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Dic 2024 - Edición 289

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El blanco: suma de todos los colores

Kazimir Malévich, “Blanco sobre Blanco” François Morellet, “Double Sens n°4”.

Por: Catalina Martínez Waman, área educativa Museo Artequín, Santiago.
El blanco: suma de todos los colores

Kazimir Malévich, “Blanco sobre Blanco”
François Morellet, “Double Sens n°4”.

Cuando nos referimos al blanco, estamos entrando en un terreno complejo. En su etimología, la palabra viene del germánico “blank” que significa “brillante”. En griego, viene de “luecos” que significa luz, brillo.

A finales de 1660, Newton experimentaba con la luz y el color, fue allí donde descubrió que la luz del sol está compuesta por ondas de diferentes colores que al reunirse forman la luz blanca, y al descomponerla con un prisma se logra observar rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta.

KAZIMIR MALÉVICH, “Blanco sobre fondo Blanco”, 1918, 79x79cm, pintura al óleo, Museo de Arte Moderno (MOMA), Estados Unidos.

Es conocida la pugna entre ciencia y arte sobre la naturaleza del blanco. Para los científicos es un ente acromático; en el arte, especialmente en la teoría del color, se trata de un elemento fundamental para la creación ya que, sin él, no existirían los demás colores. Aún se discute si debería ser considerado como un color, pues al carecer de matiz y croma no debería ser integrado en aquel grupo. Es poco usual referirse a él como “valor”, aunque parece ser el término más acertado, ya que al igual que el negro, se encargan de iluminar u oscurecer a los colores, respectivamente. En un juego de luces y sombras, generan volumen, o en su exacerbación –claroscuro–, dramatismo en las obras. En la disciplina artística, el blanco es el ingrediente clave para cualquier pintura y ha sido el pigmento más difícil de lograr en su desarrollo a lo largo de la historia. Existen registros del siglo III a.C, de la utilización del “blanco plomo” o albayalde, que en su forma más pura es color gris oscuro. En el Antiguo Egipto, fabricaban un pigmento a base de nácar, que otorga brillo a las representaciones. En la Antigüedad Clásica y Edad Media se utilizaba el blanco de plomo, mientras que en el siglo XVIII blanco de zinc –no tóxico– con tono azulado. Para el siglo XX, químicos noruegos y norteamericanos, desarrollaron el blanco de titanio, más duradero y en donde se refleja casi toda la luz.

FRANÇOIS MORELLET, “Double Sens n°4”, 2013, acrílico en tela, neón (único), 141x164cm.

En las obras plásticas, el blanco ha sido utilizado sobre todo para representar los efectos luminosos. Algunos artistas, inclusive, han experimentado con las posibilidades del blanco llegando a extremar sus características. En 1918, Kazimir Malévich (Rusia, 1879-1935) pinta “Blanco sobre Blanco” llevando al límite la experimentación abstracta de las vanguardias artísticas. Para Malévich el cuadrado representa la geometría en su estado puro, asociándolo con la premisa cubista de la síntesis máxima del objeto. Esta obra viene a presentar un pensamiento totalmente nuevo: el arte no depende de representaciones de la naturaleza, sino que es un fin en sí mismo, o un arte puro que puede prescindir de cualquier contenido.

 “Blanco sobre Blanco” parece la puerta de lo que será posteriormente el arte minimalista, principalmente por sus características compositivas y despojadas de toda referencia al entorno. François Morellet (Francia, 1926-2016) sigue los pasos que instalaría Malévich. Su obra es totalmente controlada, basada en un lenguaje de formas geométricas simples como líneas, cuadrados o triángulos en formato bidimensional. “Double Sens n°4” (Doble Sentido n°4) es una obra que apela a la neutralidad. Bajo la misma lógica del fondo blanco, Morellet instala un triángulo, casi imperceptible. Dos tubos de neón vienen a tensionar el espacio, superponiéndolos sobre la misma figura, como un reflejo lumínico de la forma geométrica.

Actividad recomendada para estudiantes de educación media

Se les presentan a los estudiantes obras de artistas minimal (Dan Flavin, François Morellet, James Turrell, entre otros), que utilicen la luz y el blanco como detonador de emociones dentro de sus piezas. Se sugiere generar una conversación en torno a cómo los artistas nos invitan a experimentar estados anímicos que se vinculan con las formas geométricas puras y las posibilidades plásticas del valor blanco. En la actividad, se tomarán dos bases de cartón forrado blanco; una funcionará como base, la segunda tendrá una forma geométrica a elección. Se marcará sobre la superficie y se cortará con un tiptop. Posteriormente, se elevará sobre esta base con topes en sus esquinas, para generar una figura y fondo. Se recomienda que los alumnos analicen si es que en este ejercicio es posible observar una variación en figura y fondo, y qué estímulos visuales perciben en ello.

Para concluir, se sugiere abrir el diálogo a modo de reflexión en torno a las obras de estos artistas y la experimentación de los estudiantes. www.artequin.cl

 

 

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