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Regístrate y accede a la revistaLa pandemia nos ha dejado, a juicio de los expertos, tres brechas: de aprendizaje, de salud emocional y de aspectos tecnológicos. Para superar la brecha de aprendizajes es clave involucrar a los alumnos y mejorar las cifras de asistencia. De eso les contamos en este reportaje.
Cerca de 24 millones de niños en el mundo, se calcula, desertarán del sistema escolar a consecuencia de la crisis sanitaria. Pero no solo ello: se estima que el 84% de los países cerraron sus sistemas de educación antes de abril de 2020, lo que representa la disrupción más severa a la educación en la historia, señaló en el seminario virtual “Monitoreo de colegios abiertos en tiempos de pandemia”, Susana Claro, una de las encargadas de la investigación y miembro del equipo de la Escuela de Gobierno de la PUC.
Como consecuencia de lo anterior, en el caso de aquellos alumnos que no abandonaron el sistema escolar, “existe una amenaza que la pandemia haya impactado también desde el desarrollo físico y emocional, el lenguaje y las trayectorias de los alumnos, pensando ya más a largo plazo”, explicó Susana.
Según señaló Susana Claro en el seminario virtual, “Chile es uno de los países del mundo donde más número de semanas han estado sus escuelas cerradas, entre marzo de 2020 y octubre del año 2021”.
El problema, dijo, es que la escuela entrega no solo los conocimientos y aprendizajes a los alumnos, sino que es mucho más que eso. Algo que, para la directora ejecutiva de Fundación Presente, Rebeca Molina, es fundamental. “Sucede, por tanto, que la pandemia ha generado un daño, no solo emocional, sino que también en el aprendizaje. Por ello, lo primero es reconocer ese retroceso que se generó, para poder actuar rápidamente”.
Ello, explica la directora de la fundación, permite generar una urgencia en el trabajo por recuperar el involucramiento y los aprendizajes perdidos por los alumnos. “En ese sentido, es esencial generar vínculos afectivos con la escuela. Ello es clave porque genera una disposición a aprender, al crearse un vínculo con el profesor, ya que ese docente cree en el alumno y, de esa forma, ese estudiante va a responder de una manera diferente y más comprometida a lo que se le pida. Pero, al mismo tiempo, ese alumno tendrá un compromiso mayor con su aprendizaje ya que, si el profesor cree en el alumno, el alumno también confiará en sí mismo y en sus capacidades”.
En este escenario, Miguel Arce director del colegio PuenteMaipo que pertenece a la RED de Fundación Irarrázaval, señala el rol clave del colegio en lograr que los alumnos se involucren en sus aprendizajes. “El colegio es la primera institución, distinta a su familia, a la que un niño comienza a pertenecer. Un sitio en el que empieza a desarrollar su autonomía, donde la aceptación por parte de los otros y los lazos de afecto ya no se tratan de una realidad asegurada, como en su casa, sino que necesita construirla él mismo”, explica.
Por ello, explica Arce, “cuando se logra asentar el sentido de pertenencia al grupo (curso, grupo de amigos del colegio, equipo de atletismo, grupo scout, etc.), a experimentar que de modo autónomo puede desenvolverse en un ambiente seguro y grato, el colegio no es solo el sitio al que voy a estudiar y hacer tareas, sino que se transforma en el lugar en el que puede desplegar su personalidad, aprender, jugar y crecer junto a sus pares”.
En el fondo, advierte la profesora del colegio Trigales del Maipo, establecimiento que también pertenece a la RED Irarrázaval, Sofía Larraín, educar es un proceso integral que implica no solamente un desarrollo cognitivo, “sino también físico, socioemocional y espiritual. Al educar estamos guiando el proceso de formación de personas en todos sus ámbitos; por ende, tenemos que involucrarnos en todas las áreas del desarrollo humano y ganarnos su confianza para que nos permitan guiarlos en este camino”.
