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Regístrate y accede a la revistaEn enero de 2018, el Papa Francisco, el primero de origen argentino, volverá a poner a Chile en la ruta de la Santa Sede. Esta venida nos evoca también recuerdos de la que hizo el Santo Padre Juan Pablo II en abril del año 1987. Los invitamos a conocer las reflexiones de los principales protagonistas.
En junio pasado, luego de participar en la habitual reunión del comité político de los días lunes, la ministra Secretaria General de Gobierno, Paula Narváez, señaló que “con mucha alegría” recibió el Gobierno el anuncio hecho por el Vaticano sobre la visita que realizará el Papa Francisco a Chile, entre el 15 y el 18 enero de 2018, a las ciudades de Iquique, Santiago y Temuco.
Destacaba en esa oportunidad la secretaria de Estado que el Pontífice es “una figura tremendamente admirada y querida por muchos chilenos y chilenas (…) Es una persona muy conocedora de América Latina y muy conocedora de nuestros países”.
Por ello, rápidamente se designó a Javier Peralta, profesor del Magíster en Comunicación Estratégica de la Facultad de Comunicaciones PUC como director ejecutivo de la Comisión Nacional de la visita del Papa Francisco a Chile.
Alberto Etchegaray: “Pudimos observar (en el Santo Padre Juan Pablo II) un testimonio de donación completa, con vigor, con fuerza y convicción en sus palabras y gestos. Con plena conciencia de ser el líder más importante en la fase final del siglo XX y cuya misión primera era visitar los lugares más recónditos para estar presente en ellos”.
Ahora, cuando queda poco tiempo para tan esperada visita, Javier Peralta relata que “ha sido una experiencia muy gratificante. A pesar de que es un desafío de grandes proporciones, con poco tiempo y varias adversidades, uno puede ver desde la organización el rostro amable y generoso de muchísimas personas. Eso es muy esperanzador”.
Asegura el director que las demostraciones de cariño por el Papa, de entrega, de oración, son innumerables “y hemos sido muy afortunados quienes trabajamos en la Comisión, de poder ver esta cara que muchas veces queda oculta detrás del pesimismo o de la desconfianza. Ha sido francamente esperanzador”.
Señala que “esta es una oportunidad de conocer más al Papa, de saber lo que él dice y de aprender sobre temas que en Chile están vigentes, relacionados con el medio ambiente, con los pueblos originarios, las migraciones, las familias y la vida”.
Según Monseñor Fernando Ramos, Obispo Auxiliar de Santiago y coordinador de la Comisión Nacional preparatoria de la visita del Papa Francisco a Chile, “la organización de la visita del Papa ha significado una alegría enorme, pues ha sido un trabajo en equipo con muchas personas para colaborar en la preparación de la venida del Santo Padre. El Papa es el sucesor de San Pedro, Vicario de Cristo, Obispo de Roma; por consiguiente, su venida es una muy buena noticia para todos nosotros. Ha significado también un desafío gigante, porque hemos tenido que preparar una visita en pocos meses y hay una gran cantidad de aspectos y detalles necesarios de coordinar”.
Asimismo, cuenta Monseñor Ramos, ha permitido que mucha gente y organizaciones se hayan puesto a trabajar por esta visita tan sobresaliente para nuestro país y que lo han hecho con mucho cariño y profesionalismo. “Por último, ha significado que mucha gente que quizás se siente alejada de Dios y de Jesucristo, pueda ahora plantearse cómo recuperar ese vínculo debilitado o simplemente perdido”.
Alberto Etchegaray: “Debemos preparar nuestros corazones para acoger su mensaje y que se pueda decir nuevamente que frente a una visita papal, ahora de Francisco, somos un pueblo testigo y no solo curioso”.
