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Regístrate y accede a la revistaEn Chile, un 3,6 por ciento de los niños de entre 5 y 17 años tiene algún grado de discapacidad física o intelectual. ¿Cómo enseñar de manera presencial cuando el uso de mascarillas, distancias sociales y protocolos se hace casi imposible? Lamentablemente, todavía hay más dudas que respuestas.
Según datos del Mineduc del año 2018, en Chile existen 2.027 escuelas especiales y hay 183.373 matriculados con necesidades especiales (un 5,12 por ciento de la matrícula total nacional) presentes en esos establecimientos o en programas PIE. ¿Es posible el retorno a clases presenciales cuando los estudiantes tienen mayor dificultad en seguir protocolos, respetar distancias y usar mascarillas?
María Farías Marambio, de la Escuela Diferencial San Clemente, Región del Maule, explica que el año pasado no fue posible retomar las clases presenciales. “El 70 por ciento de nuestros estudiantes presenta discapacidades significativas, que limitan el que puedan aplicarse a ellos los protocolos establecidos a nivel nacional”.
Exequiel Coñoman, finalista del Global Teacher Prize y profesor de la Escuela Especial Ema Sepúlveda de Lobos F-409 de San Javier, Región del Maule, se sintió en desventaja cuando con la pandemia se priorizaron los canales remotos. “Nuestros chiquillos no saben usar el computador, y muchos no tienen internet. Hacíamos clases por video de Whatsapp y a veces los reuníamos de a cuatro. Al principio, les mandamos muchas guías y eso fue un error”. Al poco tiempo se dieron cuenta de que lo más importante era abordar la sobrecarga emocional de las mamás, que son las principales cuidadoras de estos niños, organizar actividades lúdicas como cocina o manualidades relacionadas con problemas cotidianos y el currículo.
Para un niño con discapacidad intelectual, el cambio de rutina de no ir más al colegio y no salir de la casa genera un estrés mucho mayor que en condiciones normales. “Teníamos una alumna que llevaba cuatro años sin ataques de epilepsia y solo este año (2020) ya ha tenido cinco episodios”, cuenta Exequiel y añade que “para las mamás es muy angustiante, porque no saben si llevarlos o no al doctor por el virus. Hubo varios momentos en que tuve que hacer llamadas de emergencia porque un niño estaba con pataleta y no entendía por qué no podía salir. Tenía que hablar una hora con ellos para irlos calmando. Fue muy fuerte porque con algunos no sabíamos cómo ayudar”.
“El cansancio emocional fue difícil de llevar, sobre todo el primer semestre. Además, como estoy en la red de profes Global Teacher Prize, veía cómo otros estaban haciendo cosas increíbles, pero nosotros no teníamos esa posibilidad, sentía que corríamos en desventaja”, agrega Coñoman.
Actualmente, la Ley SEP no incluye a las escuelas especiales. “Lamentablemente, no contamos con esos recursos para poder acceder a kits sanitarios o tecnología, lo que se siente un poco injusto para nuestros alumnos. Estamos intentando revertir esto y ya presentamos el tema ante las comisiones de Hacienda y de Educación”, explica Exequiel.
Otro aspecto que preocupa a Coñoman, es la inclusión laboral. “Si ya la población regular está teniendo problemas de contratación, con mayor razón las personas con discapacidad”.
Para el presente año, la mayoría de las apoderadas del Ema Sepúlveda de Lobos ha decidido no mandar a sus hijos al colegio, por lo cual se hará una mezcla entre alumnos presenciales y online. “Sabemos que muchos de nuestros niños no podrán cumplir con protocolos. Algunos babean o no aguantan una mascarilla mucho rato, a otros hay que mudarlos, ello impide la distancia social, por lo cual tendremos que ver quiénes pueden comenzar a asistir y quiénes tendrán que quedarse en sus casas”.
María Farías explica que ahora se ha mantenido el trabajo remoto considerando visitas a domicilio de acompañamiento, para dar atención socioemocional a estudiantes y a sus familias. No obstante, tanto docentes como profesionales de apoyo continuarán dando orientaciones y estrategias a la familia respecto de las actividades y clases remotas que se entreguen. “Independiente de que nuestros estudiantes, dada su discapacidad, no logren aceptar uso de mascarilla, un equipo interdisciplinario buscará alternativas y estrategias acordes al estudiante, para que reciba los aprendizajes y atención de profesionales de apoyo de manera individual en horario diferido conforme a sus habilidades y capacidades de tolerancia”, revela.
Anita Santa María es psicóloga del Hospital Roberto del Río, donde atiende actualmente a 35 niños que la abrazan y a veces le sacan la mascarilla. “Al principio, se cancelaron las visitas y buscamos otras formas de seguir atendiendo. Fue un poco caótico, costó ajustarse. Yo hago evaluaciones cognitivas y eso es súper difícil de adaptar al sistema online, sobre todo con mi grupo objetivo que no siempre tiene celular, internet, computador. Con el tiempo empezamos a tomar algunos casos online, pero nunca llegué a tener full agenda online. Tenía uno que otro”, explica Anita.
Cuando la comuna de Independencia, donde está ubicado el hospital, pasó a etapa de transición comenzaron a atender de nuevo hasta llegar a agenda completa. “Estamos trabajando muchísimo para atender lo máximo posible antes de que nos manden de nuevo a cuarentena”, asegura.
“Sobre los protocolos de seguridad se hace lo que se puede. Usamos mascarillas, protectores para el pelo, escudos faciales, tratamos de respetar la distancia lo máximo posible, aunque no siempre se puede. Sanitizamos entre paciente y paciente, sillas, juguetes, mesas, instrumentos, alcohol gel en los accesos”, explica Anita.
El mayor desafío han sido los niños con discapacidad intelectual y trastornos del espectro autista, que muchas veces no soportan la mascarilla y no entienden la distancia social. “Hay muchos niños que son muy cariñosos, que te quieren abrazar o que te quieren sacar la mascarilla a ti porque les molesta o les asusta que la uses. Tengo muchos niños con hipoacusia (sordera parcial o total); entonces, tengo que derechamente sacarme la mascarilla y quedarme solo con escudo facial para que me puedan leer los labios”, cuenta la psicóloga.
Patricio Carvajal, coordinador nacional de Educación Especial del Ministerio de Educación, señala que es posible implementar algunas medidas que mitiguen la falta de mascarilla como lo son micas acrílicas, guantes, sanitizaciones más frecuentes y alcohol gel.
“Lamentablemente, mientras dure la pandemia tendremos que aplicar algunas de estas medidas que son incómodas”, explica.
Respecto de la Ley SEP, asegura que el tema se está revisando y que la idea es que las escuelas especiales se acerquen cada vez más a las regulares para que puedan acceder a kits sanitarios y tecnología.
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