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Regístrate y accede a la revistaMuchas investigaciones alertan sobre el perfil estereotipado de los personajes de las series para adolescentes y de sus temáticas que normalizan la violencia entre pares, el abuso de alcohol y drogas, y la experimentación sexual, entre otras. Entrevistamos a Pedro Enrique Rodríguez, psicólogo y escritor venezolano, académico en la Universidad del Valle, Cali, Colombia, quien da ideas a los padres y docentes para contrarrestar la influencia de estos estereotipos.
Los estereotipos son los mismos desde hace dos décadas en las series: la chica más popular es vanidosa, egoísta y maltrata a sus amigas. La chica buena es la víctima, se enamora del chico violento y conflictivo, pero buen deportista. Las temáticas, además, son parecidas y muestran en forma explícita consumo de alcohol y drogas, experimentación sexual y machismo, entre otras. ¿En qué media estas producciones televisivas contribuyen a la formación de la identidad adolescente y pueden repercutir en la construcción de sus valores, creencias o actitudes?
Entrevistamos a Pedro Enrique Rodríguez, doctor en Psicología de la Universidad Central de Venezuela. A su experiencia como psicólogo se suma el hecho de ser escritor: el año pasado ganó la primera edición del Concurso Latinoamericano de Novela Corta Fabla Salvaje.
-Desde hace varias décadas las producciones, especialmente las norteamericanas, muestran a las escuelas como lugares violentos, donde los adolescentes sufren bullying, sexting, racismo... ¿Cuál ha sido el efecto en los adolescentes espectadores de esos contenidos?
-Una de las discusiones que han ocurrido desde el siglo pasado es hasta qué punto es necesario recurrir a contenidos francamente violentos, sensacionalistas o amarillistas para conseguir audiencias. Aunque existe una evidencia que demuestra que los adolescentes son capaces de conectar de forma intensa con contenidos no necesariamente violentos, lo cierto es que la práctica sensacionalista resulta una receta muy atractiva para muchos medios. El efecto de estos contenidos, como decíamos antes, puede ser muy variado. Dependerá de las características del emisor, de las formas de difusión y también de las condiciones sociales, educativas y económicas de las audiencias. Ahora bien, incluso en situaciones en las que no se podría afirmar que tienen un efecto directo, lo cierto es que la difusión masiva de contenidos violentos constituye un factor negativo indudable para la actividad social.
“Se puede explicar la necesidad de crear buenos contenidos audiovisuales con una analogía: desarrollar hábitos de alimentación y cuidado personal no siempre es lo más fácil de hacer, pero tiene las mejores consecuencias a largo plazo”. Pedro Enrique Rodríguez, psicólogo y escritor venezolano.
-Como escritor, ¿piensa que los creativos tienen algún grado de responsabilidad en este sentido? ¿Cuál es el desafío ético?
-Los medios, los creativos, los ejecutivos, los departamentos de marketing: todos tienen siempre alguna responsabilidad sobre el tipo de contenidos que producen y ofrecen a la sociedad. Un elemento que creo que ilustra esto, y que puedo describir con seguridad de mi propia experiencia profesional como profesor universitario, es la frecuencia con la que soy consultado por periodistas de medios impresos y audiovisuales sobre episodios violentos ocurridos en la ciudad o el país. Sin embargo, casi nunca se me solicita dar cuenta de otros procesos con menos espectacularización o sensacionalismo. Parece claro que la idea tácita detrás de esto es que, después de todo, mostrar contenidos violentos podría tener mayor interés, omitiendo, naturalmente, que los medios podrían, y seguramente también deberían, producir contenidos con un valor social más allá del mero sensacionalismo.
-Y como psicólogo clínico comunitario, ¿qué podría aconsejar a las familias, a los maestros y a los padres? ¿Basta con enseñar a mirar con espíritu crítico las pantallas?
-Aunque ya es algo valioso, seguramente no es suficiente mirar con espíritu crítico las pantallas, así como las nuevas formas de producción de contenidos, como las redes sociales, los influencers, etcétera. Además del espíritu crítico, también es necesario pensar en crear alternativas y opciones de enriquecimiento. Podríamos pensar que el uso de los contenidos de los medios de comunicación podría verse, como una analogía, con el hecho de desarrollar buenos hábitos de alimentación y cuidado personal: no siempre es lo más fácil de hacer, pero tiene las mejores consecuencias a largo plazo. Dos ideas sencillas y prácticas podrían ser:
Naturalmente, tales acciones requieren algo de esfuerzo por parte de los padres y maestros; sin embargo, ese esfuerzo siempre será mucho más beneficioso que ser observadores pasivos del consumo de contenidos mediocres y de poca calidad por parte de nuestros hijos.
Pedro Enrique Rodríguez, psicólogo especialista en psicología clínica comunitaria de la Universidad Católica Andrés Bello, doctor en Psicología de la Universidad Central de Venezuela.
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