-¿Cuáles son tus mejores recuerdos escolares?

-Hasta sexto básico viví en Viña del Mar y participé de una especie de experimento en el establecimiento donde iba, que era de puras mujeres y quería aceptar hombres. Entramos solo yo y otro compañero, Alberto, a kínder, por lo que éramos como los juguetes de todo el colegio. ¡Fue divertido! 

-¿Algún profesor que te haya marcado?

-En séptimo me vine a Santiago, al colegio San Ignacio, y fue un aterrizaje súper forzoso, porque era solo de hombres. Hubo un profesor que se preocupó por mí que se llamaba Renzo Rosso, de castellano. A mí me gustaba grabar casetes, entonces él me pidió si podía grabar un par y me sentí súper importante. Ahora que lo veo a distancia, me doy cuenta de que era para acercarse a mí. Me encontré con él en un parque hace dos años y le di las gracias. Para mí fue muy emotivo. 

-¿Cuándo te interesaste por las comunicaciones?

-Mi papá trabajó siempre en radio, en la Festival. Escuché radio desde chico y me metía al locutorio. Pero yo quería hacer algo distinto. No tengo voz de locutor y si hubiera nacido veinte años antes, habría tenido cero posibilidad de estar en radio. Desde primero medio quise estudiar comunicación audiovisual. Nunca me enfoqué en la Prueba de Aptitud Académica (PAA), porque sabía que tenía que estudiarlo en un instituto. Después me especialicé en fotografía, cine, audiovisual. El papá de mi polola me propuso dar un paso más y por eso estudié Periodismo. 

-¿Algún proyecto amateur de comunicaciones que recuerdes?

-El San Ignacio tenía un canal de TV interno, y en una encuesta sobre qué pensábamos del canal, solo dos personas de todo el colegio dijeron que estaba mal hecho y que no era cercano. Fuimos yo y Guillermo Turner (antes director de diario La Tercera y hoy gerente de Asuntos Corporativos en CMPC). Así terminamos siendo los periodistas del colegio. 

-¿Cómo calificarías el rol que tuviste durante la pandemia desde la radio?

-Muy importante. Decidimos acompañar e informar a la gente, pero también ofrecer servicios. La gente contaba si tenían emprendimientos, desde la persona que hacía pan a un par de cuadras, hasta mascarillas para todo Chile. Ese foco que tuvimos en el programa nos ayudó mucho a fortalecernos como equipo y creo que acompañó a la gente en momentos en los que ya no daban más. Hacíamos el programa desde la casa, realizando tareas con mis hijos. Un día me cambiaron el colchón porque estaba malo y transmitimos todo el proceso al aire. Nosotros tomamos la vía de hacerlo transparente, comentar todo lo que nos estaba pasando, y funcionó. 

-¿Qué les dirías a estudiantes que quieren dedicarse a las comunicaciones?

-La calle es súper importante, hay que estar en contacto con la realidad. Conversar con la gente y absorber todo lo que está pasando. No tener 12 pestañas abiertas en el computador y ver qué dicen algunos medios o redes sociales. Hoy en día, la gente nos mide por si sabemos a cuánto está el kilo de pan, en lo cansador que es viajar dos horas en micro de ida y de vuelta, si sabemos cuánto cuesta un litro de parafina. La radio Corazón es de acompañamiento, pero la gente cree que una radio de entretención es para contar chistes, y no es así. Tiene que ver con saber qué estás viviendo y a partir de eso te van evaluando todos los días. Yo agradezco haber podido trabajar en móviles en la calle. Haber recorrido muchas comunas cada mañana, todos los días.