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Nov 2024 - Edición 288

La necesidad de un estrecho vínculo entre los liceos TP y la empresa

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Por carreras de ayuda y cuidado

La pandemia ha demostrado cuánto nos necesitamos entre los seres humanos y el destacado rol que cumplen los profesionales dedicados al cuidado de los demás, provenientes de un gran abanico de carreras. Paula Ramoneda y José Pinedo explican cómo incentivar esas vocaciones al interior de los hogares.

Por: M. ester Roblero
Por carreras de ayuda y cuidado

Los aplausos dedicados a los profesionales de la salud se han escuchado este año 2020 por todo el planeta al caer la noche. Desde ventanas y balcones las personas de todas las razas y nacionalidades agradecen así a quienes durante meses han luchado contra el virus que amenaza la vida humana en nuestra Tierra. Pero ese agradecimiento se ha hecho extensivo también a quienes permiten que lleguen alimentos a los almacenes, logran que las ciudades sigan funcionando y estén limpias, y a todos aquellos que hacen posible que muchos se queden en casa mientras ellos salen a cumplir esas labores.

“En estos momentos se ha puesto de manifiesto que las personas estamos llamadas a servir, en el sentido más profundo de la palabra, que significa hacer algo por otro que lo necesita”, señala Paula Ramoneda, directora de la Escuela de Administración de Servicios de la Universidad de los Andes. En este contexto, agrega, “tenemos una gran oportunidad para darnos cuenta de que solo las personas podemos servir y esta acción permite sacar lo mejor del interior de cada persona”.

Un gran abanico de profesiones y actividades

Aunque en la situación de pandemia se ha visibilizado la importante labor que cumplen profesionales y técnicos del área de la salud, también se ha confirmado el servicio diario de quienes realizan otros oficios. Se ha hecho patente el valor “de hacer algo por otro que se concreta en el cuidado, cuidando al enfermo que lo necesita, pero también cuidando a los demás para que puedan quedarse en casa y no se contagien”, explica Paula Ramoneda.

Y en este contexto, no solo las carreras relacionadas con la salud pueden ser consideradas “de servicio”. José Pinedo, psicólogo y académico del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Católica y jefe de Psicología Hospitalaria del Hospital Clínico UC, hace esa aclaración: “En general, se habla de dos tipos de organizaciones o empresas: las productivas y las de servicio, que prestan servicios intangibles a quienes los necesitan, a través de atención al cliente o manteniendo activas prestaciones clave. Dentro de las carreras de servicio, hay un subítem conformado por profesiones de “relaciones de ayuda”, entre las cuales están las dedicadas a la salud biomédica, psicológica y psiquiátrica y también al cuidado de las personas”, explica.
En relación a esta última idea, el psicólogo hace énfasis en que esta crisis sanitaria ha confirmado la importancia del “cuidado de las relaciones interpersonales, de los recursos que tenemos, de las campañas de prevención del maltrato. Por lo tanto, este es un escenario para potenciar las palabras ayuda, cuidado y servicio al otro”.

La persona humana: al centro de la vocación de servicio

“La formación de los alumnos de la carrera de Administración de Servicios, si bien tiene un componente esencial de gestión propio de una carrera de administración, parte de la base de una concepción de la persona humana como un ser con una dignidad que lo hace merecedor del servicio que requiere para cubrir sus necesidades”, señala Paula Ramoneda. Los egresados de la carrera que ella dirige trabajan en empresas buscando impactar en la satisfacción de los clientes y el compromiso de sus colaboradores.

Por su parte, José Pinedo describe que en las carreras médicas y de cuidado “hay un modelo de competencias propias de un profesional dedicado a la salud: debe tener conocimientos (lo que sé), habilidades (cómo sé hacer lo que hago), y actitud (cómo hago lo que hago). La actitud de servicio es fundamental. Porque una persona puede ser muy buena en sus conocimientos, muy diestra y hábil, pero si la actitud con que pone en práctica su servicio o cuidado de las personas no es la indicada, no es reflejo de una verdadera vocación. Por eso yo siempre enseño en Medicina que las actitudes son fundamentales en las relaciones de ayuda y de cuidado con las personas. Y esto tiene que ver con la empatía, con la entrega hacia el otro, con la comunicación efectiva y con la tolerancia. Las habilidades y conocimientos para el tratamiento biomédico, necesariamente deben ir junto a la actitud de acogida y el estar con el otro”.
Cómo incentivar el cuidado y servicio al otro en la familia

Ambos coinciden en que el hogar es el lugar donde comienza a gestarse el espíritu de servicio. “Algo tan simple como ponerse en el lugar del otro, pensar en el otro, en lo que necesita, es lo que permite hacerse cargo de las necesidades de los demás”, señala Paula Ramoneda.

