UNO:

Planificar: Rodríguez señala que, para que el trabajo híbrido sea de calidad, “se requiere un diseño cuidadoso y planificaciones de clases que estén estructuradas y definidas, para de manera alternada ir desplegando experiencias de enseñanza y aprendizaje que tanto en la presencialidad como en la virtualidad sean complementarias y permitan el logro de los objetivos propuestos”. 

DOS:

Optimización del tiempo y de las actividades: Un pilar clave, señala Jaime, es: “La optimización del tiempo y las actividades que se hacen en el tiempo presencial y en el remoto, de manera de lograr una complementariedad entre ambas. Por ejemplo, destinar tiempo presencial para aclarar dudas que emergen en el trabajo remoto, y el tiempo remoto aprovecharlo para revisar información, contenidos que pueden ser vistos de manera autónoma en diferentes formatos”.

TRES:

Actividades que fomenten el autoaprendizaje: “Las actividades a proponer deben fomentar el autoaprendizaje, estimular la motivación intrínseca y estar centradas en los y las estudiantes y sus intereses, involucrándolos en todo el proceso de diseño: la definición de los temas a trabajar, las actividades a desarrollar, los recursos a emplear, la evaluación de los aprendizajes, entre otros”. 

CUATRO:

Docente, rol de mediador: “Por lo anterior, el docente debe asumir un nuevo rol, uno de mediador y/o facilitador de aprendizajes, para lo cual debe gestionar el currículo de manera más dosificada; fomentar el desarrollo de habilidades socioemocionales; promover actividades reflexivas, dialógicas y vivenciales; crear o adaptar materiales a diversos formatos; emplear diferentes herramientas digitales”.

CINCO:

Tener equipamiento y conectividad: Para Jaime, el equipamiento y conectividad es clave para el éxito de la clase híbrida, “porque debe ajustarse tanto a las condiciones técnicas del establecimiento educativo, como de los hogares, considerando la priorización de acceso a quienes no lo tienen o proporcionando contenidos en diferentes formatos”.  

SEIS:

Priorizar el currículo: Un consejo clave según Jaime es que no hay recetas para realizar buenas clases híbridas, pero sí hay experiencias y evidencias que muestran que algunas prácticas son más pertinentes para este escenario. “En ese sentido creo que lo principal para el docente es priorizar el currículo, focalizando esfuerzo en aquellos aprendizajes que son nucleares a su disciplina y en el desarrollo de las habilidades del siglo XXI, en particular en aquellas que se han visto más afectadas por la crisis sanitaria. 

SIETE:

Mantener estrategias multicanales: “Lo otro importante para el docente es mantener estrategias multicanales; es decir, que la entrega y el desarrollo de los contenidos y habilidades que se quieren promover debe comprender estrategias no solo digitales, sino también, dadas las brechas de acceso y conectividad existentes, utilizar material concreto, recursos más tradicionales como el texto o la guía de estudio, para quienes no cuentan con la tecnología en el hogar”. 

OCHO:

Incentivar a estudiantes a ser protagonistas: Por último, Jaime Rodríguez señala que para los estudiantes, la invitación es a aprovechar la oportunidad que la educación híbrida ofrece para poder gestionar de manera autónoma los aprendizajes, respondiendo de mejor manera a sus intereses, posibilidades y recursos. “Es el momento para ser protagonistas y hacerse cargo de lo que queremos aprender, y no esperar que les digan qué es lo que tienen que aprender”.