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Regístrate y accede a la revistaTres establecimientos educacionales explican qué están haciendo para abordar el consumo de drogas, alcohol y pantallas. Orientar a los padres, trabajo en salud mental y encuestas son algunos ejemplos.
Comunidad como factor protector
Un elemento clave para sus docentes es que se trata de un establecimiento comunitario. “Para nosotros es muy importante que nuestros alumnos se mantengan en el colegio. Es de toda la familia. La mayoría de los padres asistieron también como alumnos. Consideramos que es un factor protector en términos del consumo de alcohol y drogas”, explican Marcela Flores, psicóloga de tercero y cuarto medio, y Ana María Sáez, psicóloga y jefa de la Unidad de Apoyo Pedagógico.
En el colegio, los programas de prevención parten desde preescolar. “En ese sentido, es muy importante fomentar una vida sana y el autocuidado, con trabajo importante en el desarrollo y fortalecimiento de las habilidades socioemocionales. Se les muestra qué le hace bien y qué no a la salud física y psicológica. Partimos antes de que los niños se encuentren con las sustancias adictivas”, explica Ana María.
Por otra parte, se realiza dos veces al año un cuestionario de bienestar socioemocional a todos los alumnos del establecimiento. “Es un termómetro de la salud mental de nuestros alumnos”, explican.
Otro aspecto relevante es el programa “Lasim Lev” (poner el corazón, en hebreo), que invita a tener conciencia de la salud y bienestar propio y de los compañeros. Los estudiantes aprenden sobre las consecuencias a corto y mediano plazo del consumo y hasta ensayan formas de enfrentar las presiones, como cuando tienen vergüenza o miedo de afrontar situaciones, evaluando las alternativas.
El Centro de Padres tiene una función activa en el contacto con otros colegios, donde se promueven acuerdos para abordar contextos fuera del establecimiento. El colegio, por su parte, entrega sugerencias en términos de cómo debe ser la actitud y conducta de los padres respecto de las fiestas, el horario, recomendándoles que siempre estén presentes. Se aconseja que haya regulaciones respecto del alcohol y ahora también de vapers.
Un consejo que entrega Ana María es que “como adultos tenemos que ver lo que hacen (los jóvenes), conocer el vocabulario, los sitios que visitan en internet. Mostrar a los papás la importancia de estar actualizados. Eso no significa convertirse en amigos, pero estar alertas, atentos. Conocer los nombres y tipos de marihuana, canciones relacionadas”.
Al identificar un caso de adicción, el protocolo es claro: primero se toma contacto con la persona que hizo la detección junto al equipo de Unidad de Apoyo Pedagógico y la dirección del ciclo. Se realiza una reunión con el estudiante, donde se recoge la información y luego se conversa con los padres por separado.
Al identificar un caso de adicción, el protocolo es claro: primero se toma contacto con la persona que hizo la detección junto al equipo de Unidad de Apoyo Pedagógico y la dirección del ciclo. Se realiza una reunión con el estudiante, donde se recoge la información y luego se conversa con los padres por separado. “Muchas veces nos encontramos con que los padres están o no informados y es ahí donde damos orientaciones para apoyar al estudiante. Por otra parte, acompañamos al alumno. Se generan planes de acción por parte de los profesores para tener siempre visibilizado a ese estudiante. Mantenemos el contacto con los padres y, si es necesario, derivamos a red privada o pública”, cuenta Marcela.
Pía Massa es directora de los cursos primero a tercero básico. Asegura que “nuestro colegio está bien enfocado hacia las tecnologías. No las prohibimos ni las demonizamos”. Sin embargo, están muy conscientes de la importancia de regular y orientar su uso. “Hicimos una encuesta voluntaria, junto a una experta externa, para recoger información clave sobre pantallas en las familias. Durante la pandemia hubo más libertad y, en consecuencia, los límites se volvieron muy difusos”.
Resultados en mano, se hizo una reunión con los apoderados con el foco en habilidades parentales y en no polarizar el uso de las tecnologías. Se les aconseja bajar la cantidad de horas de pantallas, para desarrollar la creatividad e impulsar el tiempo en familia. “Nosotros las ocupamos en los estudiantes con tiempos adecuados, en ocasiones especiales, como lo es la medición de lectura en inglés y español”, explica Massa.
Otras regulaciones son, por ejemplo, que el uso del celular está prohibido hasta séptimo básico y se sugiere que todas las invitaciones a las casas sean libres de pantallas, que después de las 8 de la noche los celulares estén en las piezas de los papás o que los hijos solo escriban en el chat de curso hasta un horario prudente considerado entre todos.
Actividades extraprogramáticas por montones
Este establecimiento técnico profesional, parte de la RED Irarrázaval, está emplazado en la segunda comuna con mayor consumo de marihuana de la región. Tiene además un 98% de IVE, una de las más altas del país. Su director, Octavio Pardo, explica que las drogas más comunes entre los jóvenes son la marihuana y antitusivos como la codeína, que se mezclan con gaseosas o bebidas energéticas.
“En la escuela para padres se entregan estrategias del rol parental, para que los papás estén más presentes en términos de calidad, por sobre cantidad de tiempo. Que escuchen, que conversen. Los padres, muchas veces no saben qué están haciendo los alumnos, con quién se juntan”, explica Octavio Pardo.
Se ha puesto el foco en el abuso de consumo de drogas, alcohol y tabaco, adaptando los enfoques según la edad de los jóvenes. Según Pardo, la encuesta de Senda realizada en alumnos de segundo medio arrojó en 2021 que un 6% de los estudiantes ha probado drogas más de una vez, cifra que bajó a 4% en 2022; sin embargo, “sabemos que puede haber un factor de temor que impida que revelen la verdad totalmente”, afirma el director.
