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Regístrate y accede a la revistaComo herramienta para promover el aprendizaje, con foco en la observación de la diversidad en el aula, es la prioridad de la académica canadiense radicada en Chile hace más de tres décadas.
Mimi Bick (62) combina dos mundos muy diferentes. La asesora experta en evaluación salía de un restaurante en 2016 cuando se le acercó una persona para ofrecerle participar de una campaña como modelo. “Qué es lo peor que podría pasar”, se dijo la canadiense. Desde ahí que está fuertemente ligada a la moda, donde ve una gran conexión con el mundo de la educación. “Me he encontrado un montón de gente talentosa y creativa y hay una diversidad muy interesante. Hoy hay una ola de abrazar la diversidad de los niños en sus culturas, intereses, motivaciones y necesidades de aprendizaje y eso es un aporte”.
“La niña que está súper avanzada en una habilidad o comprensión, necesita distintas cosas que el compañero al que le cuesta. Poner un 4 y un 7 esconde mundos diversos y no da señales de lo que tenemos que hacer para apoyar el avance”.
—¿Cuál es el rol de las pruebas estandarizadas?
—No soy antipruebas, siempre y cuando pensemos para qué son y que las usemos bien. El Simce y sus consecuencias tienen un altísimo impacto en la implementación curricular. El país requiere saber cómo están las cosas, porque necesita distribuir recursos. Pero se convierte en una forma de presionar a los profesores y escuelas, para que los alumnos aprendan más en ciertas habilidades y asignaturas, en desmedro de otras. La fragmentación curricular que se genera también se debe a la forma de pensar la escuela como un lugar donde entrenar a los niños para rendir. Y, ¿sabes? no ha funcionado, hemos estado en esto mucho tiempo.
—¿Cómo evaluar, entonces?
—Es muy importante conocer profundamente la diversidad de aprendizajes en el aula, para poder definir los próximos pasos. Eso no es un punto en una prueba ni un número, es algo descriptivo. Todos los profesores sabemos que hay cuarenta alumnos con competencias y capacidades distintas, y pueden caracterizar las habilidades de los alumnos, no necesitan que el Simce lo haga por ellos. Creo que tenemos que darles apoyo a los profesores con descripciones decentes. Un ejemplo de esto es el mapa del progreso, que es una arquitectura curricular y evaluativa que cubre toda la trayectoria escolar. La gracia de tener claro el norte es que se cuenta con un eje sobre las cosas que importan en el aula y donde el Simce puede usarse solo de termómetro.
—¿Y qué pasa con la escuela como un conjunto?
—Debemos preocuparnos de cada niño, pero también de lo colectivo y de lo importante que es el estar con otros para el crecimiento y el desarrollo humano. Debemos tener disputas y aprender a resolverlas. Si solo se mira lo individual, sin trabajar la colaboración y cooperación entre pares, perdemos una gran parte de la escuela, porque eso fomenta que los niños se potencien entre ellos.
https://youtu.be/i5tbMxP9F-g
Le pedimos a Mimi Bick que nos describa cómo construiría un mejor sistema de evaluación:
1. Sin notas numéricas, hasta por lo menos la media, si es que siguen existiendo las pruebas para ingresar a la universidad. ¡Fuera esa obsesión con la nota!
2. Retroalimentación constante. Que los niños y sus familias tengan una idea de dónde están y que eso los ayude a movilizarse al próximo paso.
3. Retroalimentación positiva, y partiendo por lo que está haciendo bien en la actuación o producto, señalando lo que puedo aún mejorar con pistas o sugerencias específicas de cómo.
4. Trabajo colaborativo e interdisciplinario entre profesores. “Debe haber tiempo para conversar con los colegas sobre lo que se ve en el aula”.
5. Replanificar sobre la marcha. “Si descubro que algo no está funcionando, no puedo esperar al próximo año para hacer cambios”.
6. Autoevaluación, trabajada o construida con los mismos alumnos y anclada en criterios y rúbricas descriptivas.
7. Mucha observación y diálogo con los alumnos.
La canadiense es doctora en Filosofía Política de la Universidad de Oxford (Inglaterra) y licenciada en Letras de la Universidad McGill (Canadá). Se desempeñó como coordinadora nacional de Currículo de Evaluación para el Aprendizaje en la Unidad de Currículum y Evaluación del Ministerio de Educación, es docente de la Universidad Católica y ha asesorado en esta área a múltiples organismos como la Unesco, los ministerios de Educación de Perú y Chile, la Universidad Tecnológica de Monterrey (México), la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (Perú), y el Consejo Nacional de Educación y la Universidad de Talca, ambos en Chile.
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