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Regístrate y accede a la revista¿Qué es innovar? ¿Basta con trabajar sobre modelos que ya se han instaurado? Algunas aproximaciones difieren, y por ello reunimos a un grupo de expertos para reflexionar sobre el tema. Esto fue lo que nos respondieron.
A fines del año pasado, daleProfe, Fundación Huneeus y Elige Educar lanzaron el concurso Elige Innovar, un proyecto que buscaba premiar la innovación docente y reconocer diez innovaciones destacadas a lo largo del país. “Estamos contentos. La convocatoria al premio fue un éxito, recibimos 94 postulaciones de todas las regiones de Chile, que presentaban innovaciones para todos los niveles educativos y diversas temáticas y objetivos”, nos contó Francisca Medeiros, directora de daleProfe.
La iniciativa sigue su curso, luego de ser elegidos los proyectos ganadores, se inició un proceso de acompañamiento realizado por mentores de la Fundación Nuevo Paradigma Educativo, “donde pudieron replantear parte de sus ideas, poniendo foco en los pilares de la innovación docente que este premio impulsa: colaboración, estudiantes como protagonistas de su aprendizaje, aprendizaje significativo a través de la experiencia, y propuestas que integran la iteración”.
Se trata de un proyecto exitoso, justamente en un año de dificultades como lo fue el 2020. De hecho, según cuenta Marco Ávila, jefe de proyectos Área Aprendizaje para el Futuro de Fundación Chile, “la innovación es una característica central en el aprendizaje. Sin las innovaciones, que son respuestas a desafíos y necesidades, los modelos pedagógicos permanecerían inalterados en el tiempo, sin considerar la evolución de la humanidad, los avances tecnológicos, los cambios culturales y los intereses de los estudiantes”.
Francisca Medeiros, directora de daleProfe:
“Este año, el foco también debiera estar en restablecer los vínculos sociales entre pares que se vieron debilitados al interactuar sólo a través de una pantalla, abordar la deserción escolar y la salud mental, y disminuir la brecha de aprendizaje que ya existía y que se incrementó al interior y entre establecimientos de diferentes contextos”.
De hecho, explica Vanessa Orrego, investigadora de Elige Educar, el objetivo final de toda innovación educativa es mejorar la calidad de la educación: cómo se enseña-aprende y cómo, en este proceso, estamos respondiendo a las necesidades y demandas que tienen los estudiantes, apoderados y otros profesionales de la educación acerca de la educación misma. “Dicho eso, hay que entender que la transformación de la enseñanza –sea el currículum, la relación alumno-profesor, los materiales didácticos o las evaluaciones– es un medio que intenta llegar a ese objetivo final de la innovación: la calidad educativa que merecen todos los estudiantes del país. Así comprendida, parece una meta difícil y ambiciosa, pero también es importante recordar que la innovación es un proceso diario, una construcción permanente y una postura para mirar, entender y vivir la enseñanza que se basa en abrazar la perspectiva de que otro mundo mejor es posible, cada día y con pequeñas acciones”.
Señala Orrego que, probablemente, muchos profesores son innovadores y no lo saben, porque creen que la innovación educativa es un gran proyecto que requiere mucho tiempo y recursos, especialmente tecnología. “Y sí, puede serlo, hay proyectos innovadores que son así, pero la idea de innovar puede comenzar con algo tan sencillo como la actitud de ‘pensar fuera de la caja’ respecto a la educación a la que estamos acostumbrados. Así, la innovación también se abre a un mundo de posibilidades, de acciones, medios, redes y actores”.
Vanessa Orrego, investigadora de Elige Educar:
“Es importante recordar que la innovación es un proceso diario, una construcción permanente y una postura para mirar, entender y vivir la enseñanza que se basa en abrazar la perspectiva de que otro mundo mejor es posible, cada día y con pequeñas acciones”.
Asimismo, las condiciones de pandemia, como las que todos estamos enfrentando, “plantearon nuevos desafíos a la enseñanza y a las formas de aprender. Estos desafíos se transforman en una búsqueda de respuestas sobre cómo enseñar; por ejemplo, a distancia o sobre la base de la autonomía del estudiantado. Hoy, sin duda, es un momento propicio para incorporar, de acuerdo a la experiencia, innovaciones pedagógicas”, dice Marco Ávila.
Al mismo tiempo, advierte Francisca Medeiros, “el mundo vive transformaciones en forma cada vez más acelerada: el cambio climático, las nuevas tecnologías, el acceso masivo a la información, y ahora los desafíos que ha traído la pandemia. Si hay algo que debe ir acorde a estos cambios es justamente la educación. Es urgente entregarles a los estudiantes de hoy las herramientas para que puedan ser protagonistas de su futuro”.
Y los docentes, para Medeiros, “siempre han tenido una vocación de emprendedores, de agentes de cambio, y juegan un rol fundamental en la transformación de la educación. Pero, además, la pandemia ha exigido acelerar estos procesos de innovación para responder rápidamente a los desafíos que ha traído y que probablemente nos acompañarán un tiempo largo”.
Marco Ávila , jefe de proyectos Área Aprendizaje para el Futuro de Fundación Chile:
“La innovación es una característica central en el aprendizaje. Sin las innovaciones, que son respuestas a desafíos y necesidades, los modelos pedagógicos permanecerían inalterados en el tiempo, sin considerar la evolución de la humanidad, los avances tecnológicos, los cambios culturales y los intereses de los estudiantes”.
En consecuencia, en tiempos actuales se hace más evidente que la combinación de lo virtual y lo presencial sigue siendo una necesidad, y esto requiere aprender a hacer un buen uso de las herramientas tecnológicas, no solo acceder a ellas. “Este año, el foco también debiera estar en restablecer los vínculos sociales entre pares que se vieron debilitados al interactuar sólo a través de una pantalla, abordar la deserción escolar y la salud mental, y disminuir la brecha de aprendizaje que ya existía y que se incrementó al interior y entre establecimientos de diferentes contextos”, explica la directora de daleProfe.
