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Regístrate y accede a la revistaNuestra época se caracteriza por una crisis de confianza. Recuperarla es esencial pues se trata de un valor indispensable para la convivencia social, pero también para que la misión de los padres y profesores dé frutos.
Muchos estudios en Chile y Latinoamérica muestran que hoy existe un alza en la desconfianza hacia las instituciones, la autoridad y las personas en general. Y aunque la tarea de recuperar las confianzas es de todos, a la familia y a la escuela les compete un papel prioritario. La psicóloga mexicana Bárbara Henderson, especialista en Clínica Psicoanalítica por la Universidad de Monterrey, a través de su trabajo clínico y participación en congresos difunde la importancia de construir y reparar vínculos de confianza: “Una de las necesidades básicas del ser humano es relacionarse y la confianza es algo que se busca construir dentro de todas las relaciones sociales”, señala. “Los bebés sienten la confianza al ser amados por sus padres o adultos cuidadores, y poco a poco aprenden a discernir en quién confiar”.
La psicóloga aclara que, aunque la confianza está en juego en todas las relaciones humanas, aquella de los padres con sus hijos es única y específica, pues brinda desde muy temprano al ser humano una seguridad de base muy importante. En términos muy sencillos, puede decirse que la belleza de la paternidad se expresa en su efecto a lo largo de toda la vida de la persona.
Bárbara Henderson explica que un apego seguro, que brinda protección, seguridad, estabilidad y disposición al bebé y al niño, “ayudará a que un adolescente y un adulto logren tener relaciones de confianza, una adecuada autoestima y disfruten de las relaciones, sin sensaciones de ansiedad o angustia respecto a los otros. De igual manera, se beneficiará de la búsqueda de apoyo social y de la capacidad de compartir sentimientos con otras personas”. De ahí la importancia de cultivar y ser conscientes de esa necesidad de confianza básica de los recién nacidos y niños en general.
“El niño que llega a la adolescencia con una incapacidad de confiar tiene más problemas para enfrentar los desafíos de esta etapa de su vida. Se le hace difícil integrarse en un cuerpo que está sufriendo cambios importantes, manejar una sexualidad y una emocionalidad intensas, o lidiar con las relaciones interpersonales y las demandas psicosociales que lo presionan a lograr autonomía y asumir su rol como adulto”, dice la especialista en esta entrevista con Revista Educar.
Pero no siempre las relaciones familiares son fáciles y muchas veces existen problemas, quiebres y pérdidas. “Cuando una familia sufre estos dolores, sin darse cuenta puede retroalimentar un círculo vicioso”, dice Bárbara Henderson.
En primer lugar, “se puede generar un adolescente muy asustado, con un sistema de apego hiperactivado y sin las suficientes herramientas para entender y comunicarse, lo que apunta a que sea probable que necesite a otras personas desesperadamente, pero haciéndolo de manera exigente, usando la manipulación o despertando emociones intensas a su alrededor”, describe. Pero, además, continúa, “cuando un adolescente pierde la confianza se expone a una mayor situación de vulnerabilidad, sin que sepa cómo enfrentar sus propios miedos, necesidades, verdades incómodas y necesidades de amor y comprensión”.
Aparece entonces como prioritario ayudar al adolescente “a entenderse a sí mismo y a los demás, reemplazar ciclos viciosos por ciclos virtuosos, explorar y aprender con los demás del consuelo mutuo y el sentimiento recíproco de coherencia, esperanza, alegría y significado”. En este contexto, es clave que las escuelas cuenten con profesionales capacitados para enfrentar esta misión y también que los educadores dispongan de información al respecto. “Es importante transmitirle que estamos ahí, junto a él, y enseñarle quién es digno de confianza y quién no”, describe la psicóloga.
A veces, aunque haya existido un vínculo de afecto desde pequeños, a los padres y educadores se les hace complejo lograr la confianza con sus hijos y alumnos adolescentes. “Esta se puede generar cuando entramos en sintonía con el adolescente a través de la mirada, los tonos y ritmos de la voz, que lo hacen sentirse visto, pensado y comprendido. Esa sensación de estar conectado e ir en la misma dirección es lo que genera confianza en la relación y abre canales de comunicación”, explica. Por ello, es importante no perder la paciencia con los adolescentes, mantener siempre el buen trato, la serenidad y el afecto.
A medida que va creciendo y desarrollándose, el adolescente también va viviendo el proceso de verse a sí mismo como alguien en quien confiar. Y eso lo experimenta en las relaciones de amistad, de compañerismo y en los roles de hijo, alumno, deportista, etc.
Según el autor y psicólogo italiano, “la confianza solo puede provenir del respeto y el amor”. Este es el punto de partida de un libro que reflexiona sobre el valor de la confianza en la familia, la escuela, la amistad y el trabajo. En el prólogo, el Papa Francisco señala que la conciencia de ser hijos y contar con la confianza del Padre “nos ayuda a ser personas responsables en todas nuestras acciones”.
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