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Regístrate y accede a la revistaConversamos con Jordi Longás, académico de la Universidad Ramón Llull de Barcelona, uno de los promotores del trabajo colaborativo y la creación de una red para abordar los desafíos de la educación actual. El experto catalán con más de 20 años de experiencia participó en el Seminario de la Red de Escuelas Líderes en junio pasado.
Cuando le preguntamos a Jordi Longás, académico de la Universidad Ramón Llull de Barcelona, sobre las dificultades para educar a los jóvenes en el mundo de hoy, nos explicó: “Un proverbio africano que se ha hecho famoso plantea que ‘para educar a un niño hace falta toda la tribu’. Este dicho cobra total relevancia en un sistema social desbordado por el aumento cuantitativo y cualitativo de las necesidades”.
Sucede que, paradójicamente, “nuestras sociedades occidentales que alcanzan las más altas cotas de conocimiento y sofisticación en la historia de la Humanidad, esconden importantes grados de desigualdad y desafíos de alta complejidad. Actualmente, las preguntas sobre qué es pertinente aprender, qué valores merecen la pena transmitirse o qué tipo de sociedad querríamos construir desde nuestro quehacer educativo, están más abiertas que nunca. Por ello, resulta fundamental reconocer la naturaleza social del proceso de aprendizaje, fomentar activamente el aprendizaje cooperativo y facilitar experiencias de aprendizaje auténtico en contextos reales”.
Situar al alumno en distintos tipos de agrupaciones y experiencias, en las que pueda interaccionar con otras personas, favorece las ganas de aprender, además de que permite trabajar las competencias sociales y las actitudes de respeto hacia los demás.
—¿De qué manera ha cambiado el modelo educacional hoy en día?
—Resulta de gran interés e innovador plantear el proceso educacional de forma multidimensional y extensiva: en la escuela y fuera de la escuela, en todo momento y a lo largo de toda la vida. De forma que, incluso cuando hablamos del sistema educativo y de los objetivos que persigue, no deberíamos fijarnos exclusivamente en el sistema escolar, sino en todos aquellos agentes que desarrollan una acción educadora dentro y fuera de la escuela, también desde los diversos sistemas de bienestar social, salud, cultural, etc. Por ejemplo, el club deportivo, el centro social, el centro de salud y otras organizaciones.
“¿El éxito depende del talento de cada niño? Bueno, un poco sí. ¿De los establecimientos? Sin duda. Pero tienen mucho que ver las condiciones sociales, ambientales y culturales”.
—¿Qué rol juega el apoyo entre las familias y en la escuela?
—La literatura reciente sobre éxito y fracaso educativo confirma la importancia de factores de las dimensiones familia y comunidad, tanto o más que de la dimensión escolar. De modo muy particular, inciden de forma relevante las competencias de parentalidad positiva y el acceso de la infancia y adolescencia a actividades educativas más allá de la escuela, como actividades de ocio y tiempo libre, culturales.
Tal efecto positivo se explica por su influencia en la construcción de vínculos positivos que suponen acompañamiento, acceso a modelos de referencia y el desarrollo en entornos emocionalmente positivos proclives al crecimiento de la autoestima, de la confianza en sí mismo y a la promoción de la autonomía y la responsabilidad.
—¿Cuáles son los factores relacionados con el éxito educativo?
—Éxito educativo es el concepto que más me gusta, pero es tan amplio que es mejor que hablemos de éxito escolar, porque sabemos lo que es: que te vaya bien en la escuela. Y está más que demostrado que si te va bien en una escuela, te puede ir mejor en la vida. En el fondo, ahí hay una correlación estadística confirmada por todas las investigaciones. El éxito es una plataforma, una puerta de entrada hacia el éxito a mayor nivel. Sobre todo, porque el éxito escolar significa que usted es capaz de seguir aprendiendo a lo largo de la vida, nada menor en los tiempos de incertidumbre que hemos cogido.
El 15% de lo que aprende un joven se vio en la escuela, el resto se vio fuera. Puesto que el desafío es enorme, lo que importa es que ese 15% sea muy significativo, sea muy importante, sea vertebrador de tu vida. Lo que debería darte la escuela es capacidad de valores, interpretar la realidad, manejar información, aprender a ser ciudadano.
—¿Qué desafíos tiene la escuela hoy?
—Hoy día, hay dos grandes vectores que están moviendo la calidad de las escuelas. La primera es la calidad: todo lo que sería buenos rendimientos, desarrollo de competencias, competitividad. En esto es indudable que Chile es un país, en todo el continente, ejemplar y excelente. Pero, el otro vector de la calidad educativa es la equidad: que querría decir que la educación es para todos porque eso nos beneficia en términos de cohesión social, de convivencia y también de competitividad. El desafío de la equidad es completamente estratégico en todo el mundo.
—¿Qué valor le otorga a la gestión exitosa al interior de las escuelas?
—Cuando hablamos del sistema educativo y de los objetivos que persigue, no deberíamos fijarnos exclusivamente en el sistema escolar, sino en todos aquellos agentes que desarrollan una acción educadora dentro y fuera de la escuela, en los ámbitos social, salud y cultural. Todos ellos, junto al centro educativo, pueden conformar lo que nosotros hemos llamado una red socioeducativa.
Existe un elemento central para el éxito de una red socioeducativa que tiene que ver con su gestión y liderazgo. Aunque hablemos de organizaciones no jerárquicas, si se busca obtener resultados, la gestión debe ser igualmente efectiva y, por consiguiente, se requiere establecer quién y cómo se gestiona. En el tipo de redes que proponemos, la gestión puede estar más o menos distribuida o centralizada, pero debe reconocerse y estar claramente definida.
En ese sentido, es imprescindible determinar quién es responsable de qué y quién responde de qué. Si se quiere garantizar la continuidad de una red, deben definirse estándares de rendimiento y, a su vez, rendir cuentas, así como es preciso que existan formas de control sobre las tareas asignadas o distribuidas.
Por otro lado, la necesidad de gestionar el conflicto suele aparecer cuando hay diversidad de objetivos y prioridades por parte de los miembros de la red. Será fundamental que el liderazgo ayude a negociar prioridades y objetivos compartidos, que ayude a reconocer las restricciones y el legítimo intercambio esfuerzo-beneficio de los miembros de la red.
En todo este gran proceso de construcción y acompañamiento, las competencias mediadoras, la capacidad de escucha y de potenciación del diálogo entre los miembros de la red es indispensable.
Asimismo, resulta fundamental para el buen funcionamiento de la red que sus miembros o nodos encuentren sentido a la red y al rol que cada uno desempeña, que se sientan implicados, formen parte y participen. Pero, también, que las diferentes instituciones reconozcan y apoyen el trabajo en red.
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