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Regístrate y accede a la revistaCoinciden los expertos que estamos viviendo un momento único en la historia en el cual podemos conocer el funcionamiento del cerebro y comprender qué redes neuronales son responsables de los procesos cognitivos de nuestros alumnos. Ahora, gracias a la neurociencia somos capaces de entender cómo leemos, sentimos o cómo se ejecutan los distintos procesos de aprendizajes.
En julio pasado salieron a la luz una serie de investigaciones acerca del impacto de internet y las tecnologías en la forma cómo trabaja el cerebro. Aunque los que se conocen hasta ahora solo se han realizado en adultos, pareciera que el “flujo ilimitado de mensajes y notificaciones que llegan por medio de internet, lleva a mantener una atención dividida y constante que luego puede disminuir la capacidad para mantener la concentración en una sola tarea”, señala la investigación publicada este año en la revista World Psychiatry.
Sucede que tal como explica el director del Departamento de Neurociencias, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, doctor Pedro Maldonado, “el cerebro es un sistema enormemente plástico, es decir, dedica sus recursos cognitivos para adaptarse a diferentes ambientes”.
Señala el doctor que el cerebro humano no ha sufrido cambios físicos en los últimos 10.000 años y que el mismo cerebro lo usamos para construir pirámides hace siglos o para pintar obras maestras en el Renacimiento, o en la vida moderna para interactuar en internet o la nueva tecnología. “El cerebro adapta y modifica sus conexiones para ser eficiente en el uso de nuevos escenarios, lo que implica que hemos perdido competencias cognitivas para cosas que antes hacíamos con frecuencia. De hecho, por ejemplo, ¿quién recuerda más de 20 números de teléfono como lo hacíamos las personas que crecimos hace cuatro décadas? Las demandas cognitivas han variado en nuestra historia y especialmente en la vida moderna, pero uno de los atributos más interesantes del cerebro humano es que con la misma maquinaria cognitiva ajustamos nuestras redes neuronales para estos nuevos escenarios. Quizás traspasar tareas rutinarias y simples a la tecnología, liberará más tiempo cognitivo para crear cosas aún más nuevas”.
PEDRO MALDONADO, director del Departamento de Neurociencias, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile: “Estos hallazgos pueden impactar mucho, pero sólo en la medida de que sean considerados en un contexto amplio de políticas y estrategias educativas, y por esto, deben ser implementados siempre en un contexto de entendimiento con grupos multidisciplinarios dirigidos por educadores”.
Por ello, el avance y los hallazgos de la Neurociencia nos han permitido conocer la forma cómo los alumnos están aprendiendo, concluyen los expertos. “La Neurociencia busca entender los mecanismos biológicos que subyacen el aprendizaje. Porque como es sabido, para todo aprendizaje utilizamos principalmente nuestro cerebro, y por tanto, conocer los mecanismos que hay detrás de este aprendizaje es esencial para formular mejoras en las estrategias educativas”. En ese sentido, advierte el doctor Pedro Maldonado, “la neurociencia puede ayudar a entender cómo leemos, cómo vemos, cómo sentimos, cómo escuchamos, o cómo diferentes aprendizajes requieren distintos mecanismos de memoria. Al mismo tiempo, este conocimiento va a ser de utilidad sólo en un contexto de colaboración con educadores para entender cómo estos mecanismos se manifiestan en un ambiente real, como son las salas de clase”.
El profesor Roberto Ferreira de la Facultad de Educación de la Universidad Católica de Chile, agrega que “estamos viviendo un momento único en la historia de la humanidad, en que por primera vez, podemos observar el cerebro durante su funcionamiento gracias a las técnicas de neuroimagen, como la resonancia magnética funcional y la electroencefalografía, entre otras. Por esta razón, la información que hemos obtenido sobre el cerebro a través de estas técnicas, nos han permitido entender qué redes neuronales son responsables de los procesos cognitivos que efectuamos a diario”.
“Un aspecto relevante para el aprendizaje de los alumnos es la plasticidad neuronal. Al día de hoy sabemos que el cerebro es altamente flexible y aprende a lo largo de toda la vida. Por otra parte, la neurociencia nos ha revelado también, que la información que se aprende durante el día necesita ser consolidada para su almacenamiento a largo plazo y que este proceso ocurre durante el sueño. De esta forma, “un profesor que obtenga este conocimiento, podrá informar adecuadamente a sus alumnos cuántas horas de sueño se necesitan para consolidar la información, en qué períodos del sueño ocurre este proceso y cuál es la mejor hora para aprender, entre otros aspectos,” dice el profesor de la UC.
