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Regístrate y accede a la revista“Es importante que todos nos alimentemos bien, pero los profesores cumplen un rol muy importante de modelaje hacia sus alumnos. Los niños aprenden por imitación. Si ven que sus padres o sus profesores comen de una manera, los imitarán”, señala Clara Swinburn, nutricionista de la Universidad Católica.
Conversamos con Clara Swinburn, quien además de ser nutricionista de la Universidad Católica, cursó un diplomado en Nutrición Deportiva en la misma universidad, tiene su propia consulta y administra una cuenta de Instagram donde entrega consejos sobre cómo alimentarse de manera sana a más de 7.000 seguidores. Le preguntamos específicamente por la alimentación de los profesores y estas son sus respuestas:
—¿Cómo debería alimentarse un profesor?
—La alimentación saludable debería ser igual para todos en cuanto a tipos de alimentos que deben incorporar, pero individualizada en cuanto a cantidades y horarios, según las necesidades energéticas de cada uno y según la rutina y horarios de cada individuo.
Una alimentación saludable debe incorporar alimentos naturales, mínimamente procesados, tales como frutas, verduras, legumbres, granos y cereales, un pan de buena calidad, frutos secos, lácteos sin sabor según preferencias, carnes, pescados y huevo según preferencias, y para beber, por supuesto, agua. Se deben evitar en el día a día los alimentos ultraprocesados tales como galletas, golosinas, chocolates, pastelitos, refrescos, snacks salados, entre otros, por su baja calidad nutricional y sus altos aportes energéticos.
—¿Por qué es importante que un profesor se alimente bien?
—Es importante que todos nos alimentemos bien, pero los profesores cumplen un rol muy importante de modelaje hacia sus alumnos. Los niños aprenden por imitación. Si ven que sus padres o sus profesores comen de una manera, los imitarán. Entonces, si ven que su profesor come a diario galletas, chocolates y comida chatarra en general, van a tener ese ejemplo a seguir. En cambio, si ven que su profesor come frutas frescas y frutos secos, come ensaladas al almuerzo, toma agua, etc., van a tener ese ejemplo a seguir. Además, una alimentación correcta y saludable influye de manera directa en el desempeño cognitivo de las personas, en sus niveles de cansancio y energía. Por tanto, como los profesores tienen la importantísima labor de educar y enseñar a los niños y adolescentes, es fundamental que gocen de un estado de salud físico y emocional acorde a sus demandas laborales.
—¿Qué orientaciones concretas puedes entregarles a los profesores para lograr una sana alimentación?
—Elegir siempre de primera opción alimentos naturales o mínimamente procesados, que haya preparado una persona, unas manos. Como digo yo, comer “comida de verdad”. Comida casera, comida de la abuela. Evitar en el día a día los alimentos ultraprocesados. Para esto, es deber de cada uno tomar la responsabilidad y empezar a informarse, a leer los etiquetados, los listados de ingredientes, la procedencia del alimento. Si te demoras más en leer el listado de ingredientes que en decir tu nombre y apellidos completos, es un alimento para devolver a su estantería.
—¿Crees que puede influir la alimentación en la forma de enseñar?
—Absolutamente. Una alimentación inadecuada está asociada a mayor cansancio, menores niveles de energía y peor estado de ánimo en general. Creo que cualquier profesional hará peor su trabajo si presenta alguna de esas condiciones de manera persistente. Por el contrario, una adecuada alimentación está asociada a un menor cansancio, menos ansiedad, mejor energía, etc. De esta forma, claramente la forma de enseñar se verá favorecida.
—Respecto a la actividad física, ¿debería ser un requisito para los profesores practicar actividad física?
—La actividad física deberíamos practicarla todos. Es el remedio más efectivo para todas las patologías que están acechando a Chile y al mundo. Pero, como cualquier remedio para una enfermedad crónica, debe realizarse de por vida, no por temporadas. El sedentarismo no es neutro, tiene perjuicios para la salud.
—¿Qué aporta la actividad física a un profesor?
—Aporta salud, bienestar, mejor rendimiento y desempeño, mejoras en la composición corporal estrechamente relacionadas a mejor salud, mejoras en las relaciones de trabajo y de equipo, potencia el liderazgo, etc. ¡Es toda beneficios!
—¿Cómo incentivar a profesores a hacer más actividad física?
—La clave de todo está en la educación. Cuando desconocemos los perjuicios de una conducta no tomamos medidas ni nos hacemos responsables. Cuando conocemos los riesgos y beneficios de una conducta, es más probable que esa persona realice un cambio de hábitos. En este sentido, charlas, talleres, presentaciones donde, a través del conocimiento, se incentive a adoptar un estilo de vida saludable.
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