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Oct 2024 - Edición 287

Acciones para una sana convivencia escolar

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Trabajar por la asistencia a clases… siempre

La exclusión de los alumnos en estos tiempos para el colegio Espíritu Santo en San Antonio ha sido una prioridad. Han realizado acciones importantes que significaron que “el porcentaje de deserción escolar al cabo del año pasado haya sido de un 0%. Además, el ciento por ciento de los estudiantes lograron ser promovidos”, nos contó José Ruiz, profesor de Historia, Geografía y Formación Ciudadana del establecimiento, ubicado en la Región de Valparaíso.

Por: Marcela Paz Muñoz I.
Trabajar por la asistencia a clases… siempre

Para comenzar, nos dijo José Ruiz, destacado docente de Historia, Geografía y Formación Ciudadana del colegio Espíritu Santo en San Antonio, la escuela es el lugar donde los niños y jóvenes crecen y se relacionan, y ese lazo que es clave se ha vuelto más difícil ahora en pandemia, ha resultado más complejo y difícil. 

Por ello, es un convencido de la importancia de ser proactivos y de tomar acciones concretas en el tema. “Es clave acercarse a la realidad de nuestros estudiantes e insistir en el logro de su proceso, a través de la motivación, la comunicación, la colaboración y la capacidad de enfrentar la adversidad. En este contexto, tanto los profesores como también las familias desde casa, tienen que construir un ambiente positivo en el aula que fomente la inclusión, que se priorice por sobre el cumplimiento de la enorme cantidad de contenidos y calificaciones que normalmente llevan al estrés y que desafortunadamente se ha exigido en un ambiente de desigualdad”.

Asegura que, desde su experiencia, los vínculos positivos con una comunidad comprometida son un gran aporte, sobre todo al momento de enfrentar situaciones de crisis.

—¿Qué estrategias concretas han tomado ustedes como comunidad?

—En nuestro caso, una preocupación fundamental fue enfrentar la deserción escolar; más aún en un colegio con altos índices de vulnerabilidad. Para ello, se realizó un seguimiento a los estudiantes a través de un trabajo multidisciplinario, en el que participaron profesores jefe, equipo de convivencia escolar, programa de integración y el equipo de gestión, del cual generamos un completo diagnóstico que permitió ir en ayuda de los estudiantes más vulnerables.

A partir de ello, se desplegó una serie de estrategias, con muchos actores involucrados, lo que permitió que el porcentaje de deserción escolar al cabo del año pasado haya sido de un 0%. Además, el ciento por ciento de los estudiantes lograron ser promovidos y el promedio en la PDT subió en 35 puntos, considerando las pruebas de Lenguaje y Matemáticas, en comparación al año 2019.

—¿Cómo los ha afectado la pandemia?, ¿cuánto se han incrementado las cifras en su colegio?

—En general, en un comienzo las problemáticas principales fueron la falta de conexión y la motivación. Para ello, tuvimos que adaptarnos a realizar material y entregarlo de forma física y también conectarnos con los estudiantes en un horario especial.

Por otra parte, las cifras de contagio a nivel de funcionarios afortunadamente se han mantenido bastante bajas, gracias a que hemos estado trabajando –la mayor parte del tiempo– con turnos éticos y generando las mejores condiciones sanitarias y de seguridad posibles. 

“Creo que aún no se logra capturar el sentido profundo que implica para un estudiante abandonar su escuela, ya que se tiende a diagnosticarlo sólo como una conducta de responsabilidad individual, cuando es un fenómeno que responde a un resultado de múltiples situaciones de su entorno, que desembocan en una inevitable exclusión de la vida escolar”. 

A nivel de estudiantes, no tuvimos la existencia de casos de contagio durante la modalidad semipresencial, aunque sí hemos visto un aumento significativo de casos, contagiados fuera del entorno colegio, en estos últimos meses, tanto de estudiantes como de familias.

—¿Qué ocurre en el sistema educativo y en la comunidad que nos ha llevado a esta situación?

—Creo que aún no se logra capturar el sentido profundo que implica para un estudiante abandonar su escuela, ya que se tiende a diagnosticarlo sólo como una conducta de responsabilidad individual, cuando es un fenómeno que responde a un resultado de múltiples situaciones de su entorno, que desembocan en una inevitable exclusión de la vida escolar. 

En efecto, ello se hace más complejo, por ejemplo, en personas con dificultades socioeconómicas, con círculos de violencia intrafamiliar, con historial de padres que han desertado también de sus procesos académicos, etc. 

Además, en este contexto de pandemia se han incrementado las dificultades para continuar con una educación regular, ya que el asistir a clases requiere de recursos y capacitación en las TIC que no están presentes en todos los hogares. Es por ello que el sistema educativo está obligado a movilizarse, adaptarse, generar cambios e innovaciones y a buscar las alianzas con todos los estamentos de la comunidad: funcionarios, estudiantes y apoderados. Parte de los logros importantes alcanzados se ha debido a esta comunión de todos los estamentos orientados a una tarea común: el bienestar de los estudiantes, sobre todo en los escenarios más difíciles.

Manos a la obra 

  1. Generación de estrategias metodológicas remotas innovadoras y efectivas, por parte de los docentes.

  2.  Utilización de plataformas digitales, como Google Classroom y Moodle.

  3.  Entrega de material impreso y de dispositivos en comodato a estudiantes que no contaban con conectividad.

  4.  Seguimiento riguroso de estudiantes rezagados, a través de las jefaturas de curso y del equipo de Inspectoría.

  5.  Campañas académicas institucionales (“Salvemos el Año Escolar”) que brindaban facilidades y estímulos a los estudiantes rezagados para ponerse al día en sus deberes académicos.

  6.   Arduo trabajo de los equipos de Pastoral y de Familia para brindar soporte espiritual y socioemocional a familias en crisis. Se continuaron haciendo visitas domiciliarias por parte de la asistente social y, frente a casos extremos, se informó a instituciones externas ante dudas razonables de vulneración del derecho a la educación. 

  7.   Aplicación de las pruebas de Diagnóstico Integral de Aprendizaje (DIA), proporcionadas por el Mineduc, tanto en las asignaturas de Lenguaje y Matemáticas, como en el área socioemocional.

  8. Se contrataron los servicios de Puntajenacional.cl, que ha resultado una muy buena herramienta digital tanto para el refuerzo curricular de los estudiantes, como para la preparación para la PDT, desde séptimo básico hasta cuarto año medio. 

  9.  En etapa de fase 2, según el plan Paso a Paso, se invitó a los estudiantes rezagados a realizar trabajos y pruebas recuperativas; además, se realizó el retorno seguro, gradual y voluntario de los niveles de prekínder, kínder y 3° y 4° año medio.

  10.  Reuniones periódicas con el Consejo Escolar, Centro de Padres y directivas de estudiantes (ahora se agregó la directiva del Centro de Estudiantes, CES) para monitorizar y retroalimentar las estrategias implementadas, además del impacto alcanzado en los beneficiarios del servicio educacional. 

  11.  Acompañamiento de los docentes durante las clases remotas, por parte de las coordinaciones académicas, recibiendo la retroalimentación debida en pro de la mejora continua (suscripción de Convenio Adeco), mejorando las prácticas pedagógicas.

  12.  Jornadas periódicas de autocuidado del personal, velando por la salud física y mental de los trabajadores.

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