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Regístrate y accede a la revista¿Qué se entendía por humanidades antiguamente? Paula Baldwin Lind, profesora titular del Instituto de Literatura de la Universidad de los Andes, explica la historia de las humanidades y su importancia durante las distintas épocas.
“Es difícil definir las humanidades. Sabemos que han sido cultivadas formalmente desde el Renacimiento, pero al contrario de lo que comúnmente se cree, no forman un cuerpo, ni una ideología, ni una doctrina, ni menos una teoría del conocimiento; sin embargo, tienen objetos de estudio: las tradiciones, la cultura, los hechos históricos, las reflexiones filosóficas, los discursos, las expresiones literarias; en definitiva, los textos que reúnen todo lo anterior”.
“A los grandes pensadores les preocupaba la educación en las virtudes, la formación y perfeccionamiento de la persona, para lo cual consideraban fundamental el estudio y dominio de la propia lengua, que es vehículo del pensamiento”.
“Durante el Renacimiento se identificaba al humanista con el profesor o estudiante de la studia humanitatis, es decir, de un conjunto de disciplinas como la gramática, la retórica, la filosofía y la poesía, entre otras. Por lo tanto, la lectura y el análisis de autores clásicos griegos y latinos era la principal fuente de estos estudios”, agrega Paula Baldwin y complementa: “Esta aproximación al conocimiento había sido heredada del período anterior, puesto que en las universidades medievales estas mismas áreas del saber se cultivaban bajo el nombre de trivium y quadrivium —lo que hoy podríamos llamar artes liberales— e incluían casi las mismas materias ya mencionadas, además de astronomía, aritmética, geometría y música. Ahora bien, si vamos a las fuentes que alimentan nuestra idea de las humanidades, tendríamos que remontarnos a la paideia (educación, formación) y la enciclopedia (conjunto orgánico de conocimientos) griegas. Sin embargo, las humanidades se utilizan como término en Alemania recién en el siglo XIX”.
Actualmente, señala Paula, “el concepto de humanidades alude a muchos sentidos y suele asociarse al cultivo de los valores humanos y al desarrollo de la cultura en general: artes, música, literatura, filosofía, historia, etc.”.
“En un comienzo, algunos humanistas influyentes fueron el holandés Erasmo de Rotterdam (1466-1536), el francés Michel de Montaigne (1533-1592), el español Juan Luis Vives (1493-1540) y el inglés Tomás Moro (1475-1535), aunque en justicia debiéramos también nombrar al italiano Leonardo Bruni (1370-1444) y a muchos de los oradores clásicos como, por ejemplo, Cicerón”, relata Paula, quien afirma que fue Tomás Moro quien les dio gran importancia a las artes liberales, las que vendrían siendo las humanidades: “No las veía como una mera búsqueda de erudición, sino una actividad intelectual capaz de influir en la formación moral integral de la persona”.
Así lo señala la profesora titular de la Universidad de los Andes, quien explica que el creciente desarrollo de la tecnología “fomenta el estudio de cuestiones más prácticas y aplicables a las profesiones económicamente productivas que, en algunos casos y entre otras muchas causas, ha provocado la falta de interés por la lectura de los clásicos”.
Baldwin agrega que “la sociedad occidental parece otorgar mayor importancia al desarrollo económico y al bienestar material en desmedro de la formación en valores humanos y el fortalecimiento de una cultura que perfeccione a las personas. En el ámbito académico, las humanidades son con frecuencia tildadas de ‘arcaicas’ o ‘marginales’, como explica Lucía Invernizzi en un interesante artículo publicado en 1995”.
“Cuando pensamos en humanistas como Leonardo da Vinci, fácilmente nos damos cuenta de que la ciencia y las humanidades estaban integradas durante el Renacimiento. Por medio de la experimentación, las matemáticas, la geometría, la observación y el arte, Da Vinci intentó explicar el mundo. En los siglos siguientes la ciencia —lo que entendemos por ciencias exactas— y las humanidades y ciencias sociales se enfrentaron en bandos cada vez más opuestos, pero me parece que, a pesar de que estamos viviendo una fuerte economización de la cultura y de la educación a nivel mundial, en las últimas décadas hay un resurgimiento de los estudios interdisciplinarios que pretenden reconciliar la ciencia, la educación y la práctica con las humanidades”.
Este planteamiento es de una filósofa contemporánea estadounidense: Martha Nussbaum, quien ha escrito mucho sobre este tema y lo ha relacionado con las exigencias de la educación universitaria, y quien también, según indica Baldwin, añade una tercera habilidad: “Consiste en lo que ella llama ‘imaginación narrativa’, que es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, y finalmente una buena formación científica que incluya todas las áreas del saber. Desde la perspectiva de Nussbaum, las humanidades en el mundo actual son fundamentales para la educación de una ciudadanía global”.
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