En esa línea, Maureen Priestley, directora de la Fundación Paso Adelante y socia estratégica de Ziemax Ediciones, quien visitó Chile recientemente y participó en la XII Jornada Internacional Aprendizaje, Educación y Neurociencias, explica que “la neurociencia puede aportar mucho sobre el “cómo” procesar información. Por ejemplo, es clave para los maestros entender cómo los seres humanos reciben, archivan, procesan y responden a información. Ello porque los alumnos del siglo 21 quieren aprender y adquirir información que sea seria, relevante, aplicable y tangible. Son mucho más exigentes y por eso, los profesores deben conocer los procesos cognitivos que ocurren durante el aprendizaje”.
ROBERTO FERREIRA, Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Católica de Chile: “El cerebro es “el órgano del aprendizaje”, por lo tanto cualquier cosa relacionada con aprendizaje necesariamente tiene un correlato neuronal. Sabemos que si practicamos constantemente una actividad, nuestro cerebro literalmente crece, más específicamente, las zonas que están en la base de la ejecución de la actividad aumentan en volumen producto de las nuevas conexiones neuronales que se forman”.
Entre las contribuciones de la neurociencia, advierte el doctor Maldonado, está el entender el desarrollo del cerebro y cómo los cambios físicos que ocurren durante este tiempo, impactan en el aprendizaje. “Asimismo, conocemos hoy mucho mejor los distintos mecanismos de la memoria, que demuestran que para aprender diferentes cosas, se requiere de estrategias distintas. Aprender sobre historia requiere metodologías distintas de cómo aprender a construir una mesa. También ha ayudado a entender que el sueño es muy importante en el aprendizaje y porqué una buena higiene del sueño tendrá gran impacto en la manera como el cerebro aprende y recuerda. La neurociencia ha entendido que la experiencia individual puede diferir entre las personas, considerando la diversidad biológica, y que implica que las distintas realidades que construye cada persona, si bien se parecen, deben valorarse con respecto a esa diversidad”.
Señala Maureen Priestley, que las neurociencias nos han aportado mucha información en como un cerebro sano procesa información y también lo que sucede con un cerebro que ha sido dañado o lastimado. “Gracias a años y años de investigaciones se ha visto que el cerebro es capaz de aprender por muchos caminos y a todas las edades. “Mientras exista deseo (motivación) y dedicación hay posibilidad de aprender. En neurocognición estamos preocupados por la entrada de la información, la capacidad de guardar o archivar y más importante hacer algo con la información recibida. Mientras exista más estimulación, ensayo y métodos especiales, podremos lograr cambios más importantes en el aprendizaje”.
¿Entrenar el cerebro? Pareciera que no se trata de algo tan lejano. Por el contrario, cuenta Maureen, “se puede entrenar el cerebro por “succesive approximations” lo que quiere decir que empecemos con estímulos básicos logrando competencias y a cada paso exigimos niveles más complejos y sofisticados.
Cada alumno tiene su estilo de procesamiento de información - unos más visuales, o auditivos unos más activos - conociendo los estilos se puede beneficiar tanto el maestro como el alumno”.
Revela la experta norteamericana que existen un sin fin de estrategias de enseñanza, “pero es importante que los maestros entiendan que no todos aprenden por el mismo camino ni al mismo ritmo. Tengo más de 40 años trabajando con adultos y jóvenes quienes han aprendido a utilizar al máximo su potencial. A veces el camino no es fácil, pero siempre hay algo que se puede ofrecer en términos de neuroplasticidad”.
MAUREEN PRIESTLEY, Directora de la Fundación Paso Adelante y socia estratégica de Ziemax Ediciones: “Mientras exista deseo (motivación) y dedicación hay posibilidad de aprender. Además, si sumamos más estimulación, ensayo, y métodos especiales podremos lograr cambios más importantes en el aprendizaje”.
Sucede, indica el doctor Maldonado, que la neurociencia propone que un ambiente de trabajo emocional adecuado es importante para el aprendizaje. “Sin embargo como esto debe implementarse en el aula, las recomendaciones no pueden provenir exclusivamente de la neurociencia. Estas propuestas deben también provenir de educadores expertos que si bien pueden colaborar con los neurocientíficos, ellos pueden considerar otras variables mucho más extensas que solamente la operación del cerebro, y por lo tanto, es importante una reflexión mucho más multidisciplinaria al respecto”.
Sobre la motivación, el profesor Ferreira de la UC, indica que son muchos los factores que influyen en la motivación, incluidos los estados fisiológicos internos del organismo, las condiciones ambientales actuales, así como la historia y las experiencias pasadas de un individuo. “Para que todos estos factores influyan en la motivación, la información sobre ellos debe procesarse de varias maneras; debe evaluarse y codificarse, y a menos que los motivos sean nuevos, la valoración y la codificación se verán afectadas por los procesos de aprendizaje y recuperación. De esta forma, “activar la motivación” necesariamente involucra un proceso muy complejo que requiere de la integración de múltiples factores y de condiciones especiales para su realización”.