De hecho, dice Sofía Larraín, “para que los niños aprendan hay un componente clave, que es la motivación. Y para que un niño se sienta motivado por aprender, lo más importante es que existan vínculos entre profesor y alumno, así como entre pares. Para llegar a sus alumnos, el profesor debe ser capaz de conocer la mejor manera de enseñar a partir de las características individuales, que esté consciente de las preocupaciones de cada niño y que sepa sobre sus gustos e intereses”.
Sucede, explica el director del colegio PuenteMaipo, que cada niño y, por tanto, cada alumno, es un ser completo, donde no es posible separar las esferas cognitivas y afectivas. “Es a ese joven completo, al que se tiene en las salas de clases y en los patios; por ello, la apertura al desarrollo cognitivo, a cualquier tipo de aprendizaje, pasa necesariamente por la disposición interior de quien es sujeto de la enseñanza”.
“El ‘confort emocional’ del alumno, el sentirse respetado, comprendido e incluso querido, lo disponen positivamente al aprendizaje, a tener ganas de participar, a no tener miedo a equivocarse; en definitiva, a sacar lo mejor de sí mismo”, continúa Miguel Arce.
Sofía Larraín afirma: “El colegio debe lograr que los niños vayan felices al colegio, que sientan ganas de aprender y tengan una actitud positiva frente al estudio, y ese es un tremendo desafío”.
Porque, como explica Rebeca Molina, “si los alumnos consideran que los aprendizajes son importantes y creen que es clave mantenerse involucrados, se traduce en que ellos asisten más a clases porque lo valoran. Al hacerlo, es esperable que los aprendizajes de todo tipo –emocionales, sociales y de contenidos– vayan mejorando y, con ello, se espera una reducción de las brechas que ha generado la pandemia".
Señala Miguel Arce que “el ‘acople’ colegio-familia es fundamental, sobre todo cuando entendemos al colegio no sólo como un lugar de instrucción y desarrollo de habilidades, sino como un sitio de formación humana e intelectual.
—¿Qué se entiende por acople?
—El ‘acople’ al que me refiero es el encaje, la sintonía fina, la comunión de miradas en lo que se espera del proceso formativo del estudiante. Cuando se logra esa ‘alianza’ con los padres, el colegio ya no es mirado como un mero sitio en que se proveen servicios educativos y se transforma en una prolongación de la casa, un modo de ir dando forma a los sueños de los padres sobre el futuro de sus hijos.
Explica Miguel Arce que le toca comprobar a diario “cómo la asistencia –presencial o virtual– de un alumno cuya familia está comprometida con el colegio es realmente buena, reiteradamente del ciento por ciento anual”.
“La experiencia presencial aún no logra ser igualada por la educación remota y es importante que vayamos educando respecto a ese tema a toda la comunidad escolar”. Rebeca Molina, Directora ejecutiva de Fundación Presente
Cuenta Sofía que al trabajar “en un colegio que tiene como principio la frase ‘padres, primeros educadores’, algo que he aprendido es que el trabajo entre el colegio y las familias debe ser colaborativo y estar alineado. Es esencial que exista una relación de confianza entre todos los miembros de la comunidad educativa, y que todos trabajemos por un mismo objetivo. Si las familias confían en que el colegio es un lugar que va a ayudar a sus hijos a desarrollar su máximo potencial y entienden lo valiosa que es la educación, lo más probable es que la asistencia a clases sea alta. Pero esa confianza hay que ganársela, estableciendo vínculos con las familias e invitándolas a involucrarse en el proceso educativo”.
Por ello es clave, señala Rebeca Molina, reconocer el daño que generó la pandemia y luego “que como colegio y sistema educacional seamos conscientes y realistas de la situación emocional en que están los estudiantes y sus familias, y también la de los docentes y de los equipos al interior del colegio”. Ello significa, dice, que es esencial ser más tolerantes, tener más paciencia y ponernos en el lugar del otro, sin bajar las expectativas. “Siendo conscientes de que a veces nos vamos a topar con algunas dificultades que son producto de la pandemia, particularmente desde lo socioemocional”.
