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Regístrate y accede a la revistaSegún los últimos resultados Simce en cuarto básico, hemos ido avanzando en disminuir las brechas de género y por nivel socioeconómico. Sin embargo, el escenario en segundo medio, en Lectura, es preocupante: no solo baja el promedio general en la década, sino que la reducción en la brecha socioeconómica se genera por una fuerte caída en los resultados de los grupos alto y medio-alto, baja que se explica en mayor medida por los puntajes del sexo masculino.
Las mujeres tienen mejores hábitos lectores: al preguntarles una serie de afirmaciones en torno a la lectura, los estudiantes hombres nos confirmaron que, por ejemplo, el 42% solo lee “si se le obliga”, versus el 26% de las mujeres, y un 51% “no lee para entretenerse”, versus un 32% de las mujeres. Por otra parte, los hombres declaran mayor afinidad que las mujeres con los dispositivos digitales. Por lo tanto, entender la baja en lectura también pasa por entender cómo realmente están aprendiendo nuestras nuevas generaciones, donde nos encontramos con un nuevo alumno: el estudiante 4G.
Elementalmente, los jóvenes de este tipo son multifocales, necesitan de una atención descentrada y multitarea, muy propia de la inmediatez de las aplicaciones digitales y videojuegos.
Si bien la multitarea digital genera nuevas habilidades en los estudiantes (eficiencia y creatividad), también conlleva desafíos en el cómo del aprendizaje de los estudiantes. La búsqueda constante de información asociada a la multitarea digital (un cerebro acostumbrado a la multitarea busca información todo el tiempo, incluso si esta no es constitutiva de aprendizaje), constituye una fuente invariable de interrupciones a las cuales los estudiantes se acostumbran. Por tanto, los niños han ido perdiendo el interés por focalizarse en una cosa y ahora prefieren cambiar su atención de una cosa a otra.
Esta condición generacional –muy marcada en el nivel socioeconómico alto– podría tener efectos en el desempeño en lectura de los jóvenes, la cual requiere de una atención focalizada, sobre todo en textos extensos no funcionales. De hecho, los hombres usan más dispositivos tecnológicos que las mujeres, sobre todo para videojuegos después del colegio: 70% versus 27%, según el reporte de bienestar subjetivo del informe PISA.
En consecuencia, debemos asimilar las nuevas habilidades que permite la multitarea digital, pero es igualmente importante hacerse cargo de los desafíos que esta acarrea, y velar para que los estudiantes no pierdan la habilidad y gusto por la lectura no funcional, en el entendido de que esto es algo que debemos preservar.
Por último, es urgente fomentar el uso pedagógico de los dispositivos digitales, porque de esa manera ponemos la tecnología en favor del aprendizaje. De ahí que necesitamos profesores preparados tanto en sus capacidades como en sus creencias respecto de estos dispositivos y, –cómo no– en el acompañamiento temprano en la lectura para que, desde un comienzo, un libro sea tan atractivo como una pantalla. No es el fin de la lectura, es el comienzo de otra manera de leer.
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