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Regístrate y accede a la revistaCasi la mitad de la población mundial estará usando internet para fines del 2017. En Chile, las cifras de dependencia de las personas a la tecnología también se incrementaron, según lo reveló la última Encuesta Bicentenario UC Adimark. Sin embargo, ¿es posible sacarles partido a las redes sociales en el aula? No es evidente, nos señaló Eduardo Valenzuela, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UC y miembro del directorio de la encuesta.
“Hasta ahora los educadores siempre habían esperado que las tecnologías lograran quebrar el sistema tradicional de enseñanza y promoviesen la participación e involucramiento de los alumnos”, señala el miembro del Directorio de la Encuesta Bicentenario UC Adimark, Eduardo Valenzuela. Sin embargo, “nos hemos encontrado con que lo que sí ha cambiado es la capacidad de acceder a la información en forma expedita, sea en bases de datos o bibliografía relevante. O la posibilidad de interactuar remotamente con el profesor para propósitos de evaluación o retroalimentación. Esas son las mejores ventajas que se obtienen hoy de la tecnología”.
Cuenta el también decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la PUC, que internet tiene impactos invisibles que se mencionan poco. “Uno de ellos es la aceleración del tiempo y la experiencia de lo instantáneo, de lo que se puede obtener rápidamente y lo que dura apenas un instante. Nuestros niños y jóvenes están incorporando esta experiencia en su modo de hacer todas las cosas. Basta con un clic para obtener resultados”.
—¿Son los jóvenes del siglo XXI adictos o hiperconectados? Según la Encuesta Bicentenario UC Adimark, aumentaron los grados de dependencia hacia el celular, y se revelaron actitudes como dormir junto al celular...
—Efectivamente, el uso frecuente y expedito de estos nuevos medios de comunicación personal produce hábitos que, a veces, pueden llegar a constituir dependencias, aunque rara vez se trata de un sometimiento en sentido estricto. El resultado es que la conectividad interpersonal ha aumentado de manera considerable, algo que ya había producido el teléfono, pero que se expande enormemente con el celular y las redes sociales. Pasó lo mismo hace un siglo: el teléfono fue ideado para propósitos comerciales, y solo después comenzó a ser usado para hablar con los conocidos.
Con internet se pensó que se abrían oportunidades inéditas para comunicarse a gran distancia, con personas que habitaban otros países y latitudes, pero internet no se utiliza tanto para acceder al mundo global, sino para hablar todavía más con los familiares, con los mismos que uno ha visto un momento atrás.
—¿Afectan los dispositivos la manera en que los alumnos se relacionan?
—Internet aumenta las posibilidades de comunicación no presencial, lo que tiene riesgos conocidos como el cyberbullying, que en los colegios puede llegar a ser alarmante. El comentario maldicente que siempre ha existido puede conocerse con una instantaneidad y masividad que no tiene el boca a boca de antes. Respecto del aprendizaje, tenemos todavía interrogantes más que certezas.
Ha cambiado, eso sí, la capacidad de acceder a la información en forma expedita, sea a bases de datos o a bibliografía relevante, o de interactuar remotamente con el profesor para propósitos de evaluación o retroalimentación. Son las mejores posibilidades que se exploran hoy. Esto puede tener impactos muy positivos, sobre todo porque se gana en eficiencia (hacer el máximo de cosas en un mínimo de tiempo) y se usa el tiempo de manera más económica, aunque por otro lado aumenta la impaciencia y la dificultad de perseverar en lo que no tiene resultados inmediatos. La desgracia de los niños de antes era el aburrimiento, la de los de ahora es la impaciencia (lo que no se obtiene altiro, no sirve).
—¿Cree que es posible sacarles partido a las redes sociales en la sala de clases?
—No es evidente. La mayor parte se usa como redes personales que más bien distraen y perturban el desarrollo de la clase, y por ende no queda otra alternativa que prohibirlas.
La otra dificultad es que son tecnologías del individuo, a diferencia de la televisión, que se podía ver en familia o con otros. Todos los dispositivos actuales se manejan individualmente aunque sirven para comunicarse con otros.
Es muy probable que estas tecnologías alienten procesos crecientes de individualización, ya que cada cual maneja su set de relaciones, y éstas son básicamente electivas, uno ha elegido a tales o cuales como destinatarios de una comunicación y puede borrarlos cuando quiera y en el momento que deseen.
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