Los profesores han jugado un rol clave durante la pandemia, haciendo esfuerzos significativos para entregarles a sus estudiantes contención, motivación y experiencias educativas a pesar de las dificultades, y sin duda seguirán haciéndolo. “Valoramos enormemente ese compromiso con su vocación, con sus alumnos, y desde daleProfe seguimos trabajando para que sigan atreviéndose a buscar soluciones innovadoras para abordar los desafíos que tenemos por delante como sociedad”, señala Medeiros.
Por ello, agrega el decano de la Facultad de Educación de la Uandes, Ignacio Illanes, estos tiempos representan grandes desafíos. “Hay muchas formas, pero yo creo que la clave es identificar problemas lo más específicos posibles y a partir de eso explorar pequeños ajustes que se van sumando. Eso sí, hay que hacerlo con cuidado, porque a veces es fácil ponerse creativo; lo difícil es ser efectivo. Sugiero mirar el modelo de mejoramiento de Carnegie Foundation, de Estados Unidos, que es muy concreto al respecto”.
En todo caso, coinciden los expertos, no existe una manera única de hacerlo, y esto implica una búsqueda incansable y permanente de parte de los directivos, profesores, asistentes de la educación y apoderados, para ir identificando cuáles son aquellos elementos que motivarán el aprendizaje de los alumnos y los preparará para lo que venga. “Ese proceso de búsqueda es la innovación, y no se trata solo de encontrar ideas nuevas, es mirar alrededor y construir sobre esa base, es atreverse a hacer las cosas de una manera diferente, es aprender de los errores y hacerlo en colaboración con otros”, señala Medeiros.
Sin embargo, el decano de la Universidad de los Andes es más bien escéptico en materia de innovación educativa. “Yo creo que los principales problemas en educación no son por falta de innovación, sino más bien porque las cosas esperables, convencionales, no se hacen lo suficientemente bien... y en el intento por salir de ahí, nos ponemos a innovar antes de tiempo. La experiencia internacional muestra que los sistemas educativos exitosos (puede ser un país, una red de colegios o un colegio) abordan la innovación cuando ya han madurado sus capacidades previas”.
Ignacio Illanes, decano de la Facultad de Educación de la Uandes:
“Innovar es una forma de mejorar. No es la única alternativa pero, por supuesto, vale la pena considerarla en ciertos casos. Si una institución tiene ideas nuevas que pueden ayudar a empujar la educación a nuevos niveles, nuevos horizontes, es interesante atreverse y probar”.
En otras palabras, lo anterior significa, apunta Illanes, que “la innovación no es tanto para salir de posibles dificultades educacionales, sino más bien para consolidar un trabajo previo. En ese sentido, la innovación en educación es más bien para sistemas avanzados, consolidados. Ponerse demasiado innovadores antes de tiempo puede ser distractivo y confuso para todos; se corre el peligro de que sea una suerte de canto de sirenas”.
No obstante, “esto no significa que no puede haber innovación en nuestro país. Si un colegio o una red de colegios ya es efectiva en su trabajo, si ya es ‘referente’ de buen desempeño, evidentemente puede desafiarse pensando en proyectos innovadores. Pero, colegios que navegan con más dificultades, difícilmente estarán en condiciones de innovar adecuadamente. Mejor sería que consoliden lo de siempre y que no se distraigan con proyectos ‘innovadores’”.
Repensar la presencialidad. La base tradicional de la relación alumno-profesor es el aquí y el ahora, la relación entre ambos que ocurría en presencia del otro y, generalmente, en la sala de clases y durante la hora de la asignatura. Bien, ese es el primer cambio que no hay que olvidar cuando pensamos en la educación a distancia. Así, hay que empezar a trabajar juntos o separados, siempre orientados bajo el mismo objetivo de aprendizaje o planificación, en cualquier lugar y momento. Ello implica empoderar a los estudiantes para que asuman un rol activo en su aprendizaje y el docente adquiera un rol de guía, mediador o facilitador. Así, el docente ya no está ahí para entregar todo el conocimiento y el estudiante pasa a coconstruir su aprendizaje. Entre los desafíos que existen en esta época, este es probablemente el más difícil, pues implica transformar la base de la enseñanza tradicional; cómo imaginamos la educación. Sin embargo, el avance de la tecnología en el mundo hace tiempo que lleva generando presiones para socavar esta premisa. Hoy la información está “a un clic de distancia” y el profesor no es la única fuente de conocimiento y aprendizaje para el estudiante. Así que la pandemia parece estar forzando aún más este salto.
Inclusión de la tecnología, pero no solo hablando de las distintas herramientas disponibles en el mercado y su frecuencia de uso, sino, sobre todo, la accesibilidad. Sabemos que hay dificultades de acceso que dejan a muchos estudiantes y familias vulnerables fuera. Sin embargo, aquí hay que recordar que la inclusión de la tecnología no es obligatoria –hay mucho que podemos seguir haciendo sin ella gracias al profesionalismo de los docentes para acercar la sala de clases a las casas de los estudiantes– y que no requiere lo “último” del mercado. La radio, la televisión o WhatsApp también son medios tecnológicos que podemos emplear para transformar la educación y hacer que todos los estudiantes tengan las mejores oportunidades posibles para aprender.
El trabajo colaborativo entre docentes de diferentes asignaturas. Es una herramienta muy concreta para innovar, pero, además, nos ayuda a reducir la demanda de tiempo a largo plazo, pues las responsabilidades se comparten.
Fuente: Elige Educar.
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