Se realizan charlas informativas tanto para los estudiantes como para los apoderados, siempre en sintonía con centros de alumnos y de padres. “Hemos identificado un problema de consumo a nivel juvenil, entre los 13 y 14 años, y comenzamos a trabajar en 2020 con Senda Previene para orientar desde lo preventivo, a través de la educación, con diferentes enfoques de primero a cuarto medio”. Por otra parte, Pardo destaca el trabajo con Carabineros de Chile de Curacautín, que realiza charlas a los alumnos desde lo preventivo, y no desde lo punitivo o de normas.
“En la escuela para padres se entregan estrategias del rol parental, para que los papás estén más presentes en términos de calidad, por sobre cantidad de tiempo. Que escuchen, que conversen. Los padres, muchas veces no saben qué están haciendo sus hijos, con quién se juntan”, explica Octavio.
Las actividades extracurriculares son, para el director, un factor protector clave. Los alumnos pueden inscribirse en talleres como: escalada, instrumentos musicales, crossfit, peluquería y manicure, folclor, entre otras. Sumado a esto, constantemente se está mostrando a la comunidad educativa lo aprendido en estas instancias, con eventos que se comunican incluso por las radios comunales. “Todo esto hace menos atractivo entrar al consumo de drogas, alcohol o tabaco”, concluye Pardo.
Si bien los casos de microtráfico en el colegio han sido aislados, el directivo dice que aquellos detectados son tratados mediante orientación y contención socioemocional, siempre en conjunto con los padres y apoderados. “Con el microtráfico tratamos de ser muy delicados. Que no haya mucho revuelo. Somos los primeros que tenemos que denunciar, pero tenemos que actuar lo más cuidadoso posible en el proceso. Funcionamos con Carabineros porque no tenemos PDI”, dice Osvaldo.
En esta línea, detalla que “lo que más mueven los chicos es marihuana. El niño que hace microtráfico no lo reconoce, sino que hace como que está consumiendo. Hay que tener mucho ojo con tener la evidencia. No podemos revisar las mochilas, sino que llamamos a Carabineros y son ellos quienes hacen esa labor”.
Pantallas
En el colegio se llevan a cabo charlas explicativas sobre los efectos nocivos. Este tema es especialmente crítico en un establecimiento TP, asegura Pardo. Dado que es común que el consumo de pantallas lleve a los estudiantes a “navegar” hasta altas horas de la noche, existe un riesgo si están somnolientos al día siguiente y deben trabajar con maquinaria real.
“Recomiendo que haya siempre charlas antes de iniciar actividades prácticas, para que exista claridad de que los estudiantes deben estar alertas”, concluye el director.
Articulación de espacios preventivos y charlas informativas
Este año el Liceo Bicentenario Minero SS Juan Pablo II, ubicado en la comuna de Alto Hospicio, participó por primera vez en la encuesta juventud y bienestar del programa Elige Vivir sin Drogas de Senda, y están a la espera de los resultados, con lo que podrán saber cómo están hoy las cifras de consumo.
Actualmente, en el Liceo que desde el año 2012 es Bicentenario, se toman acciones preventivas, como detalla Ronald Norris, psicólogo encargado de convivencia escolar: “Articular espacios preventivos con organismos colaboradores, que fomenten plan de vida, tiempo libre y afectividad (Senda-habilidades para la vida, consejos de curso y en la asignatura de desarrollo personal)”, señala. Además, han realizado la actualización y sensibilización de protocolos y procedimientos respecto a situaciones de consumo que involucren a algún estudiante del Liceo.
“Es indudable que el acceso y uso frecuente de pantallas en el mundo moderno se ha incrementado, y para nuestros estudiantes se ha traducido en dificultades de organización del tiempo, higiene del sueño, y concentración en clases y tareas escolares”, señala el encargado de convivencia escolar.
Ronald agrega que también realizan “charlas informativas sobre la ley de responsabilidad penal adolescente, para padres y estudiantes”. Afortunadamente, no han tenido casos de microtráfico, pero sí “situaciones relacionadas con el uso exploratorio de medicamentos y su facilitación a otros estudiantes. Frente a estos hechos se activó el protocolo, se denunciaron los hechos ante el Ministerio Público y el Tribunal de Familia para que, de esta manera, se otorguen los apoyos e investigación necesarios a los estudiantes involucrados”.
“En términos generales, estas medidas han sido bien recibidas, ya que, si bien tienen un fin preventivo respecto al consumo de alcohol y drogas, no son planteadas necesariamente de esa manera, sino que como entrega de factores protectores para la vida”, explica Ronald. Y agrega que “existe un apoyo transversal de los apoderados y alumnos para tratar dichas temáticas, siendo partícipes de charlas e intervenciones para ambos grupos en particular”.
Adicción a las pantallas: mayor control y organización del tiempo libre
“Es indudable que el acceso y uso frecuente de pantallas en el mundo moderno se ha incrementado, y para nuestros estudiantes se ha traducido en dificultades de organización del tiempo, higiene del sueño, y concentración en clases y tareas escolares”, señala el encargado de convivencia escolar.
Ante esta realidad, como relata Norris, “se han abordado temáticas con apoderados, que buscan generar mayor control parental respecto al uso de aparatos electrónicos, además de posibilitar en estudiantes la organización del uso de su tiempo libre y ocio. Lo anterior, a través de espacios de reflexión en consejos de cursos y reuniones de apoderados”.
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