psicóloga. Por un lado, pueden surgir conductas exaltadas, oposicionistas y desafiantes, descontroladas o rebeldes, el ninguneo permanente a los padres o a otros adultos, el egoísmo exagerado, la violencia física o psicológica. O, por otra parte, sus hijos pueden retraerse, aislarse y encerrarse. También pueden surgir desórdenes alimentarios y de horas de sueño, el descuido personal, el desorden general, la falta de estudios, la inasistencia a clases y la poca tolerancia a la frustración.
De todas formas, cuando la situación se hace insostenible es importante no negarlo, aceptarlo y pedir ayuda profesional. “Se trata de un conflicto familiar. El o la adolescente pertenece y forma parte del sistema familiar y si él o ella están enfermos, la familia también lo está. Todos deben ayudar en el cambio, no se los puede dejar solos en esto”, afirma Velasco.
“El ejemplo de los padres es fundamental. Ellos son modelos a seguir. Los chicos copian lo bueno y lo malo, lo adaptado y lo disfuncional. Cuando los padres tienen vicios o conductas desadaptadas o peligrosas, por un lado, están habilitando y, por otro, están perdiendo la autoridad al momento de educar, de guiar o de acompañar. Además, al momento de asistir, puede ser que su ayuda sea ineficiente”, explica la especialista en terapia familiar.
A ello hay que sumar que, en aquellos hogares donde el consumo desmedido de alcohol es habitual, hay menos armonía y aumenta la violencia, los límites se pierden y se complica la convivencia entre los miembros de la familia. “La comunicación, la educación y hasta la transmisión de amor se ven comprometidos. Se pierde el respeto por el otro y el otro muchas veces son los hijos”, sostiene Pilar Velasco.
¿Se puede “enseñar a tomar” como una forma de orientar a los jóvenes? Depende de la edad. Al comienzo de la adolescencia, el control debe pasar por los padres, “para ir cediéndolo paulatinamente a los hijos”. El consumo de alcohol –afirma– es ilegal hasta la mayoría de edad, lo que es coherente con la capacidad de hacerse responsables, que se va adquiriendo con la madurez.
“Es fundamental enseñar el autocontrol, que no es lo mismo que enseñar a tomar. Hay que ser cuidadosos como padres y tener clara la relación asimétrica que existe con los hijos. No ser su amigo, porque de ser así se los está dejando huérfanos”, concluye Pilar Velasco.
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