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Regístrate y accede a la revistaProducto de la pandemia, un grupo de alumnas del Colegio Almendral quiso darle un reconocimiento al personal de la salud por medio de cartas escritas por todos los miembros de esa comunidad. Ideas como esa revelan la importancia de abordar las humanidades, un elemento clave en la formación de los alumnos, nos revela Catalina Balmaceda, profesora de Historia Antigua del Instituto de Historia de la UC.
Desde hace un año, fruto del ambiente y de la pandemia, profesoras del Colegio Almendral, establecimiento que pertenece a la red de colegios de la Fundación Irarrázaval, crearon la campaña de reconocimiento “Carta para una vida” y, ahora, “Carta para el personal de salud”, para contribuir a los que día a día se esfuerzan por hacer de este mundo un lugar mejor en tiempos de pandemia.
“¿Cómo quedarnos indiferentes frente a todo lo que estamos viviendo? Por ello, quisimos darle un reconocimiento al personal de la salud y de la educación. Ese reconocimiento fue a través de cartas escritas por todos aquellos que forman parte de esta comunidad; es decir, apoderados, alumnos, profesores, administrativos, que quisieran agradecer el trabajo y esfuerzo que han realizado tantas personas para sacar adelante el país”, nos contó una de las docentes autoras del proyecto, Valentina Cereceda.
—¿Cómo fue la acogida de las alumnas?
“En un principio, costó que las alumnas comenzaran a escribir cartas, y se motivaran con el proyecto. Estábamos en la mitad de la pandemia, con mucha angustia y pocas ganas de participar debido a los problemas personales que atravesaba cada familia. Recordemos que muchas familias de nuestro colegio, y del país en general, viven en incertidumbre, pasan carencias y/o perdieron un familiar, por lo que el darse un tiempo para escribirle una carta a alguien que no conocían no es algo fácil. Pero esto dio un vuelco cuando comenzamos a publicar las primeras cartas que recibimos. Creemos que mostrar ideas abrió camino para que muchas alumnas tuvieran las ganas, y la confianza para expresarse a través de ellas y ser parte de este proyecto”.
Señala Catalina Balmaceda que “la pérdida en la literatura y el retraso en la lectura significan también que se pierde la posibilidad de humanizar que tenemos todos los seres humanos”.
Como profesoras, explica Valentina, “consideramos que el desarrollo de la escritura y las humanidades es muy importante. Para que haya un progreso en estas áreas es esencial generar oportunidades en nuestros estudiantes, ya que esto es un proceso, un viaje. Por otro lado, la escritura permite desarrollar la creatividad y expresar emociones”.
A través de instancias como estas, se reafirma la importancia de generar espacios de expresión, que muchas veces se logra con el arte, “pero pocas veces con la escritura y que esta, a su vez, conecte a nuestras alumnas con su humanidad. Con darse cuenta de que por muy mal que veamos el panorama, hay uno que puede estar peor, o que hay otros que están luchando por todos nosotros (empatía).
Si bien los colegios tienen la misión de educar, no todos se preocupan por guiar un aprendizaje integral de manera transversal en todas sus áreas”.
Experiencias como las del colegio Almendral son una clara muestra de la importancia de las humanidades como centro del aprendizaje. ¿Por qué? “Lo propiamente humano es el pensamiento, son las humanidades, como dice su nombre: ponen al hombre en el centro, ya que lo esencialmente humano es el pensamiento. Es decir, la capacidad de decidir libremente y eso es justamente de lo que dan cuenta las humanidades”, nos cuenta Catalina Balmaceda, profesora de Historia Antigua del Instituto de Historia de la UC. Catalina se especializa en temas relacionados con la historia intelectual de la República y del Imperio Romano, la filosofía política griega y romana, y últimamente se ha dedicado al pensamiento histórico, principalmente de la historiografía grecolatina, y al estudio de los historiadores.
Para Catalina, la literatura, la historia, la filosofía, nos dan cuenta acerca de lo que es el desarrollo de lo propiamente humano, “pero no digo esto desmereciendo las ciencias ni mucho menos, que son absolutamente esenciales. A diferencia de las humanidades, la ciencia estudia tal vez lo que tenemos en común con otros seres vivos, por ejemplo. La biología, que es importantísima ya que nos ayuda a conocer cómo funcionamos internamente y los procesos que se dan, pero esos mecanismos no son propiamente humanos. Es decir, también nosotros compartimos con el perro un aparato digestivo, pero no compartimos con el perro un pensamiento político”.
Tampoco, sigue la historiadora, compartimos con los animales “la capacidad de decidir libremente, de amar libremente. Sin desmerecer para nada el pensamiento científico y matemático. Digamos que el hombre con las humanidades se ha puesto en el centro del estudio”.
Sobre el aporte de las humanidades, señala Catalina Balmaceda, “nos ayudan a conocernos mejor. La gracia de las humanidades es que humanizan el saber y el aprendizaje. Por tanto, para un niño leer una historia, un cuento, una novela si ya son más grandes, o aprender historia o intentar acercarse al desarrollo de un argumento filosófico, todo eso nos hace más humanos.
¿Qué es humanizar, entonces? Significa que el hombre se hace cada vez más consciente de lo que es propiamente humano, de lo que es propiamente suyo y de él. Aquello que no comparte con otros seres.
Por ello, la pérdida en la literatura y el retraso en la lectura significan también que se pierde la posibilidad de humanizar que tenemos todos los seres humanos. “Con la filosofía se les ayuda a pensar a los alumnos, y de paso se desarrollan muchas habilidades. Efectivamente, leer ayuda a pensar porque leer no significa solamente juntar letras, significa comprender lo que otras personas han pensado. Por ejemplo, a través de la historia o la filosofía, puedo comprender cuáles fueron las razones del actuar de personajes de la historia. Al enseñarles cómo y por qué Napoleón invadió Rusia, los estudiantes tienen la posibilidad de pensar qué habrían hecho ellos, en ese lugar y en ese momento. Conocer personajes históricos y de la literatura nos ayuda a entender por qué el contexto en que las cosas sucedieron”.
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