El pasado mes de agosto, algunos diputados presentaron un proyecto de ley que busca eliminar pruebas estandarizadas y cambiar el sistema de evaluación durante el primer ciclo de enseñanza básica. A juicio de los parlamentarios, esas pruebas “evidencian factores de estrés en el sistema escolar y, a diferencia de Chile, países como Estonia, Finlandia y Dinamarca, y otras naciones de la OCDE que presentan buenos resultados en sus sistemas educativos, evalúan más de manera formativa que cuantitativa”.

Tal como se plantea en el Reportaje, existe un amplio consenso en nuestro país sobre la urgente necesidad de realizar cambios en el sistema educacional chileno. Aseguran los expertos que nuestro sistema educativo ha puesto demasiado foco en los contenidos que se enseñan, dejando de lado otro tipo de habilidades y de asignaturas, también muy necesarias para la formación de personas integrales.

Algunos de los cambios van en la línea de entregar mayor preponderancia en las aulas al estudio de la filosofía y de los grandes clásicos, como también al hecho de reforzar la importancia que se les entrega a la lectura y a la escritura. Sin embargo, ninguno de los cambios sería posible sin la acción y trabajo minucioso de profesores bien formados.

Tal como señalaba la destacada profesora sueca Inger Enkvist, en su reciente visita a nuestro país, “necesitamos transformar la educación; pero, para ello, necesitamos docentes empoderados. Que sean capaces de planificar clases creativas, que posean un lenguaje atractivo, que logren motivar y captar la atención de sus alumnos; y que cultiven su propia salud física y psíquica”.

Una tarea a la que todos están inivtados, particularmente si queremos que nuestros alumnos estén preparados para afrontar los desafíos del siglo XXI y los cambios que la ciencia y la tecnología nos vienen mostrando hace un rato.

Marcela Paz Muñoz Illanes
Directora Revista Educar