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Regístrate y accede a la revistaSi bien con la educación a distancia se pierde uno de los aportes centrales del colegio tradicional, como lo es la sociabilización, con esta nueva modalidad se pueden realizar posibles mejoras en la calidad de vida de los profesores y estudiantes.
Más contacto en las redes sociales y el uso de Zoom o del Google Classroom podrían ser algunos de los denominadores comunes de estos tiempos. Claro, porque tal como cuenta M. Elena Vigneaux Ovalle, psicóloga y educadora de párvulos UC, magíster en RRHH, diplomada y certificada en Psicología Positiva y académica de la Facultad de Economía UC, en estos tiempos hemos podido observar “la posibilidad de ampliar las redes sociales y el conocimiento de los escolares, promoviendo entre otras cosas, el autoaprendizaje”.
La educación a distancia permite manejar con mayor flexibilidad el tiempo personal, ahorrarse los traslados y disminuir a cero los costos económicos y riesgos diarios a los cuales se ven sometidos los alumnos al asistir a sus escuelas, lo cual –especialmente en las grandes ciudades– no deja de ser importante. “En este contexto, uno pudiera pensar que los tiempos de traslado ahorrados son ocupados en el hogar en actividades que sí pudieran promover una mayor calidad de vida: mayor integración familiar y un uso más flexible del tiempo libre en actividades recreativas”.
—¿Cuáles son las principales dificultades a las que se han visto enfrentados los colegios?
—En general, los establecimientos han ido incorporando progresivamente la tecnología en el aula, la cual, entre otras cosas, posibilita la educación a distancia. Sin embargo, en su gran mayoría, los colegios no estaban realmente preparados para hacer frente a una educación a distancia de forma repentina e inesperada como fue esta emergencia nacional.
Dentro de este contexto, ha habido, en primer lugar, dificultades tecnológicas, en cuanto a disponer o no de las plataformas necesarias para implementarla. También han existido dificultades de capacitación docente pues no todos los profesores se sienten seguros para interactuar online con sus alumnos, y especialmente para evaluarlos por esa vía.
Igualmente, por lo general los colegios no contaban con planes preventivos para este tipo de emergencias; es decir, planificaciones que definan nuevos roles docentes, parentales y del alumno, de manera que se integren y coordinen los distintos estamentos escolares en beneficio de los niños que ahora repentinamente están a distancia.
—En este contexto, ¿cómo cuidar la salud emocional de los docentes?
—Primero, tratando de dar tiempos razonables a los docentes para adaptarse a esta nueva condición de permanecer en la casa. Se trata de no sobrecargarlos de demandas y exigencias académicas pues esto sólo acarreará ansiedad, desánimo e impotencia por parte de todos los involucrados.
No debemos olvidar que las evidencias nos muestran que emociones negativas como estas “se contagian” y afectan negativamente el aprendizaje al frenar la capacidad creativa e innovadora de las personas. Por el contrario, se trata de crear un ambiente en donde predominen emociones positivas como la tranquilidad, el optimismo, el entusiasmo y la confianza para poder sobreponernos exitosamente a estas complejas circunstancias. En este contexto, más que mirar lo que nos está ocurriendo como permanente y terrible, la idea es verlo como algo desafiante y absolutamente temporal. Bajo esa mirada, educadores, padres y los mismos niños deben hoy colaborar más que nunca de manera que se promueva al máximo el trabajo en equipo, la creatividad y la capacidad innovadora de todos con el fin de salir fortalecidos de esta crisis.
—¿Qué desafíos presenta esta etapa en materia de educación?
—Las habilidades socioemocionales son un conjunto de herramientas que se aprenden a lo largo de la vida y que permiten a las personas poder entender y regular sus propias emociones, sentir y mostrar empatía, establecer y desarrollar relaciones positivas, tomar decisiones asertivas y responsables así como definir y alcanzar las propias metas. La crisis actual, mirada desde un enfoque positivo, con todas sus complejas características, nos da la oportunidad para enseñar y trabajar todas estas habilidades tanto en niños como en adultos.
— ¿Qué orientaciones debiesen entregar los docentes a los alumnos?
—Creo que en la medida en que existan las plataformas para contactarse con los alumnos a distancia, es muy importante que los profesores pueden llegar a ser mediadores altamente participativos y cercanos del proceso de aprendizaje de cada estudiante. En este contexto, es muy importante que se vinculen con sus alumnos online, de forma rutinaria y periódica, instándolos a estar tranquilos.
Permanecer abiertos a recoger sus dudas e inquietudes y establecer relaciones personales con cada uno de ellos, tratando en la medida de lo posible, de cumplir los objetivos propios del nivel. Por ejemplo, se puede partir por hacer una encuesta individual online, preguntándoles cómo se sienten, qué dificultades tienen, cuáles son sus pasatiempos favoritos, a fin de que el docente pueda establecer un diagnóstico tanto individual como del grupo curso, que probablemente muy poco conocen pues estamos empezando el año y hubo muy poco tiempo directo con ellos en el colegio.
Luego de ese primer diagnóstico, los docentes, junto con mantener una rutina diaria y planificada con ellos, pueden iniciar canales de comunicación individuales o colectivos según necesidad, identificando a aquellos niños o niñas que puedan estar más afectados por la cuarentena por distintos motivos. En este contexto, pueden solicitar la ayuda de los equipos de apoyo que, por lo general, hay en los colegios (psicólogos, psicopedagogos), con el fin de que les entreguen orientaciones más específicas.
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