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Regístrate y accede a la revistaSegún Pablo Christiny, fundador de la ONG Nativo Digital, la tecnología en la educación llegó para quedarse y debemos estar a la altura. Implementar nuevas metodologías de enseñanza, asegurar la conectividad y promover internet para aprender y trabajar son algunos de los desafíos.
—¿Cuáles son las potencialidades del uso de la tecnología en la sala de clases?
—Tenemos que incorporar la tecnología en la educación como una herramienta útil para metodologías innovadoras, basadas en proyectos y desafíos. Sin embargo, hay que tener claro que las tecnologías son buenas aliadas, pero no son las únicas y nunca van a reemplazar al profesor. La razón es que la empatía es fundamental en el proceso de aprendizaje y las tecnologías no pueden dar eso. Necesitas de otro ser humano para aprender.
—¿Cómo ha influido la pandemia y el aprendizaje remoto en el proceso de avanzar hacia una educación más tecnológica?
—La digitalización en la educación viene pasando por etapas. La primera fue incorporar los insumos técnicos en la infraestructura, como salas enlace, computadoras, tabletas, pizarras digitales. La segunda etapa fue el desarrollo de competencias; es decir, que los docentes aprendan a usar la infraestructura. Actualmente nos encontramos en la etapa tres, donde la tecnología se incorpora al proceso cotidiano formativo, la cual se aceleró enormemente producto de la pandemia. A esto le llamamos una transformación digital forzada, dado que los docentes se han visto obligados a usar las tecnologías para continuar con el proceso pedagógico. Esto ha sido positivo, porque los profesores se han dado cuenta de que no era tan complicado de implementar.
—¿Hacia dónde dirigirnos en materia de conectividad y alfabetización digital?
—El mayor desafío es cómo dejamos de ser analfabetos funcionales digitales. Un gran problema de la generación que se llama nativo digital es que son heavyusers de la tecnología (98% de la población nacional tiene acceso a las redes sociales al menos una vez al día, según el Barómetro del Bienestar Digital que hace la Fundación Nativo Digital junto a Movistar), pero analfabetos para acciones funcionales. Tenemos estudiantes conectados ocho horas diarias, pero no son capaces de hacer una plantilla de Excel. Esto se debe a que le hemos otorgado a la tecnología el uso de ocio y comunicación, pero no el de trabajo o aprendizaje.
Por otra parte, debemos hacernos cargo del alto porcentaje de la población que no tiene acceso a internet, lo que impide el aprendizaje en línea. La forma de educar está cambiando y las tecnologías llegaron para quedarse. A nivel mundial se está empezando a hablar de la conectividad como un derecho fundamental.
—La velocidad de los avances tecnológicos puede generar una brecha entre niños y apoderados y profesores, ¿Cómo solucionar esto?
—En Nativo Digital promovemos la mentoría digital, en la cual un adulto se preocupa y acompaña a la hora del ingreso del niño al ecosistema digital y aprende el funcionamiento de éste. Entiende las aplicaciones y los videojuegos, y los usa para ver cómo funcionan y con quién se comunican. Establece límites de horario y usabilidad. Este modelo se ubica entre dos extremos que deben evitarse. Por un lado, el del adulto como facilitador digital, que expone al niño al mundo virtual sin control alguno y lo convierte en un huérfano digital. Por otro lado, el del limitador digital, que prohíbe cualquier tipo de exposición a pantallas o conexión a internet, que resulta en un niño exiliado digital.
1. Hacer las clases más cortas. No es lo mismo escuchar a un profesor en la sala de clases que mirar una pantalla, donde el tiempo de exposición es más cansador.
2. Usar la tecnología para generar actividades o experiencias de aprendizaje. Algunas plataformas que recomiendo son Padlet, para trabajos colaborativos, Kahoot y Quizziz, para poner a prueba a los estudiantes mediante desafíos relacionados con la materia, Canvas, que hace de aula virtual, y Mentimeter, para presentaciones interactivas, entre otras.
3. Que el estudiante experimente con cosas de la casa. Llevarlo a experiencias análogas a partir del encuentro virtual: plantar una semilla, invitar a los apoderados a compartir una experiencia.
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