Considerando ese punto, a juicio de la directora ejecutiva de Fundación Presente es importante trabajar el involucramiento de los alumnos y transparentar la situación en que se encuentra cada estudiante, y de esa forma también trabajar con los apoderados. “Si, por ejemplo, como docente les digo a los alumnos que lo importante que es asistir porque aquello genera un impacto en su proyecto de vida, ellos obviamente se van a sentir más involucrados. Si, por el contrario, les damos razones administrativas como pasar de curso… esos argumentos no les generan el mismo sentido que hablarles sobre su proyecto de vida a futuro”.
“Es esencial transmitirles a las familias el mensaje de que ellas son una parte fundamental del proceso, haciéndolas sentir valoradas y escuchadas. En esto los profesores tenemos un rol sustancial, porque finalmente somos nosotros el contacto directo con los alumnos y apoderados”. Sofía Larraín, Profesora del colegio Trigales del Maipo, establecimiento que pertenece a la RED Irarrázaval.
Luego, es fundamental ayudar a las familias a empoderarse en que se involucren sus hijos en la asistencia y que, si existen algunos problemas, sepan pedirle ayuda al colegio. “Es primordial que los alumnos se sientan acogidos por la comunidad escolar a la que pertenecen y que, a inicios de este año, los colegios puedan contactarse con las familias que ya tuvieron problemas el año pasado”.
Y para este año existe un gran desafío que es el miedo de las familias por la pandemia, que puede generar en los apoderados una inseguridad que los haga dejar a sus hijos en casa, en vez de llevarlos al colegio.
En esa misma línea, dice Miguel Arce, si las condiciones sanitarias lo permiten, “nuestro foco estará puesto en volver a los niveles de asistencia presencial prepandemia. Si bien nos consta que sí es posible que los alumnos aprendan de modo remoto, la rapidez, el volumen y la profundidad de los aprendizajes distan mucho de lo que de modo presencial es posible lograr. Lo anterior, además de la necesidad de socializar que tienen los niños y jóvenes”.
Señala que la estrategia del colegio PuenteMaipo estará puesta en animar a los padres a que vacunen a sus hijos y en seguir viviendo con detalle las normas sanitarias que permitan hacer del colegio un lugar más seguro.
La pandemia, señala la profesora del colegio Trigales del Maipo, “ha demostrado que asistir a clases presencialmente es fundamental. Esto permite involucrar a los niños de manera activa en su aprendizaje, generar vínculos con sus profesores, compartir y sociabilizar con sus pares, aprender normas y convenciones sociales, y adquirir estrategias y herramientas para manejar sus emociones, entre muchas otras cosas. Las brechas que se ven hoy en día no son solo académicas, sino que también vemos inmensas diferencias en el desarrollo de habilidades sociales o en el manejo de emociones, por poner algunos ejemplos”.
Por ello, dice, “creo que hay dos grandes desafíos en esta materia. En primer lugar, está el miedo a contagiarse. En este sentido, los colegios deben ser estratégicos para transmitirles a las familias la tranquilidad y confianza de que sus hijos están a salvo en el establecimiento. En segundo lugar, el colegio tiene la responsabilidad de hacer saber a los alumnos y apoderados la importancia que tiene la asistencia a clases. Es clave que las familias entiendan, por ejemplo, que una baja asistencia está directamente relacionada con la deserción escolar, o que el nivel de escolaridad tiene una relación directa con los ingresos”.
Por último, Sofía hace un importante llamado a la comunidad docente: “Creo que hay un desafío a nivel nacional que consiste en valorar la importancia de la educación escolar y la profesión docente. El colegio no es solo un espacio para aprender a sumar o leer (que, por lo demás, son habilidades muy importantes), sino que es un lugar donde las personas aprenden a vivir en sociedad, a respetar normas, a relacionarse con otras personas, a cumplir con obligaciones, a trabajar la tolerancia… Y los profesores, por su parte, tienen años de preparación, estudio y práctica para poder llevar a cabo esta difícil tarea. Por eso, debemos erradicar la idea de que el colegio es reemplazable. Los niños necesitan ir al colegio y los padres necesitan entender el daño que están haciendo al privarlos de ese derecho”.
Conversamos con el destacado psiquiatra chileno Sergio Canals para que nos ayude a descifrar y reconocer cuando los alumnos están frente a este tipo de situaciones.
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