Para enseñar esto en el hogar y en las familias, José Pinedo opina que se debe corregir una tendencia negativa en la educación muy presente desde hace algunas décadas: “Reconozco que muchos psicólogos promovimos la idea de que los adultos teníamos que ser más cercanos, permisivos, más ‘buena onda’ con los niños en formación, con normas más laxas y menos estrictas. Con ello hemos generado en muchos millennials y adolescentes perfiles absolutamente egocéntricos, autorreferentes y que se sienten el centro del mundo. Tenemos que volver a enseñar a nuestros niños hábitos, normas y reglas. Porque la actitud de cuidado de las personas tiene gran relación con la actitud de compromiso y cooperación que aprenden, desde que son niños y niñas, en todo lo que tiene que ver con el funcionamiento de una casa primero, y de sus limites después: sus derechos terminan donde empiezan los derechos de otros. Un niño debe aprender que a medida que me cuido a mí mismo y cuido a los otros que tengo al lado, desde que soy pequeño, puedo establecer relaciones más empáticas, más amorosas, que consideren no solo mis necesidades, sino que aprenda a ver las necesidades de los otros”.

“En relación a los adolescentes y adolescentes tardíos de 20 a 25 años, yo ocupo una frase que me hace mucho sentido: antes de ir a reforestar el Amazonas, parte regando las plantas de tu casa. ¿Qué quiere decir eso? Que si yo no veo al que está al lado y estoy preocupado de lo que pasa a miles de kilómetros de distancia; o si quiero ir a cambiar el mundo, pero no soy capaz de tener actitud de servicio con quien está en la pieza del lado, son solamente declaraciones de principios que no sirven de nada”, afirma.

Un mito: La producción es masculina y el servicio es femenino

“Hasta hace algunos años las carreras de enfermería, psicología y otras relacionadas con el cuidado de personas se asociaban más con el género femenino que con el masculino. Pero eso ha cambiado mucho, en gran parte porque hoy muchos hombres deben hacerse cargo de sus hijos y comparten más su crianza. Esto ha ido desestigmatizando el que las relaciones de ayuda y cuidado sean más bien femeninas. Es importante enseñar que tener vocación de servicio no es algo que haga menos masculino a un hombre”, señala José Pinedo. Idea que refuerza Paula Ramoneda: “Me parece que asociar el servicio con lo femenino es una concepción insostenible en los tiempos actuales; los hombres y las mujeres somos iguales en capacidades, por lo tanto, ambos estamos llamados a ejercer las mismas profesiones, y las asociadas al servicio no están excluidas de esta realidad”.

Otro aspecto fundamental que enseñar a los hijos es el “autocuidado”, explica José Pinedo, porque esta palabra tiene íntima relación con la capacidad de cuidar a otros: “Hay un ejemplo que ayuda mucho a entender esta idea: cuando te subes a un avión, los tripulantes de cabina dicen que en caso de despresurización caerán máscaras de oxígeno, y que ‘si viaja acompañado de niños, primero debe ponerse usted la máscara y luego a los niños’. Tú tienes que estar a cargo de ti mismo si tienes que cuidar a otros; si te desmayas, no podrás hacerlo”.
¿Por qué es importante esto al educar a niños y adolescentes? El académico lo explica:“Chile está acostumbrado a los desastres naturales: terremotos, inundaciones… y en esos momentos aflora la solidaridad, pero en gran medida porque para los adolescentes y jóvenes es una actividad diferente y entretenida, salir, organizarse, participar. Sin embargo, en esta pandemia se ha visto que el sacrificio de cuidarse quedándose en casa, el autocuidado como garantía del cuidado de otro, no es fácil de entender y cumplir. Por eso, es una noción que hay que internalizar en las nuevas generaciones”, afirma.

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