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Regístrate y accede a la revistaDesde España, también en medio de la cuarentena, conversamos con Jon Labaka, director ejecutivo de Tknika, sobre la importancia de la educación técnica profesional para el mundo, el rol de los docentes y su vasta vinculación con nuestro país.
Se están implementando importantes cambios en el mundo y de manera cada vez más rápida, acompañados en estas últimas décadas, de una imparable globalización del sistema económico, que además se ha visto comprometido con la emergencia sanitaria generada por el COVID 19. “Emergencia sanitaria que ha puesto en evidencia la extrema interdependencia de los países en este entorno globalizado”, nos cuenta desde España, Jon Labaka, director ejecutivo de Tknika.
–¿Qué rol le asignan a la educación técnica a nivel mundial?
–Estos cambios exigen una constante evolución y rápida adaptación, debido a la mayor exigencia de fiabilidad y precisión de los productos, con mayores prestaciones, menores plazos de entrega, con una cada vez mayor importancia de los servicios postventa y la servitización (del producto al servicio), personalización de los productos y unos márgenes económicos cada vez más ajustados. Todo ello conlleva una evolución de los sistemas productivos bajo la marca de Industry 4.0 para mantener la productividad y ser competitivos.
Explica Jon que la capacidad para responder a esta situación definirá el futuro de las sociedades, y si bien ella depende de diferentes factores, “claramente, uno de ellos es contar con personas capacitadas. De ahí que lograr un sistema de educación de calidad y pertinente es un reto para la gran mayoría de los gobiernos. Y en este punto otorgo especial relevancia a la educación técnica profesional”.
Supongo que les será conocido el proverbio chino que dice “escucho y olvido, veo y recuerdo, hago y entiendo”, pero no por conocido pierde relevancia. Aprender a través de la práctica y ser capaz de aplicar lo aprendido son características intrínsecas a la formación técnica. Cada vez son más los informes que apuntan en esta dirección y más allá del objeto de la capacitación, las metodologías activas de aprendizaje o la formación dual están mostrándose como herramientas imprescindibles para el logro de este objetivo.
–¿Qué otra variable te ha llamado la atención?
–Otro aspecto importante es la pertinencia de lo que aprendemos como sociedad, y a pesar de que en las diferentes sociedades las necesidades obviamente no son las mismas, sí se detecta una pauta común en todas ellas, que indica que el porcentaje de trabajadores requeridos con un nivel técnico es muy amplio (como dato, en Euskadi los estudios muestran este porcentaje cercano al 70 por ciento en los sectores industriales y con datos similares en el resto de Europa). Hay un importante porcentaje de personas que requieren una capacitación de nivel superior, y lo que se está evidenciando es que las personas que no tienen una capacitación profesional, tienen y tendrán cada vez mayores dificultades para acceder al mercado laboral.
Por todo ello, considero que la educación técnica es una de las claves para forjar el futuro de las sociedades. No porque la formación sea capaz de construir el futuro, sino porque es capaz de capacitar a las personas que lo construirán.
–¿En qué consiste básicamente el proyecto que ustedes como Tknika han implementado?
–En el País Vasco creemos que la formación técnica es una de las claves de nuestro futuro y se han ido dando pasos para lograr la formación que necesita nuestra sociedad. Esto se ha realizado con el liderazgo del Gobierno y el apoyo de los diferentes agentes educativos y sector empresarial.
Una de las claves de nuestro proyecto es precisamente el carácter estratégico que el Gobierno Vasco otorga a la formación técnica. Como muestra de la importancia de la formación técnica en Euskadi, me gustaría indicar que en este momento estamos desarrollando el despliegue del V Plan Vasco de Formación Profesional, pero ha habido otros cuatro, lo cual significa que esta estrategia comenzó hace más de 20 años.
Otra de las claves es el trabajo en red. Ya en los años 90 los centros de formación profesional comenzaron a constituir redes y asociaciones que les permitían abordar retos conjuntamente; por ejemplo, la implementación de los sistemas de aseguramiento de la calidad que se desarrolló mediante redes de centros. Esta sistemática de trabajo en red es una de las principales características de nuestro trabajo en Tknika.
Jon explica que una de las claves es el carácter estratégico que el Gobierno Vasco otorga a la formación técnica. “En Euskadi, les cuento que nos encontramos desarrollando el V Plan Vasco de Formación Profesional, pero ha habido otros cuatro, lo cual significa que esta estrategia comenzó hace más de 20 años”.
Todo ello en estrecha colaboración con los centros; de hecho, el desarrollo de los proyectos de Tknika lo realiza el profesorado de los centros, quienes dedican parte de su jornada a la docencia y parte al desarrollo de proyectos de investigación e innovación aplicada. Este es un mecanismo para garantizar que el conocimiento llega a los centros y que la implementación y explotación del conocimiento desarrollado se realiza desde los centros, aumentando así exponencialmente la capacidad del sistema.
El sistema ha evolucionado en estos años y cada vez es más importante anticiparnos a las necesidades, de ahí que hacemos un importante esfuerzo por conocer las prioridades y estrategias del Gobierno (más allá del sistema educativo) y por priorizar los ámbitos de trabajo alineados con esta estrategia de país. Por ejemplo, como consecuencia de estas reflexiones, recientemente hemos creado el área de Biociencias y sostenibilidad en Tknika.
–¿Qué rol juegan los docentes en este proyecto?, ¿cómo los capacitan?
–Los docentes, junto con la estrategia, son el centro de nuestro modelo. Son ellos quienes participan en la prospectiva y vigilancia, tienen mecanismos para proponer proyectos de investigación e innovación, son quienes los desarrollan y asumen el compromiso de transferir este conocimiento al resto de centros y son también ellos quienes explotan este conocimiento desde los centros. Al igual que los alumnos aprenden a través de metodologías activo-colaborativas (ACbR, etc.), el profesorado se capacita durante el desarrollo del proyecto de innovación que desarrolla, recopilando información para después, mediante el desarrollo de sistemas reales, llegar hasta la aplicación y la transferencia a otros centros y resto del profesorado. De esta manera, los integrantes del proyecto logran ser expertos desde un primer momento y en una segunda oleada se lleva ese conocimiento al resto del profesorado mediante la transferencia.
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