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Nov 2024 - Edición 288

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Sol Serrano, historiadora: “Admiro muy profundamente a los profesores, debiera ser la profesión mejor remunerada, especialmente la pública”

Sol Serrano hizo noticia el año pasado al convertirse en la primera mujer que recibe el Premio Nacional de Historia por “su aporte a la historiografía nacional en ámbitos relevantes, como la formación del Estado en el siglo XX, las trayectorias políticas e institucionales, y la historia de la educación”

Por: Marcela Paz Muñoz Illanes
Sol Serrano, historiadora: “Admiro muy profundamente a los profesores, debiera ser la profesión mejor remunerada, especialmente la pública”

Sol Serrano es historiadora de profesión, además de exvicerrectora de Investigación de la Pontificia Universidad Católica de Chile entre 2015 y 2017. En 1993 obtuvo su doctorado en Historia en esa misma casa de estudios, donde también ha desarrollado gran parte de su labor docente. Su alma mater es la UC, pero también forma parte, sin lugar a dudas, del grupo de exalumnas del Villa Maria Academy.

—¿Cómo recibió el premio?
—¡Es muy emocionante! Era una posibilidad porque mi universidad (PUC) me había nominado, pero era difícil. Sinceramente, creí que no me lo iba a ganar nunca.

—¿Cuál es su recuerdo de la época escolar?
—El colegio me empezó a gustar de grande, creo que como a los 14 años. Me encantaba la preparación para las ceremonias o los ensayos del coro y el teatro. Tenía compañeras muy divertidas –yo era… más bien, soy media fome– y me gustaba la chacota que se armaba en los recreos. O sea, la idea de grupo, de tener una identidad común es lo más lindo que recuerdo y que llevo conmigo.

—¿Alguna anécdota o chascarro?
—¡Uy! ¡Les robamos los sándwiches del almuerzo a las niñitas de primero!

—¿Cómo definiría su conducta en el colegio?
—Más o menos. Me anotaban con frecuencia en el libro de clases por conversadora. Pero, después, con los años, pensé que no me portaba tan mal, sino que, por alguna mala suerte, me pillaban más (ríe).

—¿Qué memorias atesora de esa época?
—Cantar todas juntas el himno del colegio. Todavía lo hacemos una vez al año y quizás la música tiene esa capacidad evocadora de todo lo demás. Pero es como si esa memoria estuviera condensada ahí.

—¿Recuerda a algún profesor en particular?
—Sí, a nuestra profesora de Filosofía, Maria Teresa Stuven en tercero y cuarto medio fue bien importante. Éramos un grupo que nos las dábamos de intelectuales y no sabíamos nada. Ella nos empujó a pensar de manera crítica, es decir, a buscar los fundamentos de nuestras aseveraciones y creencias. Eso me abrió un mundo. Además, era un tiempo muy turbulento de la historia de Chile a comienzos de los 70 y aprender a pensar en esa sociedad tan polarizada no era fácil. Lo agradezco mucho.

—¿Se considera una buena lectora?
—No lo fui de joven y lo lamento. En mi casa se leía muchísimo, pero yo era más distraída. Supongo que leía más que el promedio de mi curso, pero nada más. Cuando entré a estudiar Historia, ahí me puse a leer en serio. Y es compulsivo. Hago muchas otras cosas, claro, pero leer es lejos lo que más me gusta.

—¿Qué libro está leyendo ahora?
—“Crónicas del desamor” de Elena Ferrante.

—¿Última película que vio? ¿Le gusta el séptimo arte?
—Mucho, con mi marido vamos al cine una vez a la semana y nos gusta ir, la sala oscura y el silencio. No sé de cine, soy solo una gozadora empedernida y no soy muy sofisticada. “Colette” me gustó mucho.

En pocas palabras…

Educación chilena

Refleja lo más noble y lo más débil que tenemos como sociedad. La educación universal fue una proeza que logramos finalmente hace un par de décadas y la calidad se nos quedó atrás, precisamente allí donde llegaban los niños y jóvenes más desprotegidos.

Profesores de Chile

Los admiro muy profundamente. Debiera ser la profesión mejor remunerada, especialmente la pública, porque ninguna produce tantos beneficios.

Teatro, danza y arte en la educación

Menos mal, está siendo cada día más importante en todo el mundo. La escuela como la conocemos es hija de la Ilustración y diseñada para desarrollar el conocimiento racional.

 

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