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Regístrate y accede a la revistaConversamos con Andrea Henríquez, creadora de la fundación Volando en V que potencia el liderazgo de los alumnos mayores de un establecimiento escolar para generar soluciones desde su propio lenguaje.
La experiencia personal de maltrato y bullying de Andrea Henríquez, en un colegio en un país extranjero, y la resolución del conflicto a través de la intervención de alumnas mayores del mismo colegio, la llevaron a crear Volando en V, una fundación que tiene como propósito fortalecer la convivencia escolar y prevenir la violencia y bullying en los establecimientos educacionales de nuestro país.
—¿En qué consiste Volando en V?
—El programa Volar en V, que llevamos a cabo en los colegios, utiliza un modelo propio de intervención en el que se forman equipo de estudiantes líderes como representantes de convivencia en sus colegios, y por medio de ellos, se sensibiliza y se trabaja en la temática en todo el resto de la comunidad escolar. La fundación asesora de manera mensual al establecimiento y al equipo de líderes estudiantiles para ir paulatinamente formándolos en su rol e instalando las capacidades en el colegio. Creemos que la única manera de generar transformaciones en el cómo convivimos es a través del involucramiento de toda la comunidad escolar, es por ello que trabajamos también con docentes, apoderados y profesionales de la educación.
El programa Volar en V busca movilizar a los estudiantes mayores de cada colegio para generar soluciones cercanas, desde su propio lenguaje y códigos estudiantiles, ante las diversas problemáticas que ellos visualizan y que afectan la convivencia.
Hoy hemos implementado el Programa en 23 colegios en cuatro regiones del país.
—¿Qué efectos ha tenido el programa Volar en V en los colegios?
—Nuestras encuestas indican que se establece un lenguaje común para entender y trabajar el maltrato, se aterrizan las estrategias y los protocolos internos para abordar los casos, y se desnaturalizan conductas nocivas en las salas de clases. Los apoderados, padres y madres se sensibilizan y entienden cómo ayudar no solamente a un hijo víctima o agresor, sino también cómo fortalecer y empoderar a un hijo que es espectador y que debe ayudar a sus compañeros.
Sin embargo, el efecto más profundo y a la vez visible que genera el programa Volar en V en los colegios tiene que ver con el posicionamiento de los equipos de líderes en la comunidad estudiantil. Por primera vez en los establecimientos en los que trabajamos se visibilizan y se toman como referentes aquellos estudiantes que destacan por sus conductas de buen trato, y los demás alumnos aspiran a ser parte de este grupo y a cumplir con esas mismas características de respeto y compañerismo. Se genera una fuerza social contraria a la que empodera al agresor, y, en lugar de ello, se empodera a los estudiantes que se atreven a denunciar y a defender. Estos cambios requieren un proceso, y para que funcionen tiene que haber un compromiso grande de parte del colegio y se tiene que dar el espacio para que estos liderazgos surjan con fuerza. Pero, una vez que surgen, en nuestros colegios los cambios son visibles y profundos.
—¿Por qué es importante que los mismos alumnos se involucren más que los profesores?
—Son los mismos alumnos los que mejor entienden esta realidad y el lenguaje en el que se desarrolla en su contexto específico. Los estudiantes de los cursos mayores generalmente ya vivieron situaciones de maltrato en sus generaciones, y está lo suficientemente reciente en ellos como para que entiendan lo duro que es y generen desde sus propios casos soluciones. La violencia escolar se entiende desde los liderazgos negativos, la presión social y conductas dañinas normalizadas en el contexto. Todo esto se puede trabajar desde la fuerza contraria, los referentes positivos entre los mismos pares, marcando pautas más sanas.
Sin embargo, es importante aclarar que los profesores son muy relevantes para que un programa cómo Volar en V funcione: si bien, a través de la influencia entre pares es un modelo muy efectivo para modificar conductas, los docentes son los que generan el contexto para que eso ocurra, son ellos quienes deben marcar la pauta. Por eso, como programa, lo primero que hacemos es trabajar con ellos, es definir con ellos qué es lo que buscamos y como todos somos corresponsables de lograrlo.
—¿Por qué ocurre el bullying hoy?
—El bullying puede ser multicausal, y la teoría muestra que tiene una directa relación con el contexto, más allá de lo que pasa puntualmente entre la víctima y el agresor. Si bien generalmente el agresor tiene inseguridades o problemas puntuales que lo llevan a reaccionar agrediendo a otro, los casos de violencia escolar, entre otros factores, ocurren en un cierto entorno que los permite. Ocurre cuando hay dinámicas naturalizadas de convivencia negativa tanto en los estudiantes como en los profesores. Cuando se cree que la víctima tiene características personales que la hacen susceptible o merecedora de maltrato, cuando los apoderados o profesores manejan poca información de la temática o no ven su relevancia, y cuando entre los mismos estudiantes no se responsabilizan como espectadores activos y permiten o incluso avalan el maltrato.
—Además de hacerlo a través de Volar en V, ¿cómo frenar prácticas como el bullying en términos generales?
—Es necesario modificar creencias y normas sociales que promueven el maltrato, como la noción de que la víctima se lo merece en algunos casos o que incluso le hace “bien” para la vida pasar por esto, o que el agresor es quien tiene el poder y está en una situación de superioridad que el resto debe apoyar, o incluso que los espectadores no tienen que ver con lo que pasa entre víctima y agresor.
Cuando el cuerpo estudiantil se siente escuchado e involucrado en el tema, y a la vez se siente responsable de las dinámicas de convivencia, baja la tolerancia a la agresión entre pares, se empoderan en las soluciones y surgen liderazgos de buen trato que destacan por sobre la popularidad que puede tener un agresor.
Sucede que si todos los actores de la comunidad educativa están informados y se sienten corresponsables, se dan los cambios reales hacia una cultura de buen trato, respeto y tolerancia.
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