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Regístrate y accede a la revistaA partir de hechos –en algunos casos, dramáticos–, el acoso escolar o bullying se ha tornado visible en los medios de comunicación. Ello coincide con el ciclo de matrículas escolares y es probable que la situación se tematice como uno de los factores que pueden incidir en la elección de un colegio por parte de los padres o, bien, en los establecimientos que ofrecen mejor clima escolar.
La ausencia de violencia escolar es parte constitutiva de un buen clima de convivencia que, sabemos, debe ser una prioridad para toda la comunidad escolar; no solo por ser uno de los pilares para generar un clima propicio para el aprendizaje, tanto de habilidades académicas como socioemocionales, sino porque es la piedra angular para una buena experiencia escolar.
Desde 2014, y en forma paralela a la prueba Simce, la Agencia de Calidad de la Educación evalúa el clima de convivencia escolar, junto con otros Indicadores de Desarrollo Personal y Social (IDPS). De acuerdo a los resultados de la evaluación realizada en 2016, un 58% de los estudiantes de segundo medio declara que en su establecimiento las personas no se tratan con respeto, mientras que un 52% declara que no se conversa en clases sobre los efectos del maltrato o intimidación entre compañeros.
Estas cifras revelan que a pesar de los esfuerzos de la política pública por reforzar la buena convivencia en las escuelas, el sistema escolar presenta aún grandes tareas para mejorarla. Es necesario avanzar en la prevención y respuesta ante la violencia en las escuelas, visibilizando los diferentes tipos y magnitudes de la misma. Lo central es no reducir la problemática al bullying o al matonaje escolar, y priorizar la conversación y acciones respecto a la importancia de generar una educación integral en ambientes sanos.
Es difícil que en espacios de violencia se logren aprendizajes académicos y socioemocionales. A su vez, la ausencia de violencia y la prevalencia del buen trato revelan aspectos de la organización de la escuela que son, en sí mismos, deseables de potenciar. Un buen clima de convivencia es fruto de una gestión escolar centrada en el sujeto, que valora el bienestar y la opinión de los estudiantes y que, al hacerlo, forma ciudadanos integrales, tolerantes, y que aportan al desarrollo de la sociedad. En este sentido, un buen clima de convivencia es un medio, pero a la vez es un fin.
Como Agencia y como Sistema de Aseguramiento de la Calidad, hemos apostado por ampliar la mirada de la calidad con foco en que cada colegio sea gestor, actor y protagonista. Esta mirada implica poner atención a otros elementos de la formación de los estudiantes, como la experiencia escolar y la formación en habilidades socioemocionales que permitan empatizar con el otro y construir una sociedad verdaderamente cohesionada. La tarea está en consolidar la escuela como un lugar seguro, donde se fomente el bienestar, el respeto y la valoración de la diversidad. Una escuela donde los estudiantes puedan generar espacios de convivencia y respeto, y ejercer sus derechos para la construcción de una sociedad más justa y tolerante: la democracia que queremos para este siglo XXI.
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