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Regístrate y accede a la revistaExperta internacional, María Jesús Comellas
¿Por qué se habla de disociación del rol formador de la familia con la escuela? ¿Lo viven así las familias o es la sociedad la que plantea este debate? ¿Por qué no se habla de complementariedad? conversamos con María Jesús Comellas, doctora en Psicología y profesora emérita titular de la Universidad Autónoma de Barcelona.
“No podemos desconocer el hecho de que existen familias que, pudiendo entregar apoyo al aprendizaje escolar, consideran que su rol y la dinámica relacional en el seno familiar debe centrarse en otros aspectos”, asegura María Jesús Comellas, doctora en Psicología y profesora emérita titular de la Universidad Autónoma de Barcelona, quien ha trabajado por años en el tema de la vinculación entre familia y escuela.
—¿Qué relación debiese ocurrir entre las familias y la escuela?
—Mayoritariamente en todos los contextos sociales, el rol que se otorgaba a las familias era proveer de sustento a sus menores para favorecer su crecimiento con el objetivo de que pudieran participar en la resolución de las necesidades del grupo, sea en un contexto doméstico o laboral. Siguiendo esta visión tradicional, se había otorgado a la escuela regida por personas profesionales una acción para adquirir unos conocimientos más teóricos y específicos. Ahora, justo en el momento en que los valores atribuidos a los diferentes aprendizajes se categorizan y se dividen los conocimientos según su supuesta importancia, se da mayor valor a los que se ofrecen en las escuelas y están vinculados al contexto académico y de preparación profesional.
Con esta separación y categorización se provoca y se pierde la oportunidad de reforzar su asociación valorizando los diferentes contextos en los que se aprende, se transfiere y se crean motivos para su aprendizaje.
— Por tanto, ¿se ha afectado la forma como aprenden los alumnos?
—Una de las primeras repercusiones que han afectado al alumnado en este debate social es la confusión acerca de las competencias de su propia familia y especialmente de lo que les corresponde a su propio rol como aprendices. No dejaremos de insistir en la consideración de que no todas las familias pueden dar apoyo al aprendizaje escolar y académico, sea por su propia formación académica, por las exigencias laborales, recursos que pueden tener en el contexto familiar o por otras obligaciones propias del grupo familiar.
—¿Cuál es el papel formador de cada una de las instituciones?
—Históricamente, se ha atribuido a la familia el rol de satisfacer las necesidades biológicas y afectivas por ser el contexto primordial de vinculación al mundo. Sin embargo, estos aprendizajes no deberían interpretarse como poco importantes y desvinculados del desarrollo intelectual, aunque no se enmarcaban en campos de conocimiento organizados desde la academia.
Esta dicotomía ha distorsionado la consideración del rol de la institución escolar que, además de satisfacer las necesidades intelectuales y académicas, debe asumir como prioritaria la educación valórica en el sentido más pleno de la palabra: socialización, convivencia, respeto y comprensión del mundo.
La educación considerada globalmente se da de forma complementaria. Los aprendizajes contextuados en la vida familiar deberían tener apoyo en la información académica que se ofrece en la escuela. Lo que es académico debe ser transferible a las diferentes situaciones cotidianas y familiares.
El contexto familiar no debe estar más pendiente de los aprendizajes académicos que de la adaptación al mundo y en la escuela es preciso mantener las actitudes educativas sistemáticas que no fomenten la competitividad y la rotura social.
—¿Qué elementos entrega la familia?
—La familia como núcleo de pertenencia fundamental, básico y primario es el lugar donde se establecen los vínculos afectivos y donde se aprenden las diferentes formas de construir estos vínculos con diferentes personas en diferentes contextos. Es a partir de esta vinculación que se construye la identidad, base del respeto a las personas, las ideas y el contexto lo que implica colaborar, cooperar, facilitar, implicarse, responsabilizarse…
—Y respecto de la formación integral de los alumnos, ¿qué se puede hacer?
—Un segundo grupo de elementos fundamentales que todas las familias pueden transmitir a sus hijos es la motivación para crecer. Esta motivación implica crear estímulos; es decir, espacios de crecimiento, nuevos retos, y no resolver todas las necesidades, y menos sobreproteger cuando hay posibilidades de resolverlas. A partir de los aprendizajes adquiridos, dar confianza para generar seguridad, autoestima y autoimagen para asumir las propias responsabilidades.
FAMILIA Y ESCUELA DEBEN COORDINARSE
Una primera acción es explicitar el reconocimiento mutuo de cada una de las instituciones para definir con claridad lo que se espera de cada una de ellas y que no se trata de que la familia asuma el rol del profesorado y del aprendizaje, ni a su vez que la escuela asuma el rol afectivo y de apoyo que debe hacer la familia.
Otro aspecto fundamental es definir con claridad tanto lo que se pretende como las cuestiones organizativas: horarios, posibilidades y espacios, si lo que se desea es que haya una participación amplia y no solo de aquellas familias que tienen más posibilidades porque se invisibiliza a las demás.
Asimismo, un elemento que tiene un gran potencial para la participación familiar es la realización de proyectos culturales y de participación en la sociedad en la que el alumnado sea protagonista. En ese caso, será el propio estudiante el que insista en la participación de las familias para poderles mostrar aquellas acciones en las que ha participado.
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