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Dic 2024 - Edición 289

Familia y colegio unidos en el aprendizaje

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Manuel Uzal, subdirector del colegio Tabancura: “La educación no puede reducirse solo al proceso de instrucción o traspaso de conocimientos”

El destacado profesor y actual subdirector del Colegio Tabancura, Manuel Uzal, revela la importancia de no centrar el éxito educativo solo en aspectos académicos, ya que de esa forma se ignora “el principal motor de desarrollo que es la formación humana, sobre la cual se articulan todas las demás competencias, habilidades y conocimientos”.

Por: Marcela Paz Muñoz Illanes
Manuel Uzal, subdirector del colegio Tabancura: “La educación no puede reducirse solo al proceso de instrucción o traspaso de conocimientos”

En marzo pasado se publicó el libro “#Calidad Es, en la voz de nuestros Premios Nacionales”. Allí, una de las mujeres galardonadas con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales en 2017, Elizabeth Lira, explicaba lo que para ella es una educación de calidad: “Aquella que forma personas autónomas y responsables, capaces de colaborar con otros para producir conocimientos en todos los ámbitos de la vida humana. La noción de responsabilidad articula la educación de calidad y se manifiesta en la preocupación por el medio ambiente, en el cuidado de la convivencia social y política, en la preocupación por los otros en situación de carencia, entre otros ámbitos”.

Elizabeth mencionaba, además, el respeto como uno de “los ejes valóricos fundamentales que cimentan éticamente la construcción de la cultura y la convivencia en paz, así como el desarrollo científico y tecnológico que contribuye al bienestar y al progreso”. Un tema que para Manuel Uzal, subdirector del Colegio Tabancura, es clave justamente porque, “si tengo un alumno sin hábitos de trabajo y que no sabe relacionarse con los demás, poco se podrá hacer, aun con los mejores recursos disponibles. En este sentido, la formación humana contribuye a democratizar el proceso educativo”.

—Al día de hoy vemos que la educación que reciben nuestros alumnos no está siendo suficiente, por ello ¿qué competencias en la formación se debiesen incluir hoy para formar personas integrales?

—Pienso que no podemos perder de vista que la mejora de la persona pasa por la adquisición de hábitos buenos que, clásicamente, se han denominado virtudes. No obstante, la forma de trabajarlas debe ir acorde a las necesidades y desafíos de los tiempos que corren. En ese sentido, hay planes de formación que se estructuran sobre la base de competencias y habilidades que potencian a los alumnos de manera integral. Dichas competencias suelen enfocarse en la gestión personal de uno mismo (integridad, sentido de trascendencia, mejora personal, entre otras); en la relación hacia los demás comunicación, amistad, generosidad y con el entorno (solidaridad, mentalidad abierta, ciudadanía, valentía, etc.). Me parece que es una propuesta muy interesante.

—¿Cómo entiende, entonces, una educación de calidad?

—Me parece que la educación no puede reducirse solo al proceso de instrucción o traspaso de conocimientos. Si fuera así, el éxito se mediría solo en relación con los resultados académicos de los alumnos que egresan de los respectivos colegios y liceos. Este enfoque, además de ser estrecho y unidimensional, confía dicho éxito solo en los niveles de exigencia académica, ignorando que el principal motor de desarrollo es la formación humana, sobre la cual se articulan todas las demás competencias, habilidades y conocimientos.
Así, por ejemplo, si yo cuento con un alumno serio, responsable, trabajador, sistemático, empático y preocupado por los demás, es muy probable que su desempeño académico sea satisfactorio, aun con pocos recursos didácticos. Al revés, si tengo un alumno sin hábitos de trabajo y que no sabe relacionarse con los demás, poco se podrá hacer, aun con los mejores recursos disponibles. En este sentido, la formación humana contribuye a democratizar el proceso educativo.

—Dentro de las transformaciones que ha experimentado la educación, ¿qué rol debe desempeñar el profesor? ¿Debe seguir siendo un mediador del proceso educativo?