Advierte el profesor, que quizás lo que más nos pueda informar sobre la motivación, son los casos donde existe déficit de motivación. Por ejemplo, los pacientes con diferentes diagnósticos psiquiátricos pueden experimentar déficits en la motivación, que incluyen depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar, trastorno de estrés postraumático y trastornos de ansiedad.
A los profesores les diría, dice el profesor Ferreira, que existe mucho interés de parte de los docentes por la neurociencia. “Sin embargo, no siempre tienen acceso a información verídica y la información más accesible es muchas veces poco confiable. De hecho, se ha descubierto que los profesores en casi todo el mundo tienen creencias erróneas sobre neurociencia o “neuromitos”. Por ejemplo, creer que se aprende mejor si se enseña de acuerdo a un determinado estilo de aprendizaje o que existen personas que utilizan más el hemisferio izquierdo que el derecho, son neuromitos muy populares”.
Mi sugerencia a los profesores, indica al docente de la PUC, “de parte de un profesor y neurocientífico, es que verifiquen las fuentes de información, que no crean en la información solamente porque ven un cerebro o la palabra neurociencia en una oración. A menudo estos términos se usan para vender productos o impresionar y no para educar”.
Un punto interesante, dice el doctor Maldonado, se refiere a la importancia de incentivar la lectura entre los alumnos. Ello justamente porque la lectura, es una más de muchas conductas que el cerebro debe aprender y que potencia distintos tipos de aprendizaje. “La lectura como otras conductas requiere de la activación de diferentes partes del cerebro. Pero además, requiere procesamiento visual, auditivo, comprensión cognitiva, memoria e imaginación, por lo que fomenta muchos procesos relevantes para el aprendizaje”.
Asimismo, incentivar la lectura en distintos idiomas también fomenta varias competencias cognitivas. “Ocurre que permite desarrollar la imaginación y la práctica de escenarios futuros, que son actividades relevantes para la toma de decisiones. Leer nos ayuda a comprender el mundo, pero también ayuda al cerebro a practicar acciones y ejercicios que son importantes para la vida futura”, dice el director del Departamento de Neurociencias de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
Para Maureen Priestley la lectura es un ejemplo extraordinario de la neuroplasticidad del cerebro. “El proceso de aprender sonidos, letras, formar palabras, oraciones, fluidez y todavía más importante sacar significado de lo leído, requiere estimulación a nivel cortical, lo que implica nada más que: práctica, práctica y más práctica. Todo esto permite abrir nuevas conexiones, nuevos caminos, eficiencia, y aplicación.
A esos antecedentes, el profesor de la UC agrega: “es importante clarificar que el cerebro está siempre activo y/o las neuronas están constantemente generando conexiones con otras neuronas en todo el cerebro. No tenemos una parte activa y otra desactivada o no usamos solo un porcentaje del cerebro en un momento determinado. El cerebro se compone de redes neuronales integradas y que se involucran en diferentes tipos de procesamiento”.
La lectura –indica Ferreira- juega un rol primordial en el aprendizaje, particularmente del aprendizaje formal o de la escuela. “Es evidente que si un niño no aprende a leer, difícilmente será capaz de acceder al conocimiento escrito de manera autónoma. Esto significa que si no aprende a leer prontamente, ese niño no podrá acceder a todos los contenidos correspondientes a su curso y presentará un retraso en relación a sus compañeros que más tarde pueden traducirse en otro tipo de problemas”.
“Sabemos que la lectura genera cambios en zonas específicas del cerebro, en un área que algunos investigadores han denominado “visual word form area” o área de reconocimiento visual de palabras ubicada en el giro fusiforme izquierdo. De acuerdo a la teoría del reciclaje, desde que el ser humano comenzó a leer hace unos 5.000 años, el área de reconocimiento visual de palabras se comenzó a utilizar para el propósito de leer”, dice el profesor.
Sin embargo, explica Ferreira, “antes esta zona tenía solo una especialización visual para el reconocimiento de objetos o patrones en la naturaleza. La necesidad de leer nos dio entonces la posibilidad de utilizar zonas que tenían otros propósitos, pero que ahora utilizamos para la lectura. Sabemos esto porque existen estudios que muestran que antes de aprender a leer, las personas no muestran mayor activación en esta zona al ver palabras en comparación a otros símbolos gráficos. Sin embargo, después de aprender a leer, la zona de reconocimiento visual de palabras muestra niveles de activación mayores a otros símbolos gráficos que no son letras”.
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