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Regístrate y accede a la revistaCuando recién empezaba la cuarentena, Tomás Recart fue invitado a TVN y mencionó ahí la importancia de “trabajar durante este tiempo las habilidades y aprendizajes significativos”. Ahora que ya han pasado tres meses desde esa entrevista queremos ahondar con él acerca de ese tema y de la importancia de desarrollar en los alumnos ciertas experiencias que perdurarán.
Actualmente, Tomás Recart es el director ejecutivo de Enseña Chile, entidad que por años ha buscado trabajar por una mejor educación, capacitando profesionales de diversas áreas y llevándolos a lugares alejados y muchas veces con un alto índice de vulnerabilidad.
Y justamente en estos tiempos en que se ha hecho más difícil enseñar y motivar a los alumnos, cobran especial relevancia aspectos como el aprendizaje significativo para los alumnos, además de la preocupación que cada profesor debiese tener por sus estudiantes, antes de pasar cualquier materia.
—En los tiempos que estamos viviendo, ¿qué aprendizajes debiesen priorizar los docentes?, ¿qué es un aprendizaje significativo?
—Hay que aclarar dos elementos clave. Existen materias donde el aprendizaje es secuencial; por ejemplo, matemáticas, donde no puedo aprender logaritmos si antes no sé sumar, restar, dividir y multiplicar. Pero existen otras materias como historia, donde puedo aprender de la Revolución Francesa, antes de saber de los griegos o de los romanos.
Sin embargo, lo importante es que el estudiante pueda experimentar logros. ¿Qué significa aquello? Que el alumno sepa que puede aprender, y no solo eso, sino también para qué sirve aquello que está aprendiendo. Esto será más lento porque debe aplicar todo lo que aprende y aquello, naturalmente, lo ayudará a tener herramientas para la vida, demostrándole al mismo tiempo que sí puede aprender. Por ende, eso que sea un aprendizaje significativo finalmente es algo bien práctico donde el alumno experimenta un logro.
Todo aquello genera lo que se denomina una sana adicción por el aprendizaje.
—¿Cómo están priorizando los contenidos?
—En primer lugar, priorizamos contenido a partir de dos elementos. De la relevancia cognitiva que tiene, de andamiaje que genera hacia contenidos futuros y del significado de la relevancia de ese contenido para la vida futura de los alumnos.
—En esa misma línea, ¿cómo trabajar la salud emocional de los alumnos?
—Se me vienen tres cosas a la cabeza, más allá de lo curricular. En primer lugar, tener la preocupación por los alumnos y que el profesor les pregunte cómo están y se interese por ellos, y verlos mucho más que como un receptor de conocimientos.
Luego, promover el deporte y el ejercicio siempre es sano. Y, en tercer lugar, propiciar el aprendizaje mediante proyectos, que no se trate de repetir conocimientos, sino más bien hacer cosas con las manos, ocupando la creatividad.
Dicho todo lo anterior, en el aprendizaje y cuidado socioemocional, el ejemplo es muy importante. Si el docente no transmite respeto y un buen ejemplo y que son un ejemplo en las habilidades socioemocionales, es muy difícil lograrlo.
—Una de las mayores dificultades ha sido el lograr que los alumnos se motiven, ¿cuál es tu consejo en ese sentido?
—Lo más importante es, antes de pasar la materia, poder conocer a los estudiantes y sus necesidades, y desde ahí es posible responder cuál es la motivación de cada uno. Eso obviamente varía, porque son cerca de 3 millones 600 mil alumnos en todo el país, pero lo transversal es, antes de hacer y planificar alguna actividad, conocerlos.
Por ello, la parte de hacer ramos y enseñar vía internet, si es que el profesor no tiene el contacto, el cariño y la preocupación por sus estudiantes, es difícil que los alumnos logren aprender.
—¿De qué manera están en Enseña Chile trabajando durante la pandemia?
—La manera remota como lo estamos haciendo es vía radio, y la forma como evaluamos los aprendizajes es pidiéndoles que respondan por medio de alguna red social o mail. Lo cual es muchas veces una contradicción, se puede tener radio, pero no acceso a internet y las redes sociales. Por eso, es muy limitado y es un desafío en el cual estamos trabajando.
A la distancia, conversamos con el doctor Pedro Maldonado, doctor en Fisiología de la Universidad de Pennsylvania, investigador asociado del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica y director del Departamento de Neurociencia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
Maldonado lleva años investigando cómo aprende nuestro cerebro y en sus declaraciones siempre ha dicho: “La mejor manera de proteger nuestro cerebro es usándolo”. Quisimos conocer cómo se afecta en estos tiempos el aprendizaje y los cambios que ocurren en la salud emocional de nuestros alumnos.
—¿Cómo ha afectado la pandemia la salud emocional de nuestros alumnos?
—La pandemia ha afectado la salud emocional de todas las personas, incluidos nuestros alumnos. Nos encontramos en una situación de amenaza real, pero que a nuestro cerebro le cuesta identificar porque es algo que no se ve ni se toca. Esto crea incertidumbre sobre cómo debemos actuar y, por lo tanto, la situación nos genera estrés y ansiedad, sin un claro curso de acción.
—¿De qué manera se ha afectado la forma como los alumnos abordan su proceso de aprendizaje?
—Claramente, la manera tradicional de cómo realizamos nuestro aprendizaje ha sufrido modificaciones mayores por el distanciamiento físico. Profesoras, profesores y estudiantes han tenido que enfrentar esta pandemia incorporando nuevas formas de enseñar y aprender, que no son familiares ni para alumnos ni para docentes. Estamos transitando por un proceso paradójico de aprendizaje donde los docentes tenemos que aprender junto a nuestros educandos. En este sentido, las expectativas que podríamos tener para el rendimiento de estas nuevas formas, no pueden ser idénticas a las tradicionales, y por lo tanto, tenemos que considerar tanto las oportunidades como los desafíos para adquirir nuevas modalidades de aprendizaje.
—¿Cómo podríamos caracterizar a esta generación desde el punto de vista de la neurociencia?
—Esta generación no tiene nada de especial. Esto lo afirmo por el hecho de que los cerebros de los seres humanos no han cambiado prácticamente en miles de años. Una de las cosas maravillosas de nuestro cerebro, es que es capaz de modificar nuestra conducta para ajustarse a las necesidades del mundo en que nos toca vivir. Un niño de la época de los romanos aprendía con su cerebro aquellas cosas que eran necesarias para poder vivir de la agricultura, y un niño de hoy usa su cerebro para aprender aquellas cosas relevantes para moverse bien en el manejo de la nueva tecnología. Lo que cambia es para qué usamos nuestro cerebro.
—Para los docentes, ¿qué desafíos les presenta esta etapa que como sociedad estamos viviendo?
—Desde mi punto de vista, esta etapa en la cual estamos viviendo nos presenta a los docentes desafíos nuevos en metodología de educación. Pero, en cuanto al ambiente emocional, creo que los desafíos son relativamente parecidos a los que nos enfrentamos en la anterior situación en aula. Quizás, enfatizar el deterioro en salud mental y ansiedad que están sufriendo nuestros estudiantes hoy. Convendría aprender cómo contener y a disminuir estos aspectos, al mismo tiempo de fomentar nuestro autocuidado.
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