—Tratándose de la necesidad de formar estudiantes íntegros, que es el tema que venimos tratando, creo que se aplica el dicho “nadie da lo que no tiene”. En consecuencia, la formación humana de los profesores es imprescindible para una educación completa y de calidad. Si pensamos que el profesor educa más por lo que es que por lo que dice, podemos concluir que el gran desafío docente es la ejemplaridad frente a los educandos a los cuales se debe. Ahora bien, desde el punto de vista estrictamente pedagógico, pienso que la gran transformación que debe darse dentro de la sala de clases es poner el foco en el aprendizaje de los alumnos, más que en el despliegue del profesor. Vale decir, no importa tanto si al profesor “le salió bien” lo que dijo, sino cuánto aprendieron los alumnos. Eso se llama hacer visible el aprendizaje, poniendo el énfasis en la comprensión.

—Se ha mencionado la irrupción de las habilidades socioemocionales ya que las empresas las están demandando en los nuevos profesionales: la capacidad de trabajar en equipo, la resiliencia, la perseverancia y la responsabilidad, por mencionar algunas, ¿cuál es su opinión al respecto?

—Me parece que eso es absolutamente correcto. Cada día somos testigos de casos de corrupción a todo nivel que dejan en evidencia el déficit de formación ética que padece la educación. Volvemos a la idea, entonces, de que el gran desafío es comprender la educación como un proceso integral. En ese sentido, las habilidades socioemocionales, también llamadas blandas, son un gran aporte, aunque hay que entender que en su esencia corresponden a las clásicas virtudes. La resiliencia es fortaleza; la asertividad es prudencia; la empatía es solidaridad; el liderazgo es autoridad, etc.

 

“La educación debe ser integral, pero, para que lo sea de verdad, también debe ser personalizada, porque cada persona es diferente. Eso significa que, idealmente, en la medida de las posibilidades de cada colegio, los alumnos deberían contar con asesoramiento pedagógico-formativo personalizado para potenciar sus habilidades y ayudarlos a superar sus debilidades”.

 

—¿Es necesario realizar adaptaciones al modelo educativo actual? ¿Cuáles?

—Esa es una pregunta amplísima que puede responderse desde muchos ámbitos. Abordaré uno: si lo que nos preocupa es la formación ética de los alumnos es imprescindible devolverles a los padres su rol de primeros educadores. Ellos son los que forman más directamente a sus hijos en los valores y principios a los que deben adecuar su vida.

Creo que en los últimos años su papel ha sido absolutamente postergado en favor del Estado, y no solo por una intromisión indebida de éste en la esfera da la familia, sino también por una abdicación de los padres de este derecho-deber. Una forma de ayudar a los papás con este encargo –respetando la libertad de las personas– es tomarse en serio la colaboración casa-colegio, mediante planes de formación ofrecidos subsidiariamente por el establecimiento y que cuenten con la aprobación de los padres.

Otra forma que ha demostrado ser muy efectiva son las llamadas “escuelas de padres” que comienzan, todavía tímidamente, a aparecer en la educación en Chile. La formación de padres está llamada a destruir el mito de que “a nadie le enseñan a ser padre”, porque eso también se puede aprender.

—¿De qué manera las tecnologías seguirán transformando la educación?

—Aunque no soy experto en ellas, creo que son herramientas muy útiles. Es la forma que tenemos de comunicarnos, de informarnos, de investigar, de entretenernos, etc. Y todas estas acciones son parte del proceso educativo. Me parece que lo prudente no es prohibir por prohibir, sino integrarlas al proceso de enseñanza ayudando a los alumnos a discernir para que las usen de manera correcta y responsable.

—Según los expertos, es necesario realizar seguimientos y adaptaciones a las necesidades educativas del alumno.

—Concuerdo, pero entendiendo que ello exige contar no solo con los medios humanos idóneos, sino también con recursos materiales que no siempre existen.

Idealmente, en la medida de las posibilidades de cada colegio, los alumnos deberían contar con asesoramiento pedagógico-formativo personalizado para potenciar sus habilidades y ayudarlos a superar sus debilidades; un sistema de apoyo especial para los alumnos con más dificultades y otro diferente para aquellos con altas capacidades; una amplia oferta de actividades extraprogramáticas para atender a los talentos y habilidades de todo el alumnado; y un currículum flexible, sobre todo en los últimos años, que les permita ir definiendo sus intereses y descubriendo su vocación profesional futura.

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