Quien también sabe del tema, particularmente porque se hizo cargo del Papa Juan Pablo II desde que pisó suelo chileno en Pudahuel hasta que el avión despegó desde Antofagasta, en abril de 1987, es el ingeniero civil Alberto Etchegaray. A su juicio, el Papa Francisco posee un signo distintivo que es “su insistente llamado a la Misericordia, a no juzgar, sino ponerse en el lugar del otro. Este rasgo de la espiritualidad de Francisco es muy necesario para el Chile de hoy. Para católicos, cristianos y no cristianos, hombres y mujeres de buena voluntad”.
Advierte que tener esa actitud, “nos permitiría construir una sociedad y un país de verdad más inclusivo, más tolerante, apreciando la diversidad y aprovechando lo valioso de nuestras legítimas diferencias. En fin, un país con rasgos de humanidad y solidaridad más presentes que el exacerbado individualismo que tanto daño hace al verdadero desarrollo, no solo el económico sino el espiritual, cultural y social. Sus gestos así lo demuestran: su sencillez desarma”.
Asegura Etchegaray que estos rasgos profundos de pastor, “serán muy necesarios para el futuro de Chile. Que se expliciten y que se posibilite su plena difusión en esta visita es muy necesario, para que produzca frutos en abundancia en nuestra patria”.
Sin embargo, esta visita no ha estado exenta de problemas, cuenta Javier Peralta. “El principal obstáculo que hemos tenido ha sido cómo derrotar un cierto nivel de individualismo que, de alguna forma, es precisamente lo contrario de lo que promueve el Papa Francisco. Hay muchas personas que no creen que la visita del Papa pueda hacerle bien al país, principalmente porque la ven desde una lógica individual y no necesariamente colectiva”.
Señala el director de la Comisión que muchos jóvenes no vivieron la visita de Juan Pablo II; por lo tanto, no tienen esa referencia. “Eso lleva a un cuestionamiento genuino del sentido de la visita, de sus costos, de entender su relevancia. Creo que, como Comisión, debemos hacernos cargo e intentar demostrar que ésta será una visita que puede dejar muchos frutos, tanto a nivel social como también a nivel personal”.
En esa misma línea, dice Monseñor Ramos, han debido sortear varios obstáculos. “El primero se refiere a la organización misma, pues la preparación es muy compleja y difícil. Se han tenido que armar equipos con personas que muchas veces no se conocían y que en poco tiempo tenían que sincronizar su modo de trabajo. De igual forma, la coordinación con muchos grupos distintos y a veces separados geográficamente también a veces ha sido muy compleja”.
Explica el Obispo Auxiliar de Santiago que, además, ha tenido que “vencer una resistencia en algunos sectores de la sociedad que simplemente no querían que el Papa viniera. Es una expresión de la diversidad, o una suerte de fragmentación, en la que algunas veces se encuentra nuestro país”.
Vivencias del pasado
“Más que recuerdos –que los hay y son muchos– es la vivencia de haber hecho un servicio eclesial y nacional que marcó mi vida. Es la constatación de haber sido un privilegiado, ya que al participar tan directamente en su organización me permitió, junto con otros, ser protagonista de un acontecimiento histórico e inédito en la vida del país”, cuenta Alberto Etchegaray.
Era la primera vez que un Papa visitaba Chile y –asegura Etchegaray– las expectativas generadas con motivo de su visita eran enormes, “y la obligación de nosotros, responsables de la logística de dicha visita, era posibilitar que las condiciones técnicas facilitaran el encuentro profundo que el país y su gente querían tener con él”.
Con respecto al Papa Juan Pablo II, cuenta Alberto Etchegaray, “la memoria más fuerte es su personalidad excepcional, el carisma y el sentido de entrega a su misión pastoral irrenunciable, a la que entregaba todas sus energías, como era la de anunciar la Buena Nueva de Jesucristo”.
Sin embargo, asegura Alberto Etchegaray, la visita no fue una taza de leche. Fue reflejo del país y sus desencuentros. “Así y todo, el balance, particularmente por la figura del Papa, quien hizo trascender todos los delicados momentos, en especial en el Parque O’Higgins, fue muy positivo”.
El mejor elogio a esta movilización y su mística vino del mismo Papa. “Nos dijo: ‘He visto un pueblo testigo, no un pueblo curioso’. Fue un gran regalo su reconocimiento. Creo que Chile honró su palabra. Se lo recibió con dignidad, con sencillez y con gratitud”.
Cuenta Alberto Etchegaray, que el Papa Juan Pablo II manifestó que se sintió en casa y lo reconoció por mucho tiempo a diferentes personas con las cuales se reunió en los años siguientes.
Frutos de ayer y hoy
Señala Alberto Etchegaray que los frutos de la visita de San Juan Pablo II a Chile fueron múltiples. “La Iglesia chilena vio confirmadas y reconocidas sus opciones más relevantes: la vida y la reconciliación”.
Está convencido de que el Papa fue un Mensajero de la Vida y de la Paz. “Con sus discursos recalcó su apoyo a una Iglesia que se había jugado defendiendo la vida y que había hecho un llamado urgente a través del Acuerdo Nacional, al reencuentro entre los chilenos, muy desencontrados en dos bandos opuestos y aparentemente irreconciliables”.
Y ¿cuáles podrían ser los nuevos frutos de una visita? Explica Javier Peralta que “esa es una respuesta que debemos dar como país o como sociedad. No depende del Papa, sino que depende de los chilenos si ésta será una visita fructífera. No debemos esperar que esta visita nos cambie milagrosamente. Somos nosotros los que gracias a la visita podemos avanzar hacia un cambio: hacia una mayor escucha, un mayor diálogo, y una mayor paz. Por eso, el lema “Mi paz les doy” es una propuesta de regalo que nos trae el Papa, la palabra de Cristo, pero debemos estar dispuestos a recibir ese regalo”.
Según Monseñor Ramos, el hecho de que muchos chilenos escuchen el mensaje del Papa ciertamente ya es un fruto enorme. “Saber escuchar y, en este caso, escuchar al sucesor de Pedro, es una oportunidad de apertura de espíritu que a todos nos hace bien, pues nos encontramos con un mensaje que interpela nuestro corazón y nos abre a una dimensión de trascendencia. También para el país se espera que la venida del Papa traiga una mirada renovadora de nuestra sociedad. Las palabras y gestos del Papa nos ayudarán a encontrarnos con un punto de vista distinto al que estamos acostumbrados a ver y escuchar, porque el estilo del Papa Francisco es el de un pastor y no un político o una autoridad social”.
De hecho, para los creyentes, particularmente para los católicos, “la venida del Papa es la venida de quien representa a Cristo, como cabeza de toda la comunidad de creyentes. Nos viene a confirmar y confortar en nuestra fe en Cristo resucitado y a hacernos crecer en la unidad de aquellos que nos sentimos miembros de la gran familia que es la Iglesia. Para el país, el Papa ciertamente ayudará a plantearse varias preguntas que tienen que ver con cómo nos estamos organizando como sociedad. Preguntas que tienen directa relación con los más pobres, vulnerables y abandonados, con los migrantes, el cuidado de la casa común y el desarrollo sustentable.
En definitiva, preguntas que se refieren a cómo nos vinculamos con los demás y con nuestro entorno, y que ciertamente nos abren un horizonte hacia una cultura de mayor encuentro y paz entre los chilenos”, rubrica Monseñor Ramos.
Javier Peralta: “No debemos esperar que esta visita nos cambie milagrosamente. Somos nosotros los que gracias a la visita podemos avanzar hacia un cambio: hacia una mayor escucha, un mayor diálogo, y una mayor paz. Por eso, el lema “Mi paz les doy” es una propuesta de regalo que nos trae el Papa, la palabra de Cristo, pero debemos estar dispuestos a recibir ese regalo”.
“Es un motivo de felicidad y de orgullo muy grande”, monseñor Héctor Vargas, Obispo de Temuco por visita del Papa a su ciudad Según relata el sitio Iglesia.cl, 30 años han pasado desde que Temuco recibiera la visita de un Papa, para que, nuevamente, las tierras de La Araucanía recibieran la bendición directa de un sucesor del apóstol